Capítulo 3

2.7K 153 3
                                    

Ya había amanecido, se escuchaba a las aves cantar y la brisa que mecía sus cabellos era fresca, aún era temprano.

Meliodas ya se encontraba acompañado de su equipo y de la tercera princesa de Liones, Elizabeth.

Se apreciaba a lo lejos aquel gran Castillo, faltaba muy poco para pisar tierra "enemiga" los dominios del Clan demoníaco. Se encontraban distraídos, viendo los alrededores y apreciando diferentes animales, mientras su capitán permanecía en silencio con las manos tras su cabeza, metido en sus pensamientos, tal vez buscando maneras de evitar conflictos tan pronto llegaran a su destino.

Sin embargo, un grito algo extraño llamó la atención de todos, observaron en la dirección en la que se escuchó y a lo lejos se pudo divisar nueve sombras siendo perseguidas por una más. No se veían con claridad, pero no fue tan difícil adivinar sintiendo la cantidad de poder que las "sombras" emanaban.

El rubio sonrió con melancolía, no era la primera vez que presenciaba esa escena...

Narra Zeldris

Dormir ya hasta imposible se me hacía, sólo había estado dando vueltas en la cama sin poder siquiera cerrar los ojos, mi cabeza dolía, dolía peor que otras veces.

Pensar era algo que no quería ni podía hacer, levantarme de la esponjosa cama tampoco era una opción. Simplemente esperaría hasta que me cayera el techo encima, parecía algo tolerable en ésta situación.

Toc Toc Toc Toc

—Quienquiera que seas, si sigues tocando te arrancaré la cabeza! —Grité enfadado, logrando arrepentirme casi al instante por causarme dolor.

¿Qué necesidad había de tocar tanto?

—Uy, que agresividad—. Escuché cómo se metió dentro de mí habitación, cerrando la puerta tras de sí.

—Lárgate, Estarossa. Tengo un dolor de cabeza estúpidamente fuerte, así que no quiero oír tu irritante voz.

—Eso es cruel, Zel. Sólo quiero hablar contigo.. —había duda en sus gestos, tal vez lo noté por el tono que había usado.

Con pereza me senté, cruzando mis piernas en una posición que se me hacía cómoda y le observé, entrecerrando los ojos.

—¿Qué hiciste ahora?

—¿Por qué siempre piensas que cuando vengo a hablar contigo es porque hice algo malo?—. Rodó los ojos, cruzando los brazos.

—No lo sé, será porque siempre que sucede es por esa razón? —Recordé, alzando una ceja.

—Esta bien, esta bien. Supongo que es verdad —afirmó entre risas. —pero ésta vez no es por eso.. —cesó la diversión y se dejó caer, quedando su cabeza sobre mis piernas.

—Estás dando demasiadas vueltas, habla de una vez.

—¿Vas a aceptar a Meliodas como el nuevo soberano? —cerró los ojos, disfrutando de las leves caricias que le proporcionaba.

—Haces preguntas estúpidas, es obvia la respuesta.

—Pero ambos sabemos que no me refiero exactamente a eso.

—¿A qué quieres llegar? Estás diciendo incoherencias, ve a dormir de una maldita vez. —bufé, dando un leve golpe en su frente.

Aunque en realidad quería evadir su curiosidad, sabía lo que quería averiguar.

—¿Aún tienes sentimientos por él?

Era imposible llegados a éste punto, esa pregunta se hubiese dado tarde o temprano, pero por ahora no es algo que pueda o quiera contestar.

TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora