Sangre Inocente #1

Capítulo I

Tranquilidad, es así como puedo definir lo que se siente estar en este lugar, sentada en el parque justo donde niños y sus padres salen a pasar el rato por las tardes, chicos de mi edad pasean por ahí con helados y contando sus historias sin sentido, algunos ancianos sentados en las bancas junto a mi leyendo algún libro o el periódico, y luego estoy yo, que observo a cada uno de ellos, analizando la simpleza de esto y dándome cuenta que esto es realmente lo que nos motiva a cada uno para seguir con vida y a veces cuando perdemos estos momentos nos damos cuenta que incluso lo más simple, puede llegarnos a ser feliz.

—¿Por qué tan pensativa Ale? —Marc, mi mejor amigo desde que llegué aquí a España, han sido unos meses difíciles de adaptarse, puesto que mi hogar estaba en Kansas, Texas, no era de Estados Unidos, pero me había mudado allí cuando mis padres se conocieron en Madrid y quisieron tener una mejor oportunidad de vida.

— ¿Alguna vez te haz dado cuenta de las cosas tan simples nos pueden hacer realmente feliz?—Dirijo mi vista hacia él, con una sonrisa le estiro mi bolsa de papas.

—A veces haces preguntas muy profundas que alguien tan estúpido como yo no logra comprender —Aceptó la bolsa de papas fritas y con un notorio gesto fingido de seriedad ante mi pregunta; Marc es un chico muy lindo, pero en el buen sentido, no me malinterpreten, muchos han llegado a pensar que somos pareja pero en este tiempo juntos creo que  nuestra relación es más bien de hermanos; tampoco el es de aquí, es italiano, su familia se mudó por las mismas razones que la mía, o más bien regresó porque nuestra situación económica comenzaba a empeorar.

—Creo que para que sea verano el clima ha sido perfecto, es increíble pensar que en unos meses seremos universitarios y nos separaremos por un tiempo.— Me levanto de la banca en la que estamos, sacudo mi pantalón al cual le han caído boronas de papas fritas y sé que él puede percibir que tengo cierta incomodidad al saber que él se vaya o se aleje de mi.

—Donde vuelvas a decir tal cosa otra vez, juro por mi madre que te abofetearé—Un extraño puchero fue reflejado en su rostro para después estar de pie frente a mí. —Sabes muy bien que eso no pasará, estaré contigo a pesar de todo, no dudes de eso nunca.—Un poco de tristeza se plasmó en mi rostro, sabía que sí su padre volvía a retomar el trabajo que tenía, él iba a irse y me dejaría aquí. Sé que quizás se escucha algo dramático de mi parte sentirme de esa forma, pero es que  la escuela a la que asisto es una total porquería, la mayoría de los alumnos son personas que se creen superiores a cualquiera que llega de otro lado. Por otra parte se había corrido el rumor de que mi madre era una estafadora en América  y por eso ahora estabamos viviendo en España, puras falacias para hacerme quedar mal ante todos.

Sin dudarlo, abracé a Marc, un quejido salió de su boca en forma de disgusto a lo que yo lo miré con el ceño fruncido—Oye te recuerdo que estamos a 34°C y el contacto físico con esta temperatura no es mucho de mi agrado —Solté una risa seguido de un pequeño puñetazo en su estómago, él como exagerado y ridículo que es fingió dolor, tanto que las personas que iban pasando junto a nosotros voltearon a vernos con un poco de desagrado.

.....

Estábamos ya en la parada del bus para poder ir a casa, para mi suerte él vivía a dos casas de la mía, gracias a eso podíamos vernos casi diario. El bus no tardó mucho en pasar, de esa forma llegaríamos temprano a donde vivíamos, pues andar de noche en estos días nos ponía en peligro a ambos.

— ¿Mañana a la misma hora? —Pregunté quitando mi vista de la ventana y ahora viéndolo a él.

—Yo digo que sí, pero déjame ver si logro convencer a don Mario, que ya sabeís que por lo de los últimos asesinatos se ha estado comportando un poco, mucho, bastante, histérico, porque al parecer cada vez son más personas las que aparecen muertas y otras ni siquiera rastro dejan.—