XV

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Los días pasaron desde que quedé para ir al cine con Yohan.
A medida que pasaban aquellos días, yo seguía hablando con él y quedando alguna que otra tarde.
Pero seguía en aquella extraña línea por mis sentimientos.

-👽-

tú:
gente

planes para hoy?

Seungwoo:
Trabajo

Wooseok:
Sabes que paso el fin de semana con mi familia

No hagáis planes sin mí😢

tú:
los iba a hacer igual

Wooseok:
ok.

tú:

Hangyul:
tengo que hacer unos recados, pero Seungyoun creo que no hace nada

Seungyoun:
tan sólo respirar

Wooseok:
podríais quedar los dos

no?

Seungyoun:
me parece bien

tú:
A mí también

Wooseok:
pues perfecto👀🔮

Había quedado a las seis y media de la tarde con Seungyoun. Él me había hablado por un chat privado para acordar el sitio y la hora.

Llevaba más de 25 minutos delante del armario con unas opciones en mi cama.
Hoy, hacía más frío, así que opté por unos jeans oscuros con un jersey gris en pico.

Cuando en el grupo Wooseok dio la opción de pasar la tarde Seungyoun y yo juntos, quise salirme del grupo, desinstalarme la aplicación y quedarme mirando al techo todo el día.

Millones de duendes se volvieron a apoderar de mi estómago provocándome nervios infinitos. Pero más duendes aparecieron cuando vi que el contacto al que tenía guardado como Seungyoun me había hablado por privado.

No estaba saliendo con Yohan. Ni mucho menos. Con Seungyoun tampoco.
Pero el salir a solas con alguno de los dos me daba una sensación de engaño hacia el otro. Y eso en parte, me hacía sentir bastante mal.

Mis sentimientos hacia Yohan cada día estaban más claros, tal vez, ese «amor» que sentía por él, se hubiera esfumado por algunas razones, o simplemente no sentía lo que yo pensaba. Y, mis sentimientos por Seungyoun cada día estaban más confundidos.

El pitido que emitió el portero hizo que despertara de mi burbuja de pensamientos.
Miré hacia el reloj y marcaban las 18:03p.m.
Seungyoun había insistido en que me vendría a recoger ya que hacía frío y yo era demasiado quejica ante el frío.

Idiota.

Bajé por el ascensor para echarme un último vistazo en el espejo de éste. Siempre bajaba por las escaleras pero esta vez algo me hizo desviar mi camino de siempre hasta él.

Antes de salir del portal, podía ver a Seungyoun por el cristal de la puerta. Estaba mirando el cielo y se veía extremadamente tierno y sexy. ¿Cómo podía ser ambas cosas, al mismo tiempo?

Llevaba una chaqueta bastante informal pero bonita y unos jeans oscuros.

Abrí la puerta y rápidamente Seungyoun posó sus ojos en mí. Echándome un vistazo de arriba-abajo que me recordó al día de Año Nuevo, y nuevamente, me hizo sentirme segura.

Los dos sonreimos y comenzamos a caminar sin llevar un rumbo definido.

Mis conversaciones con Seungyoun solían ser raras pero geniales.
Nunca faltaban aquellos piques por parte de los dos que hacían que sintiera algo en mi interior que me hacía sentir contenta, viva...

Llegamos al centro comercial y justamente quedamos parados delante del salón de juegos y la bolera.

Seungyoun me dedicó una mirada algo desafiante.

— ¿Qué te apetece más?

— ¿Y por qué no ambas?

Seungyoun cerró los ojos y rió y pasamos adentro casi corriendo cual niño pequeño emocionado.

Los dos nos dirigimos primeramente hacia el juego de la balleta.

— A ésta invito yo. – Seungyoun sacó una moneda de su bolsillo y la metió en la máquina. Pulsó el botón y la ficha salió justo por mi lado.

— Gracias. – vacilé un poco.

Era un pique constante. Los dos queríamos ganar nada más que para fastidiar, en el buen sentido, al otro.

Yo marqué un punto primeramente, y el segundo, y el tercero, pero era a la cuenta de siete y Seungyoun marcó los restantes.

— Nadie puede resistirse a mi juego.

Ni a ti. Pensé.

Jugamos a algunos juegos más en los cuales algunas veces ganaba yo, y otras él.

La tarde pasó volando y cuando nos quisimos dar cuenta ya había anochecido.
Vimos un McDonald's y sin pensarlo dos veces nos fuimos hacia dentro.

Seungyoun se sentó enfrente mío y comenzó a beber de su coca cola. Me quedé mirándolo y me pareció extremadamente tierno con su pajita.
Seungyoun pareció darse cuenta y mientras seguía bebiendo me sonrió.
Sentí como mis mejillas tomaban un tono rosado y los duendes de mi estómago me gritaban.
Miré hacia abajo sonriendo.

— Y, ¿qué recados tenía que hacer Hangyul? – le pregunté para que no fuera tan obvio.

— Bueno, tuvo algunos asuntos o más bien conflictos con la vecina de enfrente.

— ¿La anciana aquella?

— La misma.

Explote en una carcajada que hizo que Seungyoun riera por lo bajo.

— ¿Qué pasó?

— Pues – Seungyoun comenzó a reír – resulta que la ventana del baño de Hangyul, da a la ventana de la señora. Una mañana fue a lavarse la cara y la ventana de la anciana estaba abierta. Él ni se dio cuenta pero la señora estaba cambiándose. Acusa a Hangyul de miron y acosador.Hangyul no podía creer que esa señora lo acusara de eso y comenzaron a discutir. A su madre le hizo tanta gracia que para que la señora se callase le diji queHangyul le iba a regar las plantas de su jardín.

— ¡Pobre Gyul! – no podía parar de reír por imaginarme aquella escena.

Cuando salimos de aquel establecimiento mientas reiamos nos dirigimos hacia un mercado especial que había.
Había puestos de juegos de tirar al punto, había cosas artesana y cosas varias.
Pasamos por casi todos los puestos hasta el último, era otro puesto de juego.
Mi mirada se desvió hasta un peluche qjei regalaban, era un koala pequeñito con una camiseta azul que decía «I You». De lo simple que era, era precioso.

— ¿Lo quieres? – Seungyoun me sorprendió al darse cuenta.

— ¿Ah? No no.

Seungyoun rió y llamó la atención del hombre que llevaba aquel puesto. Sabía perfectamente lo que iba a hacer, quise oponerme pero Seungyoun solo me decía que me callara.

Consiguió el peluche y me lo dio. No sabía donde meterme y di gracias que era de noche y no había mucha luz, porque juraría que tenía la cara roja.

Había descubierto el lado de hoy el lado de un Seungyoun infantil pero tierno, amable, agradable, divertido, tal vez idiota pero que me hacía sentir, contenta, alegre, segura de estar con él, cómoda, ansiosa y deseosa de algo, y sobretodo, feliz en muchas ocasiones.
Seungyoun -como casi siempre- me acompañó a casa.
Le di las gracias y ésta vez fue él quién dejó un beso en mi mejilla. Fue la sensación más agradable y bonita que había sentido en años.

hoodie -  cho seungyounDonde viven las historias. Descúbrelo ahora