Capítulo 11: Indecente

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Capítulo 11: Indecente

Kaname no podía apartar la vista de Zero y sabía que aunque se estuviera quemando no podría. El chico se estaba desabrochando tan lentamente la camisa que sentía que lo hacía para molestarlo, pero aún así prefería esperar hasta que terminara.

Tan lento como se había desabrochado la camisa dejó caer la camisa pero a Kaname ya no le importaba, podía ver claramente el tatuaje que estaba en el cuello del menor y el pecho blanco y sin marcas de este. Estaba seguro que fácilmente podría cambiar eso apretando con fuerza sus caderas o mordiendo sus hombros

—¿Cómo estás? —Preguntó con burla el menor mientras se acercaba a él jalandolo de la corbata hasta sus labios se rozaron— ¿Te gusta lo que ves?

—No esta mal —Admitió

—Y solo está iniciando —El menor lamió su labio inferior antes de alejarse y acariciar sobre la bragueta del pantalón del mayor— Esto puede ser muy divertido

—No deberíamos... —Kaname cerró los ojos ¡Diablos qué sentía bien! Demasiado bien para dejar que lo supiera

—¿En serio quieres que me detenga? —Preguntó con su burlona sonrisa antes de acercarse y lamer el lóbulo de su oreja— ¿Justo ahora?

Debía decir que sí.

Su sentido de supervivencia le decía que huyera de ahí, lejos del delincuente. Pero su mente estaba hecho puré en aquel momento y su corazón ya había bombeado toda su sangre a su miembro que rogaba por salir pronto de su prisión.

Pudo sentir sonrió ante la falta de respuesta antes de que mordiera la parte superior de su oreja y luego bajar con su lengua por su lóbulo hasta su cuello haciendo que sus piernas comenzaran a temblar de anticipación y dejando de pensar alzó su cabeza por sobre sus hombros exponiendo aún más su cuello haciendo que el menor riera suavemente antes de seguir lamiendo y mordisqueando suavemente la zona.

—Buen chico —Murmuró Zero ya con la voz ronca— Deja que te devore

Un escalofrío recorrió por su columna mientras ahogaba un un gemido despertando solo en su cama y con una terrible erección escondido entre sus pantalones. Nerviosos se sentó en la cama observando a todos lados ¡¿Qué diablos había sido todo eso?! Mordiendo su labio inferior mientras aún las caricias fantasmas del pequeño delincuente.

¡DEFINITIVAMENTE ERA UN PEQUEÑO DELINCUENTE!

Molesto se levanto de la cama y se fue a la ducha, se negaba a resolver el problema por las suyas ¡Era muy indecente!

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Sin contar que sabía que no sería lo mismo. 

Del Odio al Amor hay quince pasosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora