47. Lo que queda y lo que se desvanece

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*Letras en cursiva representan recuerdos.

[Min Yoongi]

Todos necesitan alejarse un tiempo, lo oí decir de otros...

El frío viento revolvía sus largos cabellos, nuestras manos entrelazadas y encajando perfectamente bien la una con la otra, porque se pertenecían, porque ese debía ser su lugar. Pensaba que no estaban hechas para estar separadas y que nadie debía intentar separarlas jamás. Tocar las manos de Jimin resultaba siendo la cosa más simple del mundo, pero al mismo tiempo... provocaba que mi estómago se retorciera y que las abejas asesinas se convirtieran en ligeras mariposas que hacían cosquillas.

Quería sostener su mano para siempre y tener esa certeza de que todo estaría bien. No deseaba alejarme de Jimin, ni deseaba que él dejara ir mi mano, no después de haber dicho que me amaba por quizá, tercera vez desde que comenzamos a salir. Esto que teníamos ya no era querer, era algo mucho más profundo y probablemente, doloroso. Debí haberle dicho esa vez que también lo amaba, pero asumí que era algo que él ya sabía.

Sin embargo, a pesar de mi falta de respuesta por su reciente declaración, él no se detuvo en repetirlo, jamás lo hacía:

—Te amo, Yoongi— Sus ojos verdes tan llenos de brillo, de vida, de felicidad compleja mientras lo decía.— Creo que te seguiré amando incluso cuando ya no estemos juntos.

—Nunca nos alejaremos— Aseguré.— Estaremos tanto tiempo juntos que para cuando muramos, seremos como esa vieja leyenda de los amantes que se convirtieron en volcanes para seguir juntos.

Hasta los amantes necesitan unas vacaciones... alejados uno del otro...

Casi de forma reticente, él rompió el abrazo y se alejó de mí a una distancia prudente. Sus ojos y los míos permanecieron bastante tiempo fundiéndose, antes de que Jimin apartara la mirada y relamiera sus labios para decir en un hilo de voz demasiado doloroso:

—Suerte, Yoongi.

Sin decir nada más, sin esperar a que yo pudiera decir algo más, se fue. Caminando tan rápido que supe que lo hacía de esta forma para no tener tiempo de arrepentirse y volver, para no darme tiempo de alcanzarlo y pedirle que lo intentáramos una vez más. Se iba y yo lo miraba hacerlo y cuando desapareció por completo de mi campo de visión, aún sentía que en realidad, no se había ido del todo. Que una parte importante se había quedado conmigo y yo... todavía me quedé un poco más allí hasta que la débil luz del farol comenzó a parpadear.

Sosténme ahora, es difícil decir lo siento, sólo quiero que te quedes...

—Entonces, ¿qué?— Preguntó de pronto, extendiendo su mano en mi dirección e interrumpiendo mis pensamientos, pestañeé.— ¿Quisieras reconciliarte conmigo y ser mi amigo?.

Una sonrisa apareció en su rostro, sus ojos verdes brillando con emoción contenida y yo a punto de ceder ante aquella estúpida sonrisa y ante aquellos estúpidos ojos. Sin pensarlo demasiado estreché su mano y su sonrisa se hizo aún más amplia, cual niño que acaba de recibir el juguete que le pidió a Santa Claus para Navidad.

—En serio, Park, eres un dolor en el culo.— Negué un par de veces, antes de soltar la mano de Jimin a regañadientes.

—No hay nada que perdonar— Exclamó pareciendo más animado y mentiría si dijera que no me sentí tan aliviado.— Ahora eres algo así como mi mejor amigo, no podría enojarme contigo.

Like a girl; JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora