Elizabeth [Episodio 4]

4 2 1
                                    

—¿Ya recuperaste el aliento?
—Correcto...— Dijo aliviado —espero que no tengamos que seguir corriendo.
—Mientras la policía no nos vea...
—¿A dónde tienes pensado ir, Adam?
—No lo sé... quiero que la pasma nos pierda de vista y de ahí ir a un cyber para buscar información, tal vez.
—Adam, son las 10 de la mañana. A las 2 de la tarde termina nuestro horario, te puedo ayudar hasta entonces.
—Ya veo... ¿puedes entrar a internet desde tu celu?
—Se me murió. Anoche me olvidé de cargarlo.
—Genial...— Agregué sarcasticamente.

Noté como una persona de uniforme iba pasajero por pasajero pidiendo los boletos que debía haber comprado para subirme a este subte. Si nos atrapaban sin ellos, estábamos en problemas.

—Ven rápido— Le dije a Agustín mientras le tomaba del brazo.
Disimuladamente fuimos en dirección contraria de donde estaba el tipo.
Nos movimos aproximadamente unos 3 vagones hasta llegar a la parte trasera.
—No hay salida por aquí ¿qué hacemos?
—Tu eres el inteligente aquí... a mi no me mires.
—¿Nos encerramos en el baño?
Afortunadamente, en la parte trasera del tren se encontraba un servicio para discapacitados.
—Es mejor que nos atrapen...
Ambos nos metimos, cerramos la puerta y la trabamos.
—De acuerdo. El plan es quedarnos aquí hasta que el tren se detenga y salir por el último vagón.
El baño muy chiquito asi que con Agustín estábamos muy apretados.
—Tienes un rico perfume— Le mencioné.
—Gracias...— Dijo luego de una risa nerviosa.
—Me pregunto si llegaremos pronto.
—Seguramente si. Generalmente tarda 15 minutos el subte de parada en parada.
—Entonces falta muy poco.

Asi como lo pensamos, no pasaron más de 5 minutos cuando sentimos que el tren se detuvo.

—Bien— susurré —abramos la puerta y, muy disimuladamente, salgamos directamente a la calle.

Una vez salimos del baño, no vimos mayor amenaza. Simplemente una pareja de ancianos que nos vió salir del baño y nos miraron con cara fea.

Una vez en la calle nos metimos a una tienda de ropa y, con la poca plata que tenía, le compré una gorra a Agustín para que pasara desapercibido ante los ojos de la policía, si es que no estaban buscando.

Gracias a nuestra mala suerte, comenzó a llover, asi que nos pusimos debajo de una parada de bus.
—Debí haberme traido un paragüas...
—Tranqui, Agus, no sos el Dios del clima. No dijeron nada sobre que iba a llover.
—Ojalá no llueva por mucho tiempo.

Agustín se acercó un poco hacia mi y me dijo entre susurros.
—Ey. Hay una chica detrás tuyo que nos está mirando con mala cara.
Utilicé un charco de agua que había en el piso de forma de reflejo y pude ver a una mujer de nuestra misma edad con una gorra en la cabeza y comiendo un chupetín.
Me di media vuelta y la encaré
—¿Pasa algo?— Pregunté en un tono firme.
La chica soltó una risa burlona y respondió:
—¿Por casualidad no eres Adam?
—¿Cómo me conoces?
—Sígueme, te lo mostraré.
Acto seguido, la extrala mujer comenzó a caminar en sentido contrario y se metió a un callejón hacia la derecha.

—Adam... no creo que sea buena idea... no me inspira confianza— Dijo Agustín un poco nervioso.
—Conozco a las chicas como estas. No nos hará daño.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Simplemente lo estoy. Confía en mi— Le dije dándole un golpe suavecito en el brazo.

Agustín y yo nos adentramos en el callejón. Tenía un aspecto y olor realmente horribles. A pocos metros, se encontraba la chica frente a una puerta roja grafiteada.
Utilizó una llave para abrirla.
—Pasen. Sin miedo.
—Pasa tu primero— Le respondí.
La chica revoleó los ojos y se adentró de lleno en aquel cuarto oscuro. Sin embargo, cuando entré, las luces se hicieron y resultó ser que el lugar se parecía a un gimnasio del colegio. Era realmente alto y grande. Había sillones, un televisor y algunos bidones.
La chica se sentó encima de uno de ellos y prendió un cigarrillo.
—¿Y bién? ¿Cómo me conoces?
La chica tomó algo que tenía a su lado. Al principio me asusté, ya que pensé que era un arma, sin embargo resultó ser un control remoto.
—Prende el televisor.
Una vez lo prendí, pude ver que en las noticias estaba mi cara y la de Agustín.
—¡¿Qué?!
La locura de estos dos jóvenes que saltaron de un edificio de 12 metros de altura puede llegar a ser infinita.
—Correcto, Francisco. Estos son llamados Adam y Agustín y están siendo buscados por la policía. Se los denominó como altamente sospechosos y, ante cualquier contacto con alguno de ellos o ellos juntos, se deberá llamar al 911.
¿Estamos en la tele?
—Adam. Parezco un delincuente... esto no estaba dentro de mis planes.
—Ni de los mios, pero-
—Ay ya callense— Ordenó la chica. —Quédense. Aquí estarán seguros.
—¿Por qué ayudarnos?
—Este lugar está muy solitario desde que encarcelaron a toda mi banda. Un poco de gente no me vendría mal.
—¿Y cómo sabemos que estaremos seguros?
—La policía ya no revisa esta zona desde que nos atraparon en aquel robo al banco.
—¿Te refieres al robo al Banco Nación que pasó hace 5 meses?— Preguntó Agustín
—Exacto.
—¿Y a ti no te atraparon?
—No fuí. Me pareció ridículamente suicida atracar un banco. Asi que opté por no asistir y, aquí me ves, libre.

Hubo unos segundos de silecio en aquel cuarto gigante.

—Se ven nerviosos... ¿es la primera vez que escapan de la policía?
—Tu pareces estar muy experimentada en esto...
—Asi es...
—Por cierto. Nos ayudaste, pero no nos dijiste tu nombre...
La chica terminó de exhalar el humo del cigarro antes de responder:
—Llamenme Elizabeth.
—Bien, Elizabeth. ¿Sabes algo relacionado con Plicroxx?
—Eh leido sobre él en la "parte oscura"...
—¿"Parte oscura"?— Preguntó confundido Agustín.
—¿Te refieres a la Deep Web?
—Correcto.
—¿Te has metido ahí?
—No vas a realizar atracos con armas de juguete. O si, nene?

Crucé miradas con Agustín para luego recibir algo de Elizabeth.
—Ten.
Me lanzó una llave.
—¿Ven la puerta de allá?— Me dijo señalando una puerta bloqueada con bidones. —Corran eso y métanse para abajo. Allá tienen equipo de computación y pueden entrar en la "parte oscura".
—¿Por qué nos ayudas?
—No lo sé... simplemente me desperté solidaria hoy.

Agustín y yo comenzamos a caminar hacia la puerta que Elizabeth nos mencionó.
—Ey, Agus. ¿Por qué crees que haya información de Plicroxx en la Deep Web?
—Es verdad... es extraño, ¿no crees? En Google había muy, pero muy poca información sobre esta empresa.
—Tenemos tiempo hasta que sea la hora de que vuelvas a casa. Asi que-
—No creo que vuelva. Mi mamá seguramente ya me vió en la tele y sería un desperdicio volver. Ahora somos tu y yo juntos.
—Siempre, amigo. — Dije chocando mi puño con el de él.



Este capítulo fue un poco más tranqui, pero sobre todo me centré en presentar al nuevo personaje.
En el siguiente se vienen cosas...
Acordate de compartirme. Nos vemos!




PlicroXxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora