Cuarta carta

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Olvidé por completo la razón por la que aún seguía en la preparatoria en el momento en que decidí adelantarme y esperar en la puerta. Al rato después, vi a Adrien y a Luka, con su bicicleta al lado, salir mientras conservaban.

—Adrien, ¡lamento lo de recién!— exclamé sin pensármelo dos veces —¡Lo lamento!

Lo único que tenía planeado después de eso era largarme corriendo. Sin embargo, él gritó que nos quedásemos un rato juntos, a lo que Luka reaccionó mirándonos, subiéndose a su bicileta y marchándose de allí, dejándonos solos. ¿Qué debía hacer? Eso no estaba en la carta. Nosotros dos, solos...

Quiero que ayudes a Adrien cada vez que parezca en problemas.

Eso era todo lo que decía la carta sobre hoy, esto era algo que no le había sucedido a mi yo del futuro. Ahora no estaba siguiendo nada, y estaba muy nerviosa.

—¿Nos sentamos?— preguntó cuando una banca se cruzó en nuestro camino.

La parte de mi cerebro que pensaba en la estabilidad de mi corazón no quería hacerlo, pero acepté. No tenía idea de qué iba a pasar, estaba llena de miedo. Sin embargo él se entretuvo preguntándome sobre qué hacía al llegar a casa y qué era lo que me gustaba hacer. Estaba haciendo tantas preguntas que pensé que estaría bien hacer algunas también.

—¿Qué hay de ti? ¿Qué haces en tu casa?— le pregunté. 

Su respuesta inmediata fueron los videojuegos. Entonces le pregunté si había estado jugando videojuegos esas dos semanas que se tomó de vacaciones al iniciar el año.

—Sí— respondió, cortante.

Permanecí un minuto en silencio al notar su seriedad, pero comencé a hablar del equipo de esgrima y le pregunté por qué no se unía si parecía que realmente lo disfrutaba.

—Mi mamá murió el primer día de preparatoria— habló de repente, dejándome muda —Estuve ausente por el funeral. Le prometí a ella que siempre aprovecharía bien mi tiempo, a ella no le gustaba que practicase un deporte con espadas.

Pensé que preguntarle cosas estaría bien, porque él tenía muchas preguntas para mí. Lo único que logré con mi prolongado silencio fue que se disculpara por hablar de ello.

—Siento haber preguntado— dije, haciendo del momento un arrepentimiento colectivo.

Lo que carta decía ese día era "por favor deja que se vaya". Si yo lo hubiese permitido, si me hubiese esforzado por seguir ese consejo, ¿qué tan importante fue ese momento para que justo ahora se vea tan triste? 

—¿Nos vamos?— preguntó levantándose de la banca.

La razón por la que tengo esa carta es para asegurarme de borrar todos esos arrepentimientos. Como voy, solo he estado repitiendo todo de nuevo... Tengo que confiar en mí misma.

—Adrien, tu almuerzo, ¡lo preparé!— le mencioné sin dejar que se marchara —Planeaba dártelo a la hora de almuerzo, pero no lo hice.

—De verdad me preguntaba si lo harías— dijo soltando una gran risa —Estoy realmente feliz de que lo hayas hecho. ¡Gracias!

Parecía que Adrien estaba a punto de llorar, pero él miraba en dirección a su casa mientras sostenía el almuerzo y sonreía. Su sonrisa y su risa nunca cambiaron, mientras me recordaba que yo actuaba como una mamá.

—Te haré otro mañana... Y el día después— declaré sin que mi voz temblara —¡Lo haré todos los días!

Su sonrisa permanecerá durante diez años, por y para siempre.

***

Llegando al final de un camino Marinette y Luka vieron desde lejos a Nino, Alya y Chloé, que los esperaban fuera de un auto del que aparentemente acababan de bajarse.

—Es igual a ti— susurró Alya viendo al bebé en brazos de la azabache.

—Qué bueno que no se parece a Luka— complementó Chloé, con una pícara risa.

Dentro del auto, Luka les preguntó a todos qué habían llevado, a lo cual cada uno respondió que era un secreto, incluso Marinette. Desde que los cinco se graduaron de la preparatoria, sólo se habían reunido el mes pasado. Hoy iban a ver a Adrien, y todos le llevaban un regalo, a la vez que en sus espaldas cargaban los sentimientos que no lo alcanzaron y la promesa que Marinette no pudo cumplir.

***

Diez años en el futuro, no quiero perder algo tan preciado.

Por favor, cuida atentamente de Adrien. Él murió en un accidente en el invierno en que tenía 15 años, y nosotros hicimos una promesa...

Salvar a Adrien... Es nuestra penitencia. 

Sálvalo.

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