Ni bien Runaan abrió sus ojos se percató que ya era demasiado tarde para salir, como era su costumbre, en compañía de los primeros rayos de sol para entrenar con el arco o sus dagas. Era tan tarde que hasta Rayla seguía dormida, ya que todavía no se dejaba ver con deseos de devorar ella sola un cerdo.
Aclaró su vista conforme los minutos corrieron. Aún parecía tener un poco de sueño. Su cuerpo se sentía pesado y cansado, además de extrañamente adolorido. Se removió un poco por entre las sabanas, estaba desnudo y reconoció su ropa para dormir tirada y abandonada en el suelo. Entendiendo lo que había pasado, levantó la mirada para encontrarse con el semblante adormecido de su pareja. Era tan hermoso, sabía que podía pasar horas o días simplemente deleitándose con el rostro moreno y bien definido de Ethari.
Había tenido suerte, pensó Runaan en ese momento mientras se atrevió a rozar la mejilla de Ethari con las yemas de sus dedos, pues al ser un tipo rudo y corto de sentimientos, tuvo la gran fortuna de ser correspondido por un hombre totalmente distinto. Ethari era aquello que tanto necesitó; Un elfo tierno, amable y justo de corazón, además de un excelente cocinero y herrero. Era, sin duda, el complemento perfecto.
Ethari seguía dormido, pero eso no evitó que Runaan, con sólo el tacto de su piel bajo las cobijas, recordara todo lo que hicieron la noche anterior mientras Rayla caía dormida después de un día de escuela y tareas.
En los recuerdos del elfo más imperturbable del campamento resonaron con un pronunciado eco los gemidos de Ethari clamando por más, sus propios gruñidos y las palabras tan excéntricas que sólo en esas situaciones los dos tenían el valor de dedicarse.
Efímeramente y con los mofletes rosas ante la memoria, Runaan se sintió de nuevo en el paraíso. Pensó en despertar a su amado para una ronda más, algo un poco simple como un oral o caricias, pero el remordimiento lo atacó cuando observó detenidamente su espalda llena de rasguños y mordidas, la noche anterior ambos habían excedido ciertos límites porque cuando Runaan se decidió a levantar de la cama, notó las mismas heridas por sus muslos y piernas.
No podría ni ver a Ethari a los ojos después de todo aquello. Siempre pensaba eso al ser el primero en despertar, pero sabía que mentía, que tenía el valor de verlo a los ojos y pedirle por más.
—¿Ya te vas a levantar? —le sorprendió la dulce y ronca voz de Ethari.
Runaan dio un suave brinco en la orilla de la cama y tan pronto como sintió la mano de Ethari acariciando sus caderas, se colocó una cobija en su entrepierna. Los pelos se le habían erizado con sólo ese simple tacto, era esa la muestra de lo mucho que Ethari evocaba en él con tan poco esfuerzo.
—Ya es muy tarde... —masculló en respuesta. La vergüenza se le notaba hasta por las espaldas, Ethari lo sabía, y sonrió como un lindo ángel disfrazado de demonio—. Tenemos que despertar a Rayla para darle de comer. Hoy no pude salir temprano...
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Objeto perdido ━ Ruthari
FantasíaRunaan encuentra en el estudio un par de objetos que creía perdidos. El pasado volvió otra vez a reproducirse ante sus ojos y prontamente sintió una ganas enormes de estar en los brazos de Ethari. Datos. ➤Este libro se hizo bajo la dinámica "Doce m...