Capítulo 2

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Aún no amanecía, pero Meliodas sabía que no faltaba mucho para eso. Tras no conciliar el sueño, había decidido salir del "sombrero de jabalí" y esperar fuera para ver el sol asomarse, mientras se perdía en lo profundo de sus pensamientos.

Se encontraba sentado, prácticamente en la entrada de la taberna.

La vista era fascinante, sobretodo gracias a "la mamá de Howk" que transportaba el negocio de un lugar a otro.

Estaba seguro de que los pecados, sus compañeros, aún dormían, él también debería hacerlo, tumbarse en la cama y cerrar los ojos era lo único que había podido hacer. El sueño no llegaba, daba vueltas de un lado a otro y nada.

"Zeldris"

Aquel nombre no salía de su cabeza, juraba que podía incluso escuchar voces susurrándolo. Seguramente se estaba volviendo loco, ni siquiera le preocupaba eso en realidad.

No podía evitar estar; ansioso, nervioso e impaciente a la vez, sus sentimientos se desbordaban, era inevitable.

¿El motivo?

Pues.. estaba enamorado.

Enamorado profunda e intensamente de aquel pequeño ser azabache que había conquistado sus corazones.

Sabía que el sentimiento por él que crecía cada vez más, como si fuera la primera vez, no era normal. Mucho menos algo que se supone debería ser aceptable.

Había una pared invisible que posiblemente fuera la causante de sus penurias. Esa "pared" era proveniente del significado del término "Familia" más bien el simple echo del término "Hermano"

Cuántas veces se había cuestionado eso. No hallaba solución, ni tampoco recordaba el momento en el que se había quedado tan prendado de ese adorable pelinegro, simplemente había sucedido.

—Preocupado, capitán?

Meliodas no necesitaba voltearse, sabía de quién se trataba.

—Demasiado, Merlin —admitió, soltando un pesado suspiro, sin apartar la vista del horizonte. Se mantuvieron en silencio por unos segundos. —Crees que él me sigue odiando?

La hechicera caminó alrededor de su acompañante.

—No deberías pensar en eso, sé positivo. Existe la posibilidad de que aún te aprecie—. Le regaló una sonrisa sincera.

—Sé cómo es Zeldris, seguramente está pensando en algo junto a los mandamientos para asesinarme—Rodó los ojos.

—No puede matarte o al menos no mientras estés bajo la protección de tu maldición —Recordó, cruzando los brazos al recargarse en la puerta nuevamente.

—Creí que dirías que no sucedería porque "ustedes me protegerían" —entrecerró los ojos.

La mujer soltó una leve carcajada, cubriendo con una de sus manos su boca, demostrando delicadeza.

—Tengo muchas cosas que hacer una vez llegue allá, capitán.

—¿Cómo qué? —Ésta vez se volteó para observarla con curiosidad. —No me digas que me has estado usando para completar tus experimentos otra vez, Merlin.

Sonrió aún sin dar respuesta, dándose la vuelta y adentrándose en la taberna. —Deberías dormir, presiento que mañana será un día agitado. —mencionó por último, antes de marcharse.

—Lo sabía, aunque no debería sorprenderme, Merlin es así.. —habló consigo mismo, volviendo a su posición anterior, observando el suelo, distraído.

Era algo extraño, sentía un "deja vu" mientras más se iban acercando a su destino. Pronto y de la nada, situaciones o recuerdos invadieron su mente, proyectando con perfecta calidad, como si fuera real, momentos que pasó con aquel pequeño azabache.

Recordaba como cuándo escapaban de sus "nanas" para pasar más tiempo juntos y sin nadie que les controlara. Cada vez que el pelinegro le regalaba tiernas sonrisas o inocentes pucheros depende a su estado de ánimo.

Cómo solían jugar con sus amigas hasta que no podían más y terminaban dormidos. Eran buenos recuerdos, al menos todos esos momentos se la habían pasado bien, sin imaginarse el trágico y nostálgico destino que les esperaba.

Sacudió su cabeza evitando recordar aquella traición y aquella ira que aún sentía tan solo pensar en "esos" nombres. Charlotte y Hayli, larga historia.

Había pasado un buen tiempo, por poco y ya no recordaba los nombres de esas molestas mocosas. A quién le importa, ya no causarían problemas.

No tenía tiempo para pensar en tonterías, se centraría en Zeldris, no volvería a equivocarse.

Pero..

¿Cómo acercarse sin recibir un golpe?

¿Cómo hablarle sin sentirse un completo idiota?

¿Cómo lograr que algún día pueda perdonarle?

No parecía nada fácil, pero suelen decir que toda pregunta debe tener una respuesta y toda prueba tiene solución. Nada perdería intentando, no se rendiría.

Su plan; Recuperar el "cariño" de quién más ha amado y seguirá amando en éste mundo.

—Voy a recuperarte.. —murmuraba para sí mismo. —De una u otra forma, lo lograré. No sabes cuánto deseo tenerte nuevamente entre mis brazos, espero no tardes demasiado, Zeldris.. —colocó una mano en su pecho, se hacía una promesa a sí mismo.

Una que planeaba cumplir.

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