Episodio 1

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Llevaban dos días sin responder las llamadas de amigos y familiares, aún no sabían cómo dar la noticia, y no sentían que eso fuera importante ahora. Estaban disfrutando de su felicidad... Aún querían que fuera un pequeño secreto, al menos por un par de días más. O bueno, lo cierto era, que eran un par de cobardes que no se atrevían a enfrentar a sus padres.

Naruko despertó temprano en la mañana y volteó para ver a su hermoso Uchiha dormido a su lado, tan pacífica y angelicalmente...

— (Si fuera el bello durmiente y yo la princesa que viene a rescatarlo sin siquiera conocerlo, no pensaría que al despertar tendría aquella mirada petrificante y de amargado... Definitivamente buscaría la forma de volver a dormirlo) — Pensó burlescamente, con una sonrisa imborrable en su rostro. - (Le prepararé algo para desayunar) - Decidió.

Buscó silenciosamente sus chanclas en el suelo y se las colocó, para luego encaminarse hasta la cocina y hacerle el pequeño detalle a su esposo. No solía cocinar porque era realmente torpe... Aún trabajaba en aprender otras recetas que no fuera vertir el agua hirviendo sobre el envase de ramen instantáneo. Esperaba no quemar la casa mientras hacía un simple café.

La rubia en menos de unos minutos logró tirar al suelo el azúcar, volcar agua, ensuciar varios platos innecesariamente; pero logró algo nuevo... Antes de que la taza se resbalara de sus manos, la atrapó hábilmente. Las ventajas de entrenar para ser policía y agudizar sus reflejos por el entrenamiento.

Sasuke medio dormido estiró los brazos en busca de su rubia, pensando que seguía a su lado. Pero al no encontrarla se vió obligado a abrir los ojos con el ceño fruncido por la luz que entraba por la ventana y lo incómodaba. Se sentó en la cama aún con desden. Se había tomado vacaciones de una semana ayer ¿Por qué no podía simplemente quedarse quieta unos minutos? ¿O al menos despertarlo para hacerle compañía?

— Naruko... — la llamó, sentándose adormilado en la cama y dejando caer hacía un lado su cabeza. — Ven aquí... — No hablaba lo suficientemente fuerte para poder ser oído. Suspiró y se resignó en que tendría que levantarse.

Caminó descalzo, sigilosamente hasta la cocina, dónde la rubia se encontraba limpiando el azúcar que había caído. De inmediato una sonrisa se formó en su rostro, era tan tierno verla intentando remediar su desastre... Como cuando eran pequeños, tan sigilosamente, temiendo ser regañada por sus padres.

El envase vacío que sostenía en su mano, que anteriormente contenía el azúcar, fue a golpear con fuerza la puerta, al sentir la presencia de alguien allí.

— ¡¿Quién anda allí?! — La rubia se levantó a la defensiva, dispuesta a partirle la cara a lo que fuera que estuviera del otro lado.

— Cálmate... Soy yo. — Decía el Uchiha malhunorado, sosteniendo su nariz con dolor por haberse golpeado con la puerta cuando se cerró, gracias al lanzamiento de su mujer.

— ¡Ah! — Se sorprendió de verlo allí, sin camiseta y todo despeinado. Sin embargo eso no la detuvo de darle un golpe en el hombro — ¡Idiota! ¡Casi muero del susto!

Aun no lo superaba... Aquella vez cuando estaba en ese sótano y todo comenzó a caerse. Los recuerdos se mantenían en su mente, y por las noches la atormentaban.

— Si, deberías temerme... — Acortó la distancia entre ellos dos, provocativamente; mientras se miraban a los ojos como si estuvieran hipnotizados por el otro, sus respiraciones comenzaban a pesar. Inconcientemente mordió su labio inferior y examinó a la chica con su mirada. — Vamos, aún es temprano para levantarse. — Intentó llevársela se la mano hasta la cama.

