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"No."

"Si."

"Nunca."

"Vamos cariño, por favor."

Desde la llegada de Severus al amanecer la conversación había sido la misma, un constante debate sobre asistir o no a la reunión de generación que se estaba haciendo al anochecer, en todo momento el había sufrido la peor parte, iniciando cuando al despertar, cómodo en el toque casual que tenía con su esposa había tocado una cintura delgada a su lado en la cama, descendiendo esa caricia hacia el sur y contrario a la risa divertida de Lily que esperaba había sido lanzado de entre las cálidas sabanas al frio suelo por la alegación de que era un idiota pervertido, nada menos que por Severus Snape. A consecuencia el diván de la habitación se convirtió en su cama temporal con Lily divertida por ello, aun en su conformable cama matrimonial.

Reflexionando sobre ello, con los pies colgando del diván por la diferencia de tamaños y su negativa a transfigurarlo, noto que al casarse con Lily estaba tan eufórico que no considero que venía con el paquete que era Severus, menos con las condiciones que este tenía sobre tenerlo desde temprano en su casa o su cama, en los desayunos de algunos días, hasta la madrugada de otros, una memorable ocasión borracho y desnudándose para dormir junto a su mejor amiga y el esposo de esta. Entonces, no parecían un matrimonio monógamo, se acercaban más a uno poliamoroso, excepto que aún no se le permitía tocar a Severus.

Pero mientras eso sucedía, podía prepararía el desayuno para ese par que no se cansaría de pelar sobre asistir o no a la reunión de generación que se haría en Hogsmade hasta que uno resultara ganador, más cuando llevaban horas con Lily insistiendo que tenían que ir y Severus negándose a encontrarse con personas que desprecia, sinceramente una batalla perdida, Lily siempre ganaría quisieran o no, no importaba que tan necio fuera Severus, ella solo pondría sus bonitos ojos verdes a punto de lagrimear y le pediría que fueran por su felicidad, el caería de inmediato y se habrían desperdiciado valiosas horas en algo absurdo, como siempre.

Resoplando, ahora en la cocina, revolvió los huevos en el sartén y fue a buscar platos al almacén, dado que pronto debería de despertar a Harry para que lo ayudara a sobrevivir a ese par o escapara cobardemente a jugar con Draco a Malfoy Manor, o la tercera opción de que también milagrosamente Sirius, Remus o Peter se aparecieran sorpresivamente de visita. Cualquier cosa mejor que ser desechado de la cama que compro y tratado como elfo domestico de su esposa y el mejor amigo de esta.

Una vez listo todo, subió las escaleras y puso un hechizo silenciador a su habitación matrimonial donde podía reconocer ropa volando desde al armario y a Snape sentado en la cama con un puchero ridículamente tierno a punto de gritarle a Lily y luego perder su larga batalla.

Harry debería estar listo para despertar o tan dormido que parecería medio muerto, su pequeño niño y orgullo tenía seis años y parecía una mini copia de el con la personalidad encantadora de Lily, aunque había momentos que mostraba algunos rasgos de Severus, inesperados sí, pero ahí estaban.

Lo encontró con sus pequeñas piernas balaceándose en la cama demasiado grande para él y con su cabello más revuelto de lo normal mientras su manita tallaba perezosamente uno de los ojos verdes y soltaba bostezos. Podía apostar que no veía absolutamente nada en el momento, algo negativo en su herencia era que le había pasado su malísima vista y mientras no creciera no podían solucionarlo más que con lentes. Le tomo en sus brazos, recargando la mayoría de su peso en su cadera y busco sus gafas en la mesa de al lado de la cama, cruzando nuevamente por el pasillo volvió a vislumbrar a Lily ahora poniendo su cara de pena y a Severus lentamente cediendo, lo que para el era una señal de que a ese paso bajarían a desayunar en algunos minutos.

RingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora