La boda acababa de efectuarse y Estela Vibes trataba de creer que era el día más feliz de su vida.
Intentaba sonreír, todos estaban tan felices por ella, hasta la familia de su actual esposo le sonreía y ella lo intentaba, verse tan bonita era natural pero sentir esa felicidad le costaba y se esforzaba por darles sonrisas.
Estaban en la cena y ella disfrutaba del menú que le permitió escoger a Marcus, su esposo.
—hola amiga, ¿Cómo estás?— preguntó Doyeon, su mejor amiga, una preciosa chica extranjera, específicamente coreana.
—muy contenta— respondió Estela sonriendo.
"¿Realmente estoy feliz?" Se cuestionó "Claro que lo estoy" Se obligó a responder.
Tenía que estar feliz, era su boda, estaba uniendo su vida con la persona a quién ama porque lo ama ¿Cierto?
"Si" Se respondió "¿Cuánto tiempo se puede vivir de mentiras?" Estela guardo silencio.
Un rato más tarde estaba en un auto que la llevaría a Rumanía donde se efectuaría su luna de miel. Le ofreció una sonrisa a su esposo que iba de piloto, el le sonrió de vuelta.
Estela estaba feliz antes de hoy, se encontraba también antes de sus preguntas, antes de los insomnios, antes de la insistencia de Marcus que era —muy seguramente— la razón de usar ese vestido blanco.
Se obligó a no suspirar para que su compañía no se preocupara y en cambio sonrió todo el camino, las mejillas terminaron por dolerle de fingir esa sonrisa pero llegaron al hotel.
Se deshizo de los incómodos tacones, estaba sería, llevo sus zapatos en su mano y se dirigió a la habitación de hotel pues Marcus ya se estaba encargando de la recepción.
Por fin suspiro mientras subía en el ascensor, Marcus realmente era feliz y ella... ¿Cómo podía corresponderle ese sentimiento?
¿Por qué empezaste a insistir?
Estela no lo comprendía, simplemente un día Marcus la asalto en la noche preguntándole que eran y entonces Estela noto que no eran nada; no podían ser amigos porque ellos no se besaban pero tampoco eran novios.
Esa noche paso su primer insomnio. Se lo dejo pasar, Marcus solía ser un chico curioso y muy preguntón, aún así esa noche fue la primera de todas sus tristezas.
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Desenredando
Random-¡No puedo Marcus!- las lágrimas corrían por sus mejillas mientras se apartaba más de su pareja. -es solo un bebé, el no tiene la culpa- el joven intentaba olvidar el nudo en su garganta y hacer entrar a su esposa en razón. -no lo tendré- y Estela s...