Capítulo 1. Los Cuthbert

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—Marilla, tú y Matthew han perdido la cabeza ¿Adoptar a un huérfano para que les ayude en el hogar?— exclamó Rachel en su particular tono escéptico y dramático.

—Matthew y yo lo consideramos por mucho tiempo, creemos que es una buena opción, Matthew ya no puede hacer todo el trabajo en los huertos, un niño será perfecto para ayudar en todo y más.—

—La edad te ha afectado en definitiva, Marilla, si tan solo lo hubieras consultado conmigo, te hubiera dicho que lo pensaran más—

—Lo sé Rachel, lo sé. Pero Matthew comienza a quejarse por su corazón, además, el niño viene de un orfanato local—

—Bueno, eso es algo bueno... no será un británico mal educado o un ladrón francés.— palabras despectivas, dignas de Rachel.

No era la idea más loca del mundo, en el sur de Canadá era común adoptar a huérfanos para tener un ayudante barato, que además, no recibiría una educación formal que aumentara los gastos de los nuevos padres. Los hermanos Cuthbert decidieron adoptar a un muchacho, de edad media y fuerte, un chico con energía, ideal para el trabajo pesado y arduo de una granja. Es así, como el orfanato local decidió mandarles a su más correcto y educado niño, Gilbert Blyte, nunca había salido del orfanato, no había tenido suerte con familias que buscaban niños y así fue qué pasó casi 14 años de su vida dentro de aquel infierno para muchos niños.

Gilbert Blyte, un jovencito educado y callado, no solía platicar con muchos huérfanos y era de los pocos afortunados en asistir a la escuela gracias a su intelecto. El orfanato sentía la salida del joven Blyte como algo negativo, pero sabían que él merecía una mejor vida que solo permanecer en el orfanato, así que dieron la oportunidad a los Cuthbert, una familia de estatus medio, con buenas referencias del ministro y una buena cantidad de dinero por aquel niño.

Matthew recogió al callado y joven Blyte en la carroza, lo mucho que pudo escuchar por palabras del muchacho fue un vago "Buenas tardes" y "Gracias por adoptarme". Aún cuando el cansado y tímido Matthew se negaba a hablar con desconocidos, había aprendido de una pequeña jovencita las maravillas de conocer a una nueva persona. Sin mucho embrollo, Matthew comenzó a interesarse por la vida de aquel jovencito, preguntándole su edad, su nombre, su comida favorita. Por su puesto, de manera respetuosa y cordial, el joven Blyte respondió ante todas las dudas, pero jamás tuvo ninguna pregunta, no hasta que cruzaron una avenida, llena de flores hermosas y una vista esplendorosa.

—Sr. Cuthbert...— Se le interrumpió.

—Llámame Matthew— dijo con un poco de entusiasmo.

—... Matthew, ¿Por qué usted y su hermana decidieron adoptarme? No es por ser grosero, pero dudo que personas de su edad puedan educar a un joven de mi edad, ¿Acaso es un sueño oculto? Pues, no veo otra razón por la cual ustedes decidieran tener un niño a su edad— Aquellas preguntas habían confundido un poco a Matthew, pues, se quedó pensativo por mucho tiempo; "Acaso no le habían avisado al niño Cuthbert que era naves agio para labores del hogar" "Acaso Marilla había redactado mal la carta", fueron preguntas que no pudo responder, así que realmente no dijo nada dejaría que Marilla se encargara de los detalles cuando llegaran a tejas verdes.

Y así fue, no pasó mucho después de las preguntas y de su llegada a tejas verdes, el nuevo hogar de Gilbert Blyte. Jamás lo admitiría en voz alta, pero Gilbert se dejó fantasear un poco, porque la casa en tejas verdes era bellísima, digna casa de un futuro médico, digno hogar para estudiar y para enorgullecerse a sí mismo. Cuando llegaron cerca de la casa y pararon a los caballos, el joven Blyte fue el primero en bajar y en apreciar su nuevo hogar, realmente era un lugar hermoso, aunque no tuvo mucho tiempo para hacerlo.

—¡Niño!— era la voz de Marilla, se escuchaba como una anciana, pero con un tono de carácter. Aquello espantó un poco al joven Blyte y su cuerpo reaccionó con un ligero salto, para observar a la mujer que parecía reprenderlo mientras caminaba hacia ellos—¡Niño! ¿Acaso eres ciego? Ayuda a Matthew a bajar de la carroza— no lo pensó, en cuanto aquella señora que seguramente era Marilla Cuthber dejó de hablar, Gilbert corrió hacia el otro extremo de la carroza y extendió una mano a Matthew.

—Marilla, no hay problema...— dijo aún cuando recibía la ayuda del joven Blyte— puedo solo.—

—Por dios, tú debes de ser Gilbert.—

—Mucho gusto señorita Cuthbert, soy Gilbert Blyte, espero que podamos ser una buena familia juntos.—extendió su mano que fue recibida con un fuerte apretón de manos de parte de su nueva madre.

—Es un gusto, también. Ahora a trabajar, que no tenemos mucho tiempo. Ven te mostrare tu habitación, trae tus maletas—

El joven Blyte no dudó en tomar sus dos pequeñas y casi vacías valijas de la parte posterior de la carroza y seguir a la ya vieja Marilla Cuthbert, aquella que caminaba con fuerza y a pasos firmes, casi como un soldado.

—Este es el comedor, la sala está por allá...— señaló con un simple gesto— tendrás que levantarte todas las mañanas a las 6:00, te lavarás la cara en ese lavabo y comenzará a apilar el heno. Subiendo las escaleras encontrarás tu habitación...— en seguida se adelantó frente al muchacho para mostrarle el segundo libro de la hermosa casa de tejas verdes— Las primeras dos habitaciones son de mi hermano y mías, a menos de que se te indique, no puedes entrar, hay un baño y un cuarto de invitados, ahí es donde dormirás tú.— abrió la puerta, era un cuarto algo pequeño, la vista que regalaba era hacía los campos de cultivo y mucho camino verde.

El joven Blyte no se adentró de inmediato a la habitación, pues su curiosidad lo venció le dio una pequeña pero detallada mirada a la última habitación, la del final del pasillo, su puerta estaba abierta y corría un fresco aire, aquel que chocaba contra el hermoso gran cerezo que parecía asomarse por la ventana.

—¿Qué hay de aquella habitación?— preguntó el joven, llamando la atención de Marilla. Ella camino hacia ella y el joven no hizo más que seguirla.

—Está es la habitación de mi querida Anne— al pronunciar aquella frase la cara de Marilla cambio, era mas reluciente y llena de energía, en su rostro se dibujaba una hermosa y cálida sonrisa. Casi había olvidado que un huérfano entraba a la sagrada habitación de Anne.

—¿Anne?—

—Con una "e" al final— repitió, como solía presentarse aquella chiquilla.— Es una niña maravillosa, ella y los Shirley llegaron a Avonlea cuando tan solo Anne tenía dos años. Matthew y yo cuidábamos a la pequeña Anne cuando los Shirley debían trabajar, cuando creció ella optó por venir todos los días a jugar, es como una hija para nosotros, es muy parlanchina, lo saco a su padre, pero tiene la belleza e inteligencia de su madre. Dentro de tres días la feria del condado se presentará y te presentaremos ante todos. Entre ellos los Shirley.— realmente, el tono y humor de Marilla cambiaron en cuando el tema fue Anne. Gilbert no era tonto, noto aquellos cambios y aún así no entendía ¿Por qué los Cuthbert adoptarían a un niño?

 Gilbert no era tonto, noto aquellos cambios y aún así no entendía ¿Por qué los Cuthbert adoptarían a un niño?

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Reversed. "Anne With an E"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora