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Llevaban una semana en su luna de miel que duraría un mes y Estela empezaba a desesperarse, la compañía de Marcus empezaba a ser asfixiante, se estaba poniendo extremadamente cariñoso y la incomodaba pero el no parecía  notarlo.

—¿Qué tal si vas por algo para almorzar?— le dijo Estela en un esfuerzo por quitárselo de encima.

—¿Qué tal si me acompañas, princesa?—  respondió Marcus de forma melosa, justo lo que Estela no quería.

—prefiero quedarme aquí—  soltó sin más dejando sus labios en una perfecta línea, esperaba que de alguna forma Marcus entendiera.

Su pareja suspiro y salió de la habitación de hotel que estaban pagando. Ella se sintió aliviada pero pronto la culpa se abrió paso.

Lo siento Marcus.

Las lágrimas resbalaban por las mejillas de Estela que empezaba  a sentirse realmente triste con el trato que le estaba brindando a Marcus.

Te mereces a alguien mucho mejor que yo

"No eres suficiente"

La voz de su cabeza, poco benevolente, le repetía una y otra vez esa corta y destructora frase y ella se la pasaba entera y la creía, negaba frenéticamente.

—no soy suficiente Marcus, mereces algo mejor—  susurraba, poso sus manos en su rostro en un absurdo intento por parar las lágrimas.

No supo cuánto tiempo pasó así pero escucho la puerta abrirse y con agilidad se encerró en el baño y abrió la regadera.

—¿Estela? Ya llegué hermosa—  Marcus estaba entrando en la casa con las bolsas de comida en sus manos mientras en el baño su esposa habia ahogado un sollozo.

¿Cómo era capaz de llamarla así?¿Acaso no veía que le dolía?

Estela respiro profundo, intento calmarse y se metió a la ducha luego de haberse desecho de su ropa. El agua caía mojandola desde su cabeza hasta los pies y ahí estaba ella, quieta, dejando que su cerebro se congelará hasta tiritar de frío y no poder pensar más porque no deseaba seguir dándole vueltas a su relación con el joven paciente, tierno y preocupado que estaba en la cocina preparando los últimos detalles para el almuerzo.

Salió del baño envuelta en una toalla y helada como el hielo, fue a la habitación y del closet tomo un lindo vestido amarillo que se veía algo desgastado por los años de uso pero seguía siendo lindo; no uso zapatos, dejó su cabello en una toalla y tomo rumbo a la cocina.

—hola lindo, ¿Qué compraste?—  se sorprendió a si misma con lo dicho pero se obligó a sonreír intentando que Marcus estuviera feliz, este correspondió con otra sonrisa brillante y hermosa.

—fui a KFC, traje tú favorito—  Estela hizo una "o" mientras se acercaba más a él para observar mejor.

Aún recuerdas las cosas que me gustan.

Entonces Estela dió una de esas —muy inusuales—  sinceras sonrisas. Sentía una calidez invadiendo desde su pecho y extendiéndose hasta que esa voz de nuevo le aplastó el corazón.

"No eres suficiente"

Se distrajo ayudando a Marcus intentando ignorar esa voz cada vez más insistente.

Se sentaron en el comedor, uno de ellos con el corazón al borde de un colapso, exacto, Estela tenía miedo de que Marcus descubriera que ella no le era suficiente y la abandonará pero ahí estaba, sonriendo tranquilamente.

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Era otra mañana, con pajaritos alrededor cantando y con la gente corriendo de allá para acá sin pararse a reflexionar.

Marcus estaba en la cocina preparando una comida mañanera muy nutritiva mientras la imagen del rostro de Estela con el camino de las lágrimas por sus mejillas se grababa en su memoria.

Los recuerdos de años pasados le atormentaban en ocasiones, ladeó su cabeza apartandolos.

Aquella bella mujer con la que ahora compartía su vida acababa de salir del baño y tenía una radiante sonrisa adornandole el rostro. Al llegar al lado de Marcus le otorgó un dulce beso en su mejilla, el se sonrojo por ese acto y le escucho reírse.

Dejó el desayuno de lado por un momento y abrazo desde la cintura a su esposa y le depósito un dulce beso en sus labios que ella correspondió.

Empezó a moverse lentamente de un lado a otro con una melodía invisible, ella soltó una risilla y le siguió aquel movimiento y por ese momento todo era como en los viejos tiempos, todo era como debería haber continuado. Bailaron lentamente hasta llegar a la sala y  luego de compartir unos dulces besos el olor de pancakes quemados llegó hasta ellos, fue ahí cuando su hermosa burbuja se rompió, Marcus corrió hasta la    cocina totalmente avergonzado y Estela estalló en carcajadas al ver un pancake negro como la noche y humeando mientras Marcus hacia malabares con la sartén pues su mango estaba caliente.

Fue un día maravilloso donde se sentaron en el sofá con un maratón de películas hasta que Estela se durmió y Marcus la llevo hasta la cama para que estuviera más cómoda y se acostó a su lado abrazándola.

DesenredandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora