—Aquí, si no es molestia. —Anunció ella al conductor del taxi.
Entonces él se detuvo en la orilla de la pista para que pudiéramos descender de manera tranquila antes de que Ángela sacara su billetera.
—Theo. —Dijo sacándome de mis pensamientos. —Dormirás bajo techo esta noche.
Fruncí el ceño, sin saber a qué se refería con exactitud. —¿Me dejarás quedarme en tu casa?
—Bueno, en realidad una amiga está dispuesta a tenerte en su apartamento por un tiempo.
—¿Disculpa? Creo que acabas de decir que una de tus amigas me tendrá en su apartamento. —Dije y ella suspiró frustrada.
—Lo que quiero decir es que le conté a una amiga sobre ti. Y si te preguntas cómo una chica dejaría que un indigente duerma en su apartamento, la respuesta es que le dije una pequeña mentirita que consiste básicamente en que eres mi primo y decidí ayudarte luego de que te echaran de casa. —Explicó.
-— Nadie te ha mentido a ti, ¿es por eso no dejas que me quede en la tuya?
Ella soltó una risa en respuesta —Ah, y entonces tú crees que prefiero que le hagas algo a mi amiga. Confío en ti, Theo. No eres malo, lo sé.
-—¿A qué te refieres con que lo sabes? Podría hacer lo que se me ocurriera contigo, tengo mucha más fuerza que tú. Sería como un juego demasiado fácil.
—Digamos que es un sexto sentido. —Dijo con burla, girándose hacia mí mientras me observaba desde su baja estatura de manera desafiante. Estuve a punto de decir algo cuando una mujer rubia y alta me interrumpió.
—¡Ángela que bueno que llegas! ¿Trajiste los informes?
—Por supuesto, como sabes tuve unos inconvenientes con mi primo.
La rubia me observó de arriba a bajo y sonrió con aprobación. —Así que tú eres Theo. Un gusto.
Me acerqué para besar su mejilla cordialmente, en lo que me picó la nariz su perfume demasiado dulce.
—Igualmente. —Sonreí.
—Ángela, ¿no piensas presentarme? —Sobresaltó la rubia.
—Uh, lo siento. Hmm, Theo, ella es Giselle. Como te dije ella aceptó que vivieras en su apartamento el tiempo que necesites.
—Entonces tú eres la famosa Giselle. Qué buena primera impresión, eres encantadora. Estoy muy agradecido de que aceptaras tenerme en tu apartamento. —Aludí, trantando de entablar algo de confianza con ella.
— ¡No hay problema! Cualquier primo de Ángela puede ser amigo mío. —Rió con gracia.
—Bueno, Theo. Luego del trabajo puedes ir inmediatamente con Giselle a su apartamento.
—Oh, ¿no quieres pasar tiempo con tu primo? —Bromeé.
Giselle sonreía con inocencia a todo lo que decíamos, dejando en evidencia que no tenía una pizca de sospecha sobre nosotros.
Ángela rodó los ojos, siguiéndome el juego. —Ugh, ¿siempre tienes que ser así de pegajoso? Ve con Giselle, tendrán más tiempo para conocerse.
—Estoy completamente de acuerdo. —Agregó la susudicha.
—Bueno, si tú no tienes problemas entonces acepto.
—¡Perfecto! —Celebró Giselle.
—Excelente, ¿entramos? Necesito entregar mi trabajo.
No me había percatado de que nos encontrabamos justo frente a un canal de televisión nacional, no lo reconocía con exactitud pero estaba en lo absoluto seguro de que era lo era.
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No vueles bajo
ChickLitUna historia llena de sorpresas y subliminales hacia un mundo real.