La Era Pre-linaje.(4)

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- Alex... Alex... Ayuda...
Escucha gritos de auxilio dentro de si. Lo están llamando pero... ¿Quién?  ¿Ella? Imposible...
Abrio los ojos, soñaba. Se despierta sudado de la cama. Se limpia una gota de transpiración que le caía del rostro. Revisa la hora. Eran cerca de las cuatro de la mañana. Mira, como si buscara respuestas, a la otra mitad de su cama. Todavia no se acostumbra al hecho de dormir con un lado de la cama vacío. Vacío. O para el, un dolor muy grande, pero que lo tendría que superar.
Se levanta de su cama. Quizá algo desconcertado, va camino a su heladera para buscar un vaso con agua. Definitivamente, su mirada está perdida, admitiendo que talvez ya nada lo vale, aunque a sus 22 años no es el niño de antes... Toma el vaso lleno de agua y sonríe al acordarse de esos momentos que le daban nostalgia... Hace años ya...
- ¡Alex!¡Alex!-Lo llamaba su madre, Vinnie.-  ¡Tu abuelo te quiere mostrar algo!
El niño, al oir esas palabras, salió disparado de la pequeña huerta de su abuelo en la cual araba y fue corriendo.
-Joven Alex...
-¿Que pasa abuelo?-Pregunto curioso el niño.
-Hay algo que debo mostrarte... esperame aqui sentado.

El pequeño se sentó en la humilde mesa del comedor, ansioso a lo que podría traer su abuelo.

Unos pocos minutos después vuelve con algo entre manos, aunque Alex no sabe con certeza ya que está envuelto. El hombre hace todo su esfuerzo por arrodillarse, mostrandole el paquete forrado de papel cartón que tnia para darle.
- Se que hace unos días cumpliste los diez. Ya estás siendo poco a poco un hombre joven Alex... Por lo que... -Se lo va entregando en las manos pequeñas de el niño.- Espero que esto te sirva para tu desarrollo...
Alex lo ve de arriba a abajo, examina el presente. Levanta su cabeza mirándolo a su abuelo muy contento:
-¡Muchas gracias abuelo!
Su abuelo lo agarra del cuerpo, y lo abraza. Su madre que estaba de fondo viéndolo todo, lo veía orgullosa contenta.
-Ve a ver tu regalo Alex-Le dice ella. El pequeño se va corriendo hacia sus cosas.
El anciano, llamado German, cambia paulatinamente su sonrisa.
- Vinnie te tengo que contar algo...
La cara de la mujer también cambia gestualmente.
- ¿Que paso?
-Birmingham. Explosivo. Quien sabe cuántas muertes.
Ella se sorprende. El hombre continúa:
- No tuvo que pasar. Esto fue una maldita locura.
La mujer no entendía del todo. Ella le responde:
- ¿Que no es lo que queriamos? este rey de chatarra no tiene que tener poder para que salgamos a las calles, así se empieza...
El viejo, se pone furioso:
- ¿Eres idiota Vinnie? ¿No ves el lío en el que te metes si se entera quienes son? Además en Birmingham, sera muy democratica y todo pero no por eso va a ser más "blando" que la dictadura patética que tenemos. Ellos ni necesitan gente como aqui que hay controles policiales por doquier. En cambio, para las islas británicas con tan solo pisar su suelo ya saben tu nombre y apellido... Que Dios se apiade de estos imbéciles...
Vinnie pone la mano sobre el hombro  de su frustrado padre.
-Papá, tu por algo te fuiste... Tranquilo ellos saben, ya vigilaron los controles y pasaron libres ... en tres días van a estar en Asia... -Le dice ella, intentando calmarle. Un poco indiferente, German la ignora y se va camino hacia la huerta.
Vinnie sabía que su padre hace años está retirado, pero aún se entera antes que nadie de las informaciones. Por algo está lejos de toda la zona dictatorial en Gran Unido, la información no es del todo prohibida por estos lugares del pais

Quiza aquí todo empezó para Alex.

El muchachito, se fue de allí y salió disparado para una habitación  alejada de la pequeña casa en la que vivían. Su curiosidad era eminente. Por ende, rompio todo la envoltura y abrió la caja con soltura. Entre tanto abotonamiento y plástico, pudo verlo. Era sin dudas algo extraño para el, jamás había visto uno en persona. Lo levanto de su sitio, para tenerlo entre las manos. Le resultaba emocionante y le daba escalofríos con tan solo tocarle. En la vida sabría que tendría algo como eso.

Salió corriendo otra vez, pero hacia la mesa donde su abuelo conversaba con su madre. Con la cosa entre sus manos mientras corría velozmente, veía a su abuelo irse hacia la huerta, a lo mejor pensaba que estaba allí. El niño, en su inocencia tenía de regalo algo que lo cambiaría. Su madre lo vio, algo nerviosa.

El niño tenía un arma. Una pistola de las nuevas generaciones que portaba balas capaces de desintegrar lentamente y pudrir al objetivo en menos de una semana, como si portará radiación en sus balas. Una muerte dolorosa de la que no se podría escapar.
La mujer rió. Su abuelo se dió la vuelta.
- Así regalamos los Simons- Dijo Germán encantado por la sonrisa del crio. La mujer rió, el niño, contagiado por la risa, también. El anciano ya tenía un plan de lo que hacer con el.

Alex SimonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora