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Ahí teníamos al joven de pelo rizado y verdoso, corriendo despavorido en medio del bosque en busca de su profesor. Estaba atónito, dentro de su cabeza se formulaban demasiadas preguntas a la vez: ¿Qué clase de ser sobrenatural podría estar haciendo esto? ¿Cuánto poder tenía? Y lo más importante ... ¿Podrían acabar con él? ...

Mientras todas esas preguntas rondaban por la nerviosa mente de Midoriya, una cabellera rubia lo miraba desde las sombras, pensando lo idiota que se veía corriendo como un nerd con su cuaderno en la mano; le pareció un juguete bastante divertido, por lo que decidió seguirle.

Tras varios minutos, el pequeño verdoso llegó hasta su grupo de expedición sin apenas aire en sus pulmones, el profesor lo miró con el ceño fruncido, extrañado y molesto, ya que había distraído a toda la clase, iba a dejarlo pasar y seguir con la expedición; pero, sin previo aviso, la mano del pecoso estaba agarrando fuertemente su muñeca, mirándolo con intensidad mientras el sudor caía por su frente y  ruidosas exhalaciones salían de su boca.

- Sensei, tiene que ver esto- y acto seguido, Midoriya arrastra al profesor con todas sus fuerzas hacia el interior del bosque.

Desde la penumbra de los árboles, un rubio cenizo contempla la escena: un enano arrastrando a un anciano mientras que los otros humanos los persiguen como patitos a su madre.
No es difícil imaginar el por qué  ese cabeza de chorlito pelo de césped, está corriendo por el Bosque en dirección hacia la mancha de sangre, pero él no va a dejar qué un grupo de humanos ineptos le arruinen si estancía en la Tierra, así qué,  con suma destreza, va desplazándose de rama en rama persiguiendo la jauría de humanos.
No le resulta difícil adelantarlos y llegar antes a la mancha, bueno, ahora es un agujero de un tamaño bastante considerable.
El rubio saca de su bolsillo unos polvos negros, se echa un puñado en la palma de la mano y susurra algo que difícilmente se podría considerar palabras; acto seguido, las sopla, esparciéndose por todo el lugar y justo después da un salto, quedando encima de una rama de un árbol viejo, unos metros más atrás.




Siguiendo con la jauría de huma- ... Quiero decir, el grupo de jovenes exorcistas, estos siguen avanzando a enormes zancadas siguiendo al pequeño peliverde.
Este se encuentra desesperado, pensando si el agujero se habrá vuelto más grande y la posible respuesta que tendría su profesor al ver tal cosa.
De repente, el pecoso para en seco, provocando a sus compañeros algunos choques entre ellos.

- Y bien señor Midoriya? Qué es eso tan importante que tiene que compartir con la clase? - le pregunta el profesor con un tono notoriamente de enfado a su alumno

- El ....agujero ....profesor... - contesta con la voz entrecortada, intentando recuperar el aliento

- .... Qué agujero? - vuelve a preguntar el sacerdote aún más molesto

- Este! .... - Responde el joven señalando energéticamente hacia donde se suponía que estaba el agujero - ....profesor, me juro que he vist--

- No quiero excusar! Es por estás cosas que quiero que permanezcais por las noches en vuestras camas y no explorando - regaña severamente al chico- Joven Midoriya, me temo que hoy no va a acompañarnos más en esta expedición, por favor, regrese.

Toda la clase se quedó muda, todos estaban expectantes viendo la escena y la expresión en la cara de Midoriya.

-Lo entiendo profesor... Discúlpeme... Regresaré enseguida- acto seguido, el peliverde dió media vuelta y se dirigió por el camino qué habían seguido para llevar hasta allí, solo que en la dirección contraria.

Estaba atónito, él sabía perfectamente qué era lo qué había visto, sabía qué aquello no era producto de no haber dormido, Pero .... Qué podría ser? Y... Cómo fue que desapareció de la nada?

𝔅𝔢𝔫𝔡𝔦𝔱𝔬 𝔇𝔦𝔞𝔟𝔩𝔬 ( ᴷᵃᵗˢᵘᵈᵉᵏᵘ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora