Capítulo Cuatro

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Noah Erickson

Había terminado mi turno en el café y ya me encontraba subiendo las escaleras del edificio de ladrillo para ir a mi apartamento. Me había traído dos donuts en una bolsa. Un donut de glaseado de chocolate y otro de glaseado de fresa, incluyendo un batido del mismo sabor.

Oh, fresa. Ahora todo me sabe a fresa y no sé el porqué.

También traía mi uniforme en la misma bolsa. Ya era hora de dejar de olvidarlo.

Deslicé la bolsa por mis brazos dejándola colgando de él por los sujetadores de ella. Introduje la llave en la cerradura del apartamento número 6L y abrí la puerta.

Saqué la bolsa de mi brazo y me dispuse a caminar al interior de mi apartamento-

—¿Noah?

Una voz me detuvo en cuanto crucé la puerta.

Me giré al escuchar aquella voz que ya conocía muy bien, porque me la paso escuchándola todos los fines de semana en las madrugadas.

—Lamento lo de esta madrugada—Dijo Karen, con la mirada de arrepentimiento.

Negué con la cabeza para dejarle en claro que no me importaba lo que ellos hacían en las madrugadas; discutir en frente de mi puerta y luego entrar a su apartamento a tener sexo.

No me importaba para nada todo aquello. Y mucho menos todo lo que me decía Jarold.

—Sí, sí importa—contestó, sin necesidad de que se lo dijera en voz alta—. Creo que no debí decirte lo que dije anoche.

—En serio no importa, Karen. No debí salir y averiguar si te encontrabas bien o no. Creo que me gané aquello que me dijiste.

La verdad es que aún me preocupa que el drogadicto de su novio aparezca por aquí en la madrugada e intente golpearla hasta dejarla inconsciente. Me preocupa hasta que le toque un pelo de mala gana.

—De verdad que lo siento. Eres el único vecino que no me habla de forma inadecuada por el comportamiento de Jarold—le dediqué una sonrisa con los labios en una línea fina—. Y siento mucho lo que dijo e hizo Jarold esta mañana.

—Tranquila. Ya no me importa nada de lo que digan los demás.

Pone los labios en una línea fina y asiente con la cabeza.

—¿Y cómo lo llevas?—Apoyó su espalda a un lado de la puerta y cruzó los brazos en su pecho.

—¿Qué? ¿Mis gustos diferentes, mi orientación sexual? Pues bien. Muy bien para ser exactos. Ya me voy a la cama—señalé detrás de mí con el pulgar—. Saludas a Jarold de mi parte—le dije al girarme—. Es sarcasmo, por cierto—la escuché reír y cerré la puerta con una pierna. Luego me giré y puse el pestillo.

—Ufff—me acerqué a mi cocina y dejé la bolsa y el batido encima de la encimera.

Fui hasta el fregadero y lavé mis manos. Tomé un pequeño platillo del aparador y fui a tomar asiento en uno de los taburetes de la encimera. Tomé los dos donuts y los coloqué en el platillo, para luego tomar un trozo del de glaseado rosa y pensé en aquel chico cuando llevó un trozo de su donut a sus labios. Esos labios tan rosas y perfilados que cualquiera quisiera besar.

Parpadeé y noté que aún tenía el trozo de donut en mis dedos, cerca de mis labios. Lo llevé rápidamente al interior de mi boca. Mastiqué y tragué, para luego tomar un gran sorbo de mi batido, el cual ya se estaba calentando.

Saqué mi uniforme de la bolsa y me puse de pie para ir a mi habitación.

[...]

Me di una ducha que duró más de lo habitual. En realidad, no quería salir del baño porque el agua estaba muy fresca y se sentía muy bien mientras se deslizaba por mi piel. Cerré el grifo y me quedé de pie un momento sin salir del baño. Respiraba despacio, cerrando los ojos. Solo quería estar un momento aquí. Solo estando de pie.

Conociendo A Noah © [Disponible en Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora