Capítulo III.

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Capítulo III.

El bus en el que iba Sam se había volcado. Aquel accidente había cobrado la vida de siete pasajeros, por suerte a ella no le había pasado nada grave. Sufrió golpes en el cráneo y en las costillas, pero según los médicos, nada grave. Había estado toda la noche en vela por aquello. Aunque pasada las dos de la mañana Todd me informó que todo estaba bien, que lo de Sam no era nada grave, yo no había podido pegar el ojo en toda la noche.

Pude dormir alrededor de las cuatro de la madrugada. Me levanté a las siete sobresaltada, no tenía más sueño.

Me quedé un rato sentada en la cama, me puse mis audífonos, los acordes de Mirrors de Justin Timberlake llenaron mis oídos.

Me levanté y busqué en mis cosas, tomé la foto de Paul y me abracé a ella fuertemente, las lágrimas salieron de mis ojos y me odié a mí misma. Odié ser tan débil, odié que a pesar de que hubieran pasado dos años desde aquel trágico accidente que había cobrado su vida, yo no lo pudiera olvidar. Odié estar atada a él. Odié aún amarlo tanto. O…, tal vez ya no lo amaba, tal vez vivía escondida bajo su recuerdo, bajo su sombra. Miré su foto otra vez, la acaricié, y, como siempre, la guardé e hice como si nada hubiese pasado.

Miré por el balcón y todo estaba lleno de personas trayendo y llevando cosas, personas organizando todo, otras podando el césped, otras limpiando alrededor de la piscina, etcétera.

 Después de darme un baño y vestirme con un pantalón negro, unas botas de cuero negro y un jersey gris que decía: SEX, MONEY AND DRUGS, bajé y me dirigí a la cocina, ahí me recibió Carmen con una amplia sonrisa.

 -Niña, yo pensé que no te ibas a levantar… la señorita Tessa a preguntado por usted. –Ella estaba picando unos vegetales.

-Ah –recordé que había quedado con ella para salir-. Ehhh ¿en dónde está?

-En su habitación. Búscala. Es la primera habitación al subir, mano derecha. ¿Quieres comer algo? –me preguntó antes de que saliera de la cocina.

-No, gracias.

Por alguna razón me salía ser amable con esa señora.

 Subí y abrí la puerta de su habitación.

-¡Hola! –me sonrió ampliamente-. Ya iba a buscarte, ¿Estás lista?

-Sí.

-¡Vamos entonces! ¿Adónde vamos? –preguntó.

-Forever 21, sin duda.

Bajamos y salimos.

No había tenido tiempo de notar lo realmente hermosa que era aquella casa, bueno, casa no; Mansión. Era realmente grande para que vivieran sólo cuatro personas.

Bajé mi vista para sacar mis lentes y ponérmelos, choqué con alguien.

-¿Pero qué mierda… -le había derramado su Coca-cola encima.

-Ups – aguanté las ganas de reírme.

-Pero nena, ¿no ves por dónde caminas? –decía mientras se sacudía su camisa.

-No. ¿Y tú no ves por dónde pasas? –me vio.

-¿Tú quién eres? –levantó la ceja.

-¿Te importa?

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⏰ Última actualización: Dec 13, 2014 ⏰

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