Milagro (AU)

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ADVERTENCIA: Este one-shot puede ser incómodo de leer o extremadamente triste. Recomiendo discreción.

Tim Drake x Reader (Magic AU)

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Tim Drake x Reader (Magic AU)

Imaginemos que Tim es un mago con poderes mentales.

Tu cuerpo temblaba y a estas alturas no sabías si era por el frío, la lluvia o porque simplemente estabas muriendo. La verdad no te importaba cuál razón era la correcta, sino que estabas muriendo en aquel callejón.

Cerraste los ojos por unos segundos y como tantas veces antes, intentaste extender tu pesada y ensangrentada mano para ver si encontrabas tu celular, pero como tantas veces antes, lo único que alcanzaste a hacer era tocar el frío, sucio y mojado suelo del callejón en dónde estabas tirada.

Ibas a morir. Estabas segura de eso. Lo supiste desde que tontamente decidiste defender a una mujer de un idiota con uniforme violeta de Pingüino. El tipo iba a hacerle algo y si mirabas a otro lado sin hacer nada, no podrías vivir con eso en tu consciencia. Así que interviniste y ahora estabas muriendo tirada en un callejón, en medio de una noche oscura, fría y lluviosa sin esperanza alguna de ser salvada.

Tu cuerpo estaba demasiado débil para siquiera moverse con naturalidad, habías perdido demasiada sangre y todo te dolía. Tus músculos se sentían pesados, estabas segura de que tenías al menos una muñeca rota además del charco de sangre que te rodeaba por completo. Cada vez era más difícil respirar. Con cada respiro que dabas, sonabas cada vez más parecida a Bane y esa no era una buena señal considerando que te habían apuñalado en el pecho.

Estabas muriendo. Estabas segura y no te agradaba la idea. Tenías muchas cosas que hacer, muchos sueños que realizar como para morir tan joven y de forma tan tonta. Si morías, ¿quién demonios cuidaría de tu madre y hermano? Eras el sostén de tu familia desde que tu padre los abandonó y habías hecho demasiadas promesas como para morir de aquella manera: sola, con frío y sin esperanza.

Aunque te negabas a morir y tus lagrimas de coraje se estaban mezclando con la lluvia que te caía en la cara, decidiste en aquel momento que no podías hacer nada y que solo un maldito milagro te iba a salvar. No creías en tales cosas, al menos no en una ciudad como Gotham en dónde tenías que ser egoísta para sobrevivir porque morir en un callejón oscuro era la consecuencia de no serlo.

Estabas rindiéndote, estabas entregándote al que fuera el dios de los muertos y aunque no querías hacerlo del todo, el frío, tu respiración extraña y la pérdida de sangre no estaban a tu favor. Parpadeaste varias veces y te disculpaste una y mil veces con tu familia por dejarlos solos en el momento en que más te necesitaban. Por no poder estar allí para la última quimioterapia de tu madre o por faltarle a la promesa de tu hermano de que algún día saldrían de esa alcantarilla a la que llamaban hogar.

Cerraste los ojos por fin y te declaraste lista para morir a pesar de que existía una voz en tu cabeza diciéndote que resistieras un poco más. Pero no querías, no podías. El dolor se estaba haciendo insoportable y sabías que no había esperanza. Nadie vendría a salvarte porque los milagros en una ciudad como Gotham no existían.

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