Alex Simons

Oscuro techo de vacío.

Estando varado en la eterna oscuridad, lo último que piensa este chico, es en salvarse. Fue tomado por sorpresa y no opuso resistencia. No parece ni mosquearse con que está en una jaula subterránea, dónde el chillido de las ratas es lo único que se escucha. Se siente perdido, desolado, como si una parte de su alma fuera extirpada y reventada a palazos delante de él mismo. No es el mismo de antes, quizá no desde entonces. Lo último que piensa, en la salvación. Preso político, si. Pero no por eso tratado como escoria humana por esos seres que comparten su misma especie. Pasa hambre, frío, por obvias razones no son hospitalarios con ese joven, adulto para algunas cosas, pero se nota en su mirada, lo poco de inocencia que le queda. Destruido, pero, no significa que no piense. Aún sus recuerdos están grabados en sus colegas, su abuelo, en ella. Oh, ella, de tan dulces ojos y labios, ¿Acaso sabrá en qué dirección se encontrara ahora que no está a su lado? Es lo único que le preocupa. No es morirse de frio y comer una vez cada un día y medio, sino en que va a pasar con ella. Y la asociación, tambien. ¿Habra ganado de una vez por todas el maldito de Van Genkin? ¿Obtuvo lo que quería al tenerlo preso? Lo único que el chico, que ahora estaba atado de pies a manos en el lugar inhóspito y totalmente a oscuras era que, por el momento el ganaba. Mientras el recibía torturas diarias, de las cuales no son fáciles de resistir debido a que poco a poco sus defensas se deterioran, el otro chico, que despues de tanto va a ser un hombre ya que, quiza ya cumplió su treintena, seguramente se estará divertiendo de las maneras más exorbitantes posibles, con mujeres y alcohol hasta regocijarse del todo. Si algo lo mantenía vivo era la sangre hirviendo dentro de sus venas. El pensaba que a lo mejor el moriría dentro rejas, debil y con su mierda dispersada por todos lados, pero sin dudas, que la Revolución sigue en pie. La revolución de Alex Simons.