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Tokio's POV

- Tal vez... Deberíais llevarme a un sitio y de-dejarme ahí. - Susurró con voz ronca, como podía vaya, y yo levanté la vista, y la miré extrañada. - Bueno eso... Eso sonó a abandonarme. No me ref-iero a eso. Me refiero... Gandía va a int-intentar matarme a toda costa, por mucho que lo tengan agarrado ahora mismo, y apuesto a que ya hizo algo y está suelto otra vez, con lo c-ual, soy un peligro para cual-cualquiera de vosotros.

- Nairobi, ¿Qué estas diciendo?

- Tal vez, habría un menor peligro par-para vosotros si me dejárais en un-una habitación encerrada. - La miré seria. No puedo creer que esté diciendo eso, después de todo. - No me mir-mires así... No quiero que te... Que os pase nada. - Se corrigió. - Si cualquiera de vo-sotros está conmigo y Gandía vien-e a por mí, es muy probable q-que la persona que esté con-conmigo acabe herida... Y sé que vas a s-ser tú, y no quiero que t-te haga daño ese gilipollas.

- Claro... ¿Osea que estás insinuando que te encerremos en una habitación por el bien de todos? - Ella asintió. - Porque si alguien está contigo y Gandía vuelve a intentar matarte, podría pasarle algo a la persona que está contigo... - Volvió a asentir. - ¿Te das cuenta de que en esa teoría solo piensas en los demás? En los que estarían contigo y podrían acabar heridos. - Y volvió a asentir, como si fuera obvio. - Nairobi... Te han pegado un tiro en el pecho, te hemos operado nosotros, quitándote un trozo de pulmón porque estaba la bala atravesada, y luego te han intentado asfixiar... Y aún así estás pensando en que te encerremos en una puta habitación tú sola, por la que podría aparecer Gandía por los conductos de ventilación, y en la que, cuando empiece a pitar el aparato que llevo encima de tus pulsaciones, ya será demasiado tarde como para salvarte... Y todo eso en vez de quedarte con alguien de nosotros que te proteja. ¿Puedes hacer el favor de pensar en tí por un momento?

- Pero... Pero podría ser en u-na habitación en la que no h-aya conductos de ventilación...

- ¡Nairobi! Que ese tío es el jefe de seguridad de este banco, joder. Que se sabe todos los conductos, salas y maneras de entrar a todos los sitios, ostia. Además que es un puto psicópata. Así que que ni se te pase por la cabeza ni eso ni nada parecido, porque por encima de mi cadáver te vas a quedar tú sola.

- Vale... Vale. Perdón. - La miré con el ceño fruncido. No quiero ni que piense que la podría dejar sola otra vez.

- Duerme un poco, anda...

- ¿Y tú? - Preguntó.

- Me quedaré vigilando.

- Ha pasado muy poco de-desde la última vez, sería muy obvio, no va a volver a intentar nada en un r-rato, ven a dormir con-conmigo. Y tras mucho insistir, me convenció... No se puede ser tan mona.

Se echó un poco para un lado en la camilla, y tras poner los cables a un lado, yo me tumbé, con ella abrazándome; y allí, acurrucada con la persona que más quiero en el mundo, me dormí.

Nos equivocamos de mundo // Nairobi Y TokioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora