#5 El castigo

1.4K 169 71
                                    

—Sí, mierda. 

Contesto la chica pelirroja. Ambos pares de miradas en el auto que se perdió a la vista en la distancia. Pudieron escuchar el sonido de bocinazos, e incluso de los mismos frenazos de otras personas. Fue una noche fuera de lo común. Agitada. Y obviamente cuando el lio se hizo saber por el resto de vecinos curiosos ante la fuerte conversación de los padres de (t/n). 

Obviamente la madre de Sydney salió de su propio hogar para ir a hablar con la madre de su amiga. Obviamente recibiendo una señal para que se acercarse. Esa noche ni ella, ni Stan se drogaron. 

—Eres amiga de (t/n) — inicio la madre de su amiga en esos momentos, mirándola fijamente, entre sus manos había un pañuelo que contenía sus lágrimas —. ¿Sabrías a donde pudo haber ido, te dijo algo? 

—Ehr... 

Menciono pensativa en el asunto. La propia mirada de los policías que estaban hablando con el padre de (t/n) se posaron en ella unos momentos. Obviamente desde esa llamada es que se mantuvo mucho más diferente de lo normal. Nerviosa. Desde eso fue que no estuvo actuando nada normal. 

E incluso se preguntó si desde el momento en que acabo la llamada la idea de tomar el auto de su madre había pasado por su cabeza. 

—No, en realidad — dijo tan pronto como pudo —, teníamos pensado pasar la noche en la casa de Stan para... ver películas. 

Omitió claramente la parte donde pensaban simplemente drogarse. Pero, aun si (t/n) les había dicho que iría esas palabras no brotaron con seguridad. Como si dijera que si solo para poder irse más pronto. Y, de hecho, era así como fue. 

—¿Realmente no te dijo nada a ti o Dina? — pregunto su propia madre dudosa —. 

—No — dijo Sydney —, realmente no dijo nada al respecto. 

—¿Nadie la llamo? — pregunto la madre de (t/n) —. 

—Nadie. 

Mintió prontamente ella. Sabía que a (t/n) le agradaba su prima pese a todas las cosas que se pudieron decir respecto a él y en como las noticias simplemente podían volar. Pero si bien la llamaron, no iba a decir exactamente eso, era su amiga después de todo, no iba a cuestionar lo que hiciera. 

Y con suerte parecían creer lo que había mencionado. Tan pronto siendo capaz de ir a su propia casa, con Stan igualmente yendo a su propia casa. Cuando Sydney miro su reloj supo que eran las una de la mañana y que su querida amiga (t/n) estaba siendo buscada prontamente. 



Por otro lado: 

(t/n) realmente no supo cómo consiguió ir tan lejos. O más bien, estaba agradecida de que el auto de su padre tuviera un mapa GPS incorporado que la ayudo a llegar a donde quería con mucha más facilidad. Incluso llamado a su primo mientras conducía con una sola mano.
Pudo haberse matado. 

Lo sabía. Pero había conseguido llegar con el auto en un muy buen estado. Estacionado, y técnicamente oculto. Al lado del mismo auto de su primo; James. Ahora ahí se encontraban. Sentados en un McDonalds mientras comían calmadamente con la urna del padre de James sobre la mesa a un lado. 

—¿Cómo fue que conseguiste localizarme? — pregunto (t/n) mientras comía una papa frita con calma —. Mis padres hicieron todo lo posible para que no pudieras. 

—Fue mi papá — el contesto prontamente, comiendo de su propia porción —. Él me conto a donde se habían ido a vivir, y... me dio tu número. 

(t/n) soltó una pequeña risita divertida ante el cómo sus padres hicieron por todos los medios el ocultarse. El intentar que su primo no pudiera encontrarla. Y mírenla sentada ahí comiendo con el mismo en cuestión, un año después de todo el incidente, contenta de saber al menos que él estaba completamente bien salvo la muerte de su padre. 

Querido Stan... te quiero {Stanley Barber & Lectora} FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora