Capitulo II

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—¿No te han dicho que espiar a las personas es de mala educación?—

No supe qué decir, de momento todo mi cuerpo se paralizó. Era Joel, uno de los desaparecidos, pero a diferencia de las fotos que había visto de él, ahora se veía más fornido e incluso su aspecto era más oscuro.

—¿Qué sucede niña? ¿te comió la lengua el ratón?—Se acercó más a mi, quedando tan solo a dos pasos de distancia, yo por inercia retrocedí hasta que sentí que mi espalda chocó con algo, genial, en serio esto no se podía poner peor.

—¿Por qué no le respondes a Jo? Eso me dice que quieres que nosotros te hagamos hablar.— Cris, otro chico del que igualmente no se sabía su paradero estaba ahí, ante mí, como si no tuviera nada de malo lo que mis ojos acababan de presenciar.

—No los estaba espiando, iba a la parada—Traté de sonar lo más segura posible, intentando esconder que por dentro me estaba carcomiendo el miedo.

—Pero te quedaste parada viendo como nos alimentábamos de Mireli, y eso me dice que sí nos estabas observando— Su mano se acercó a mi rodilla que aún estaba sangrando un poco, su dedo índice pasó por encima de donde tenía la abertura que me había hecho al caer, para después llevarlo a su boca y chuparlo con mi sangre en él.

—¿Q-qué estás haciendo?—Doblé mi rodilla fuera de su alcance para que no volviera a tocarme, puse mis manos en los bolsillos de mi sudadera, y en el lado derecho sentí las tijeras.

Nuevamente se inclinó hacia a mí para tocarme otra vez, pero antes de que llegara a mi rodilla, tomé las tijeras y con todas mis fuerzas  las enterré en su mano.  A Cris, que estaba detrás de mí lo empujé con la misma brusquedad con la que ataque al tío de las tijeras, me levanté y salí corriendo lo más rápido que pude.

Cuando empezaba a creer que me había librado de ellos, de la nada Cris apareció frente a mí, con una sonrisa tan retorcida que pude jurar que no era humano, sino un monstruo.

—¿Pensabas que deshacerte de nosotros sería tan fácil?—Un escalofrío recorrió toda mi espalda cuando Joel salió detrás de él con las tijeras en sus manos y con el mismo aspecto cínico que su amigo tenía.

Intente dar la vuelta cuando Jo ya estaba atrás de mi. Me estampó contra una pared con una fuerza indescriptible y comenzó a presionar fuertemente su antebrazo contra mi cuello asfixiándome. Levanté mis manos para intentar golpearlo, arañarlo, lo que fuese para evitar que  siguiera dañándome; me estaba quedando sin aire.

—Luchar no te servirá de nada, ¿Planeabas lastimarme con unas tijeras? ¿A mí? Un inmortal que con tan solo empujarte un poco puede matarte—Dicho esto me presionó aún más contra la pared, mi vista comenzaba a nublarse, ¿A qué se refería con inmortal? ¿Un vampiro? Quizás por el susto estaba alucinando y por eso vi a Joel detrás de Cris, cuando en realidad estaba casi junto a mi.

—Creo que mi hermano está enojado y no me gusta que se metan con él, ni conmigo—Cris se aproximó a nosotros y extendió su mano a Joel, éste le entregó las tijeras y cuando las tuvo con él las encajó en mi mano, tal y como yo lo había hecho.

El dolor era tan insoportable que ni tan siquiera podía gritar, sentía la sangre bajar hacia mis dedos; cuando Jo comenzó a ablandar su agarre fue cuando caí al piso y con mi mano libre intenté cubrir mi herida.

Mis ojos se posaron sobre ellos, quería preguntarles por qué me estaban haciendo esto, pero las palabras no salían de mi boca, simplemente los miraba con miedo y odio, aunque no sé cuál de las dos se notaba más.

Cris se agachó un poco frente a mi, pero ahora con una pequeña navaja en su mano, la cual clavó directamente en mi abdomen y acto seguido en mi muslo. Grité, grité tan fuerte que pensé que alguien vendría a salvarme, grité tan fuerte para que Marc llegara con su padre y evitara que me siguieran lastimando.

Sangre Inocente #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora