Tercera carta

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Dentro de diez años Chat Noir no estará con nosotros.

Me distrajo un grito de mi madre desde el segundo piso, anunciándome que ya era hora de ir a la preparatoria. Era difícil dejar de mirar esa carta, pero la volví a meter en el sobre y la guardé en mi velador. 

Saber la identidad verdadera de mi compañero no era tan revelador, era alguien que había visto unas cuantas veces durante cortos períodos de tiempo. No había pasado ni siquiera un mes desde que empezó nuestra esporádica vida como héroes.  

23 de Abril

Adrien ingresó al equipo de esgrima temporalmente.

Nos dijo que su madre no hacía almuerzo, entonces dije que haría uno para él y se lo traería el día siguiente.

—Luka, ¡vamos a comprar!— dijo Nino de un lado al otro del salón.

—¡Esperen!— exclamó Adrien uniéndose a la conversación —Voy con ustedes.

—¿De nuevo sin almuerzo?— le inquisitó el moreno.

Entre un sonrisa nerviosa, Adrien declaró que su madre no le había hecho un almuerzo. Otra vez, la carta había estado en lo correcto, y era lo único en lo que podía pensar mientras los tres chicos hablaban sobre lo que hacía sus madres por ellos. ¿Adrien murió? Eso es algo que realmente no puedo creer.

Esa misma tarde las chicas aparecieron de improviso invitándome a ir de compras, mientras que Luka le preguntaba a Adrien si tenía algo que hacer ese día. En ese momento, Chloé se agachó para recoger un cierre que había en el suelo, logrando que Luka se diese cuenta de que era de su polerón y lo había perdido durante el día.

—Puedo arreglarlo por ti— le dije, a lo que reaccionó sorprendido —Siempre tengo un pequeño costurero conmigo.

—Eso parece algo tan propio de ti— me respondió sonriendo —Cuando termines deberías venir a ver la práctica de esgrima. Adrien estará ahí.

Inmediatamente oí a las chicas reclamando que yo iría de compras con ellas, pero no pude evitar aceptar la propuesta de Luka. Él mismo terminó por convencerlas de quedarse, mientras que Nino escapó entre el alboroto y Adrien sólo escondió una carcajada mientras veía la escena. Se sintió como si fuésemos a estar así de unidos por siempre.

En el entrenamiento me asombró ver a Adrien moviéndose de un lado hacia otro, riendo. Recibió constantemente cumplidos de que era muy bueno, y él se limitaba a responder que su padre le había hecho tomar clases particulares antes.

—Adrien se unirá oficialmente desde mañana— anunció Luka dirigiéndose a nosotras, quiénes los miramos atentamente desde unas gradas.

—¿Qué? Nunca dije eso— respondió Adrien notándose preocupado —No tengo tanto tiempo como para unirme de verdad... Pero si puedo quedarme como estoy, estará bien.

Pesé a que fingió rendirse ante la insistencia, se le veía bastante feliz. Aproveché aquel momento para acercarme a Luka y entregarle su polerón arreglado, y mientras él me agradecía, nuevamente escuché a una pequeña carcajada contenida por parte de Adrien. Lo miré para demostrarle que me daba cuenta de lo que hacía, pero su expresión siguió igual.

—Lo siento... Es que eres como una mamá— dijo, causando una sonrisa en el resto de nuestros amigos.

—Incluso es ella misma la que prepara sus almuerzo todos los días— agregó Chloé en un intento de darle mayor validez a la afirmación.

Cuando una mirada nostálgica se cruzó en su rostro, le ofrecí hacer sus almuerzos también. Al cabo de un segundo ya había aceptado, pero al segundo posterior a ese dijo que no me preocupara por eso.

Al llegar a casa tenía muchas ganas de preparar almuerzo para ambos. Pero él dijo que no, así que no debería hacerlo. Sin embargo, la carta...

Nos dijo que su madre no hacía almuerzo, entonces dije que haría uno para él y se lo traería el día siguiente. Pero al final, no lo hice.

Hazlo y dáselo o al final te arrepentirás.

24 de Abril

Quiero que hagas su almuerzo.

Me levanté a cocinar con tanto ánimo que mis padres se terminaron dando cuenta de la cantidad de comida que estaba haciendo, pero no dijeron nada al respecto. ¿Le gustará mi almuerzo? ¿Lo odiará, se sorprenderá? ¿Qué pensará?

Estaba tan perdida en mis pensamientos que su saludo de buenos días hizo que mi cara se tornara completamente roja y titubease para responderle. Bueno, no me quedaba más que esperar la hora de almuerzo. Puedo dejar lo que preparé sobre su escritorio y salir corriendo, estará bien si es raro. Estará bien, estará bien.

—¡Luka, vamos a comprar!— exclamó Nino al igual que todos los días.

Adrien, hice tu almuerzo.

—¿Adrien, vienes con nosotros?— preguntó Luka desde el otro extremo.

Adrien, hice tu almuerzo. Adrien...

—Sí, voy— respondió él, saliendo del salón.

No pude decirlo.

Cuando las clases terminaron esperé a Alya y Chloé, ese día les tocaba hacer limpieza en el salón. Mientras merodeaba por los pasillos, Adrien apareció y me contó que él estaba esperando a Luka que había sido llamado por un profesor.

—Tu mochila se ve pasada— dijo entre risas —¿Cuántos costureros llevas ahí?

Mientras decía aquella frase, acercó su mano lentamente hacia mi mochila, gesto ante el cual reaccioné dándole un golpe en la mano para alejarlo de mí, llena de miedo.

—Lo siento— dijo él antes de girarse y alejarse de allí.

Lo siento, yo lo siento. Si no hubiese hecho ese almuerzo, si no fuera por esa carta... No pude eliminar este arrepentimiento, es mi personalidad la culpable, pero aún así... Desearía no haber leído esa carta.

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