— Ah... Pero, el café — Ambos miraron a la cafetera, ni siquiera estaba prendida. — (Que tonta...) — Su expresión cambió a una apenada.

— Vámonos, no puedes tomar café. — Decidió, levantándola en sus brazos como una princesa y llevándola a la cama. — Luego prepararemos el desayuno juntos, pero ahora... — La dejó en la cama y él quedó sobre ella. Mirando sus ojos celestes que expresaban diversión por la situación.

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— Ah... No estoy seguro que sea buena idea... — Boruto se ocultaba detrás de su primo.

Ambos niños de apenas 6 años habían visitado la casa vecina a la de los abuelos Uchiha. Si, aquella casa que estaba abandonada hace más de 12 años.

No seas gallina... No hay que temer. — Replicó el de cabellos azabaches.

Un ruido estruendoso se escuchó desde la segunda planta, los hizo saltar del miedo.

— ¡Ay no! ¡Yo me voy de aquí! — El rubio salió corriendo hasta la salida.

— Ah... ¡Cobarde! — Se volteó rápidamente hasta las antiguas escaleras, con temor a que algo o alguien bajará de allí. — (Me dejó solo aquí....) — Pensó temeroso, pero no daría marcha atrás, terminaría de explorar la casa en la que alguna vez su madre vivió.

¿Cómo se había enterado de eso? Aquel día que su abuela llamó a su padre tan tarde para que fuera a verlo, era por esa casa. Un día después los escuchó a sus padres hablar al respecto, sobre el pasado de esa casa y el porque la habían abandonado sus propios abuelos, su tío y su mamá. No les dijo que los oyó, porque estaba dispuesto a explorarla por su cuenta cuando fueran a visitar a sus abuelos, que vivían en la casa vecina.

Otro estruendo se escuchó arriba, estremeciéndole la piel. — ¿Hay...? — Su voz se desvaneció de miedo — ¡¿Hay alguien aquí?! — Gritó dudoso, dando algunos pasos hasta la escalera mientras sentía todo su cuerpo temblar del miedo.

De pronto algo lo asustó, pero no fue nada que no haya visto antes. Su madre entró corriendo y lo sostuvo del brazo con fuerza, dispuesta a llevárselo.

— ¡¡¿Menma, cuántas veces te he dicho que no vengas aquí?!! ¡Vamos a casa, ya! — Lo agarró entre sus brazos, dispuesta a llevárselo. Ya antes le había dicho que no debía pisar por nada del mundo la casa de al lado.

— ¡Espera... Mamá! — Dijo rápidamente, deteniendola. — Mírala, está pidiendo ayuda. — Señaló a la punta de la escalera. Había una señora allí, muy anciana y en su rostro mantenía una sonrisa que lo aterraba un poco, pero intentaba ser valiente como su papá.

Naruko miró hacia donde el pequeño apuntó, para no lograr ver nada pero si sentir como su cuerpo comenzaba a paralizarse de terror y sus ojos comenzar a lagrimear. Las palabras de su hijo, eran tan aterradoras para ella. Esperaba que alguien llegara y la sacarán de allí, porque ella no podía mover el cuerpo.

— Mamá... — Los ojos del pequeño comenzaron a cristalizarse — Mamá ella te está insultando... ¡Mamá tengo miedo! — Se aferró a los brazos de su madre, intentando no oír lo que Naruko no podía escuchar. Cerró los ojos aferrándose a su madre, para evitar ver a aquella mujer que le decía esas cosas de ella.

Al sentir que otras personas entraban en la casa, abrió los ojos para ver a su papá y a su tío Naruto entrando al lugar para llevarlos afuera. Miró hacia la escalera para por última vez ver a la mujer, que ahora lo miraba con una cara más sádica mientras comenzaba a deformarse su expresión sonriente. Su dedo lo invitaba a acercarse, eso fue lo último que vió antes de salir de la casa.


Mi extraña familia | Naruko y SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora