Crecimiento personal

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El pequeño príncipe crecia rápido. Ya habían pasado alrededor de tres meses desde su nacimiento. Su madre biológica no era otra que la prima- hermana del super- rey, Catherini. Ella no estaba siempre con el pequeño, por lo que su trabajo de cuidado se lo encargaba a su empleada, una joven chica llamada Sheryl. Es que, Catherini técnicamente cumplía su labor de "reina", aunque no había una desde hace tiempo por el reino.
Alaam era un tipo algo solitario. Aunque seguro sonará irónico por qué es uno de los más impulsivos en sus decisiones con el comité del reino. Impulsivo, pero muy solitario. Apenas tenía pocas personas de confianza apartando a Obasmaldo y a Olmons. Y esa era su prima- hermana. A ella, a pesar de conocerla desde que eran niños sabía que haría cualquier cosa por el y por algo no dudo en ponerla como jefa ejecutiva en su modo de gobierno. Aunque claro, las cosas iban a mal. El fin del tratado de Tryton, era una cosa preocupante, a pesar de Van Genkin no la veía así. Porque a pesar de una decisión tan importante, en estos meses no se dijo nada en las 4 cadenas nacionales que tiene el reino. Y era obvio que, a pesar de argumentar que su estado no pasaba hambre ni tampoco tendría que preocuparse por la salud, todo estaba mal. La infraestructura económica del reino parecía estar a punto de estallar. Sumado al problema con Tryton, el estallido de una crisis económica estaba al pie. Y por consecuente, aunque nadie se enterará del motivo real, el reino de Gran Unido perderia validación por las demás naciones. Y obvio, morirían cientos de personas por la desnutrición que generaría la falta de comida.

- Alaam...-Dijo un Obas que se acercaba desde las sombras al despacho del rey, del cual estaba casualmente fumando su pipa. - Ya sabes lo que se puede acercar...¿ no?
- Iluminame.
- Sin el tratado de Tryton, que firmamos con Gran Bretaña , junto a la mitad de Asia y Estados Unidos... Es muy probable que se enojen con nosotros y nos corten los suministros necesarios en alimentos en la exportación... Nuestro valor de moneda se desplomaria de esa manera... Es probable que tengamos que recurrir a ocultar todo esto...
Van Genkin se paró algo nervioso
- Perfecto... Si ese británico de mierda así lo quiere, tendrá lo que quiere. Obas, has lo que tengas que hacer. Si corren las sospechas los mandamos a desaparecer.
- Alaam... Va a ser muy complicado. El equipo tendría que necesitar alrededor de más hectáreas de campos de concentración. Van a tener que ser subterráneas, la prensa británica va a estar al pie con nosotros.
- No hay problema, solo quiero que mi Reino quedé en pie hasta que me vaya... Ya tengo 68 años Obas... Sabias verdad?
- Si.- Dijo secamente.
- No me queda mucho tiempo al mando... Se que es poco probable que el príncipe llegue a estar al mando antes de que cumpla los 18 años, por lo que...
El super-rey se sentó y se quedó callado. Un buen tiempo, tal vez 1 o 2 minutos. Obas decidió hablar.
- Majestad... - se agachó y agarró su mano algo escuálida y palida.- Le prometo que instruiré al príncipe a ser un buen gobernante.

Van Genkin sonrió.

-No podría pedirte menos Obasmaldo. Fuiste muy leal todo este tiempo... Sabes que tu y Olmons han sido parte de todo este trabajo por años...- Aspiro de su pipa y expulsó el humo.- Aunque, para eso yo estoy seguro de que se morirá el maldito de Doors.
Obas captó la idea y mientras se iba le dijo:
- Primero ocupemonos de como vamos a resistir este año y después pensemos en el británico.
- Es parte del plan... Le seguiremos el maldito juego. ¿Ellos quieren mandarnos al carajo por romper su tratado a especie de karma? Pues intenten. Vamos a dar pelea.

Sheryl, o la persona a la que cuida al Van Genkin Jr. Es una chica de al menos 28 años a la cual está casada desde hace unos dos años con Howard Uylinski. Todo era más o menos como un matrimonio normal, salvo el hecho de que no podían tener hijos. En parte se culpaban por eso. La relación entre ellos, en cierta parte, se desgastaba.
En las calles más urbanas de Gran Unido, había un pequeño, quizá de una edad de entre 9 y 11 años. Se lo veía algo desnutrido. Mendigaba por lo que solo pedia monedas para poder comer. Incluso pedía simplemente algo de comida. Aunque claro, no muchas personas le daban atención debido a que era común ver mendigos. Ese pequeño no le quedaba otra que mendigar para poder comer. Un día, Sheryl, como siempre,  terminaba de trabajar en la mansión real. Por lo que se decidió ir a caminar por las noches para despejarse. Eso hacia muy a menudo, debido a que en su casa junto a su marido no era la más sana relación. Al estar ya desgastada, parecía inminente que se iban a divorciar. 
Sheryl caminaba por las calles de ferias de Gran Unido, dónde se podía ver cantidad de objetos, hasta amuletos. Aunque, la vista de Sheryl se concentró en un niño. Si, había un niño entre la oscuridad y el viento que acechaba esa zona. Ella lo notó muy sucio y débil, como si fuera abandonado a la intemperie. Curiosa, se acercó hacia el pequeño. Hasta que esté le dijo:

- Señora...? - balbuceo el chico mendigo frente a Sheryl- ¿Me daria algo para comer?
- Hey hola...- Saludo la mujer
- Hola.
-¿Desde cuándo estás aqui?
El niño miro hacia los costados en la sucia y deplorable esquina en la que estaba.
- Casi tres meses.
Sheryl se sintió mal.
- ¿Casi tres meses? Que malditos los que te dejaron aquí...
- Son buenos. - Sonrió.
- Nadie bueno podría dejar a un niño a merced de extraños... ¿No crees?
El niño asintió.
- Eso creo.
- Te mereces un buen trato... -Ella le estiró su mano- Ven, vamos.
El niño agarró su mano y dejo atrás todo su esquina.
- Por cierto...¿Como te llamas?- Le preguntó Sheryl.
- Soy Alex. Alex Simons.

Alex SimonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora