32. Un Park

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[Park Jimin]

Estaba soñando, por extraño que pudiera parecer, en mi sueño estaba acostado sobre una superficie tan suave que, en lo único que podía pensar era en la cama de la cabaña en donde me había quedado en las vacaciones. Podía ver el enorme ventanal de la habitación con el paisaje del bosque al fondo, las paredes color durazno pastel y los débiles rayos del sol entrando a través de las enormes ventanas que se ceñían en una de las paredes de la habitación.

De pronto, pude escuchar con claridad al piso de madera del pasillo crujiendo bajo las pisadas de lo que parecían ser pies descalzos. Luego, una figura delgada que no lograba distinguir por completo entraba por aquella puerta igualmente de madera, ésta misma crujió cuando fue cerrada nuevamente; la figura recién llegada se paraba frente al pie de la cama, era como si de pronto toda la luz del sol que entraba por la ventana se enfocara en aquella presencia, no me dejaba ver su rostro y lo único que podía distinguir por breves segundos, era el cabello negro cual ébano y la piel pálida contrastando con esa negrura.

Yo quería hablar, decir cualquier cosa pero de mis labios no brotaba palabra alguna. La figura desconocida para mí ya se encontraba trepada en la cama al igual que yo, gateaba hasta quedar sentada a horcajadas sobre mis muslos, pero yo ni siquiera podía moverme, ni hablar, ni nada, estaba paralizado. Me encontraba tan encandilado por aquellas manos que tocaban con gentileza mis hombros desnudos, en los finos labios que besaban con suavidad mi rostro que nada más importaba en ese momento. Frente, mejillas, barbilla, nariz y labios eran besados con suavidad, toques breves pero húmedos que hacían que me estremeciera.

«Irene»

Logré pensar entre la bruma de sueños, éste debía de ser uno de esos tantos sueños especiales, maldición... hacía muchísimo tiempo que no tenía uno de esos, ¿y por qué tenía que ser Irene la protagonista? Se suponía que ya no debía verla de esa forma, ahora éramos familia, como hermanos, ¿qué estaba mal conmigo? Ella lo ha superado, y creí que yo también lo había hecho. Pronto me encontré con que mi nariz se había hundido en ese pálido cuello, en ese sitio no olía como a Irene, ella siempre olía a fresas, pero éste era un aroma distinto, mi subconsciente parecía saber de donde era aunque yo no lograra recordar. Un olor a jabón y libros viejos, quizá. Un aroma peculiar, que sin embargo me parecía bastante familiar.

Mis manos viajaban de arriba hacia abajo en aquella espalda desnuda, mientras que las manos ajenas lo hacían desde mis hombros, pasando por mis brazos y luego tocando mi abdomen, intentando neciamente llegar más y más abajo. Yo estaba deseando ese toque, sin embargo, nunca llegó, la alarma sonó con gran estrépito haciendo zumbar a mis oídos y que mi cuerpo respingara involuntariamente sobre el colchón de la cama. Abrí un ojo con pereza, el sol ni siquiera había salido y todo en mi casa parecía silencioso, incluso podía escuchar los ronquidos de Donghae a través de las paredes.

Estiré la mano para apagar la maldita alarma y prendí la lamparita de noche, como lo supuse, eran apenas las cinco de la mañana en punto. Era mi primer día en la universidad, que estaba al otro lado de la ciudad, a la que tenía que entrar a las ocho de la mañana y no a las nueve y media como en mi vieja escuela y en la que por cierto, no estaría ninguno de mis amigos.

El pensamiento me deprimió, las vacaciones de verano estuve prácticamente pegado a ellos, haciendo planes casi todos los días, ir al parque, al estreno de una película al cine, a la plaza a comer helados turcos, al parque de diversiones e incluso, al parque acuático a las afueras de Berlín. Sin embargo, con el que pasaba gran parte de mi tiempo, era con Yoongi. Desde la noche en la cabaña, cuando le dije aquello... parecía que ambos buscábamos excusas para pasar tiempo juntos, y aunque jamás se lo hubiera dicho en voz alta, lo cierto es que notaba a Yoongi distinto, parecía estar de mejor humor, los golpes, o pellizcos en mis brazos, al igual que las patadas en mis piernas se fueron reduciendo hasta que un día, ya no lo hacía. Con los comentarios sarcásticos no había corrido con tanta suerte, esos seguían ahí, recordándome que Yoongi siempre sería Yoongi, a pesar de todo.

Like a girl; JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora