Capitulo 1

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Me encontraba caminando por los ruidosos y caóticos corredores del destacamento policial de Vancouver, en el que ahora trabajaba, luego de ser transferido desde Seattle. Gracias a Dios, mi compañero, el agente Malik había sido transferido junto a mí, si no fuera por él me encontraría rodeado de estúpidos idiotas incompetentes. Los últimos días habían sido realmente exhaustos y verdaderamente terminaba el día con más de doce tazas de café ingeridas. El caso en el que casi todos los policías de la ciudad estaban metidos era realmente intenso, el más difícil y sádico que alguna vez había visto en mi carrera. No me preocupaba el hecho de que si iba o no a resolverlo, por que sabía que Zayn, mi compañero y yo, lo lograríamos, pero estábamos completamente presionados desde el tiempo. Nuestro jefe, Fransisco Rogers nos indicaba como y cuando debíamos de hacer las cosas y hacia donde dirigirnos, aunque en realidad nos tomó muy poco tiempo comprender las actividades diarias del destacamento policial y de la ciudad entera.

Por otro lado, nos encontrábamos atados de pies y manos cuando nos referíamos al asesino que estábamos buscando. Por que por más que lo analizáramos unas diez o veinte jodidas veces nada quedaba a la vista, el muy maldito hijo de perra limpiaba cada una de sus huellas dactilares de los cuerpos y de toda la escena del crimen. Habíamos estado cerca, o eso creíamos, de tomarlo en un barrio bajo de la ciudad, pero todo se nos fue de las manos cuando familiares de la niña secuestrada intervinieron en la zona de persecusion. Eso lo había jodido realmente y él entonces supo que estábamos más cerca de lo que pensaba, así que desde la víctima número cinco él se nos escurría de las manos como un completo hijo de perra.

Fransisco nos había avisado acerca de los cambios de equipo de investigación que se harían el día de hoy, pero luego de chequear el reloj noté que faltaban un par de horas para que esos adolescentes bobos vinieran a presentarse. La idea de tenerlos en el equipo no me agradaba bastante, es decir, nada. Generalmente los adolescentes de veinte años o menos no pueden concentrarse en una sola palabra de lo que dicen, además de que son completamente irresponsables e irónicos, a mi parecer, hacer eso era algo estúpido, estábamos más o menos bien, no necesitábamos más gente merodeando los finos pasillos del lugar, para hacer todo aún más complicado de lo que era.

– Genna, necesito las fotocopias de esto, dos copias – Dije refiriéndome a la pequeña mujer que se encargaba de básicamente de cafés y fotocopias, ella me sonrió abiertamente y bufé sin que me viera dándole la espalda, esa mujer quería algo conmigo, no podía siquiera ser aún más obvia, pero no era mi tipo, además de que junto ahora, no podía ocuparme de una relación seria, para eso salía en las noches, en busca de algo de liberación de tensiones a causa de mi exhausto y problemático trabajo.

– Aquí tiene Detective Styles – Ella volvió a mí con la misma sonrisa en su rostro y le dediqué una mirada para desaparecer de allí sin que ella pudiera iniciarme una incómoda conversación, de la cual no estaba interesado en lo más mínimo. En mi mano llevaba las carpetas de las seis chicas involucradas en el caso, su información, lugar en donde fueron encontradas, método de mutilación y fotografías de cada una de ellas.

Me dirigí presuroso hacia la oficina de Fransisco, quien nos había mandado a llamar hacía un par de minutos, para darnos a conocer sobre nuestro siguiente movimiento. Mi anterior obligación había sido enviar a casi cien agentes policíacos a la costa del río de la ciudad donde generalmente aparecían los cadáveres de las chicas abusadas o maltratadas de alguna manera. A mi parecer eso era completamente innecesario, ya que el asesino era realmente astuto y seguramente había pensado que enviaríamos policías a rastrillar la zona sin que nosotros lo hayamos decidido aún, pero las ordenes de Fransisco y de su mano derecha, Liam Payne parecían estar por encima de todo lo que Zayn y yo dijéramos. Definitivamente no estaba acostumbrado a no tener la última palabra, ya que en mi departamento policial de Seattle todos obedecían mis órdenes sin cuestionarme, ahora debía seguirlas yo, y eso era realmente incómodo y molesto. Al llegar a la puerta de mi jefe intercepté a Zayn, quien llegaba al mismo tiempo que yo desde el otro lugar frente a mí, toqué dos veces la puerta y al escuchar su voz permitiendo que pasara aclaré mi garganta y los dos entramos para ver al obeso y trajeado hombre detrás de su escritorio repleto de desorden y basura.

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