Razón No. 4: No puedo hablar con él sin ponerme nerviosa.

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Revisé que nada necesario se quedara en mi casillero de trabajo y recogí mi mochila del suelo cerrandolo bien en el proceso.

Me lleve una mano al cuello intentando calmar toda la tensión que sentía, pero era imposible.

—Por Dios Keyla, el chico que estuvo en tu caja por 15 minutos volvió locos a los clientes, varios vinieron a la mía quejándose de ti. —soltó Iván con humor, mientras pasaba un brazo encima de mis hombros.— De verdad se puso tensa la cosa, ¿no?.

—Yo no diría que tensa, pero es increiblemente insistente y lindo. —inquirió Sara.

—Callate, idiota. Tú no me ayudas mucho. —cerré la puerta de los casilleros con llave y nos despedimos de todos antes de salir los tres de la tienda.

—A ver, bonitas, expliquenme un poquito esto. —Iván se dirigió a la cajuela de su auto para guardar su mochila y luego volver a abrirnos las puertas. Él nos llevaba a Sara y a mi cuando salimos muy tarde.

—Keyla tiene un admirador para nada secreto que le está pidiendo una cita y ella no quiere dársela por diferentes motivos, así que el tipo ha estado insistiendo mucho en llevarla cual príncipe en su corcel hasta el atardecer.

—Sara...—murmuré mientras me acomodaba en el asiento delantero del auto de Iván.

—Bueno, no, al atardecer no, pero sí quiere llevarsela a quien sabe dónde a hacer quién sabe qué.

—¡SARAHÍ! —grité con las mejillas encendidas. Me giré en el asiento y le di un buen golpe en el brazo mientras ella se reía a carcajadas.

—Estoy seguro de que nuestra Keyla no le dará una oportunidad a ningún imbécil. —ese era el problema, que él no era ningún imbécil.

—Nicolás no es imbécil. Tendrá cara de imbécil pero no lo es. —le mostré el dedo medio por el espejo retrovisor y me crucé de brazos esperando llegar a mi casa pronto y dormir hasta que mis ojos no pudieran cerrarse de lo hinchados que podían estar.

—Tienes que contarme de ese Nicolás, eh. —solté una risa seca, Nic y yo no teníamos nada que ver. Aún. Estúpida voz interior.— Creía que no tenía competencia alguna.

Leyeron bien, Iván tenía bastante tiempo intentando "conquistarme". Lo conocí cuando entre a este trabajo y su atracción hacia mí había sido casi instantánea. Yo en ese momento tenía una relación con el innombrable, así que no le hice caso. Cuando se enteró que estaba de nuevo disponible (gracias a Sara y su necesidad de hacerme salir con alguien más) comenzó con coqueteos más frecuentes y nada disimulados.

—Y aquí viene otra vez. —soltó Sara con tono burlesco.

—¡Miren, llegamos a mi casa! —tomé mis cosas lo más rápido que pude, esperando a que Iván se estacionara en el frente de mi hogar.

Estaba por bajarme del auto de mi amigo cuando este me tomó del brazo.Lo miré y en sus ojos brillaba la curiosidad.

—Puedes decirme, de verdad quiero una oportunidad yo también, solo quiero saber a que me enfrento. —soltó sin más.

—Es solo un chico —lancé un suspiro— ni siquiera puedo hablar con él porque su sola presencia me pone nerviosa y no porque me guste, sino porque nunca sé qué es lo que va a pasar cuando estoy con él. —me acomode mejor en el asiento del auto y escuché a Sara suspirar.

—Eso es lo que más me emocionaria a mí de un chico Key.

—Bueno, uno nunca sabe, mejor prevenir, ¿no?. —Iván me miraba esperando una respuesta, solo le di una sonrisa nerviosa.— Digo, no es que quiera quitarle méritos al tipo, pero yo no me fiaría mucho de él.

De la parte de atrás del auto salió un brazo directo a la cabeza de mi compañero de trabajo. Sara lo había golpeado.

—No le estás dando ánimos, tonto.

—Bueno, disculpame por no animar a salir con alguien más a la chica que me gusta, soy un desgraciado.

Rodé los ojos, si estos dos empezaban a pelear, esto nos llevaría horas, más valía dar por terminada la conversación.

—Chicos, es muy tarde, creo que podemos seguir esta conversación después. —Volví a tomar mis cosas, que había dejado en suelo del vehículo cuando me acomode.— Debemos descansar, mañana hay clases.

—Keyla, recuerda que no tienes porque aceptar algo que no quieres hacer. Incluso si eso significa no salir conmigo. Nadie tiene porque decirte que hacer. —dejó salir Iván con la mirada color miel puesta en mi.— Mucho menos tienes que seguir los consejos de esta loca. —señalo a mi amiga en la parte de atrás, quien en respuesta le sacó el dedo medio.

—Callate, soy la única que puede hacer que te acepte o no. —se acercó más a mi y me susurro— Sin ofender Key, no quiero decir que te diga que hacer y que no.

Le resté importancia encogiendome de hombros.

—Bien, los veré mañana, chicos. Por favor ya no peleen, no quiero tener cuerpos que esconder.

Mis dos amigos soltaron una carcajada y se despidieron moviendo la mano, bueno, al menos Iván. Sara me había mandado un beso mientras se pasaba al asiento de adelante.

Me bajé del auto y comencé a caminar hacia la entrada de mi casa. Entré e hice el intento de ir a la cocina por algo de comer, cuando me encontré con mamá bajando las escaleras que daban al segundo piso.

—Hola hija, escuché el auto de tu amigo y bajé a prepararte algo de cenar. Hoy hice tacos dorados, ¿quieres 3 o 4?.

La escuché caminar a la cocina y la seguí de cerca, me moría de hambre y estaba agotada, una muy mala combinación.

—Tengo mucha hambre, que sean 4, por favor. —dejé mi mochila en la mesa de la cocina y caminé hacia el refrigerador por algo de agua.

—Me gusta que tu amigo te traiga a casa, estas horas ya son peligrosas y no quiero a mi pollito solo por ahí. —escuché el ruido de los sartenes y a mi mamá prendiendo la estufa, en cambio yo tomé un vaso para poder beber. Di un primer trago.— De hecho deberías invitarlo a comer algún día. —me serví más agua— De hecho es muy guapo. —seguí sin responder y bebí más agua de mi vaso— De hecho deberías, no sé, salir con él.

Ahí si no pude evitar comenzar a toser, mi mamá se acercó a mí y comenzó a darme palmaditas en la espalda.

Cuando me calme la miré como si estuviera loca, esta señora no conocía límites.

—Ay, Keyla Esmeralda, no me mires así jovencita. Tu madre solo quiere lo mejor para ti y llevas un tiempo sin salir con alguien. ¿Quieres que me quede de brazos cruzados esperando un nieto? —soltó como si estuviera hablando de una receta de cocina— Me voy a morir antes de que beses a otra persona, hija.

—¡MAMÁ! Por Dios, mi vida amorosa no tiene que interesarte mucho. —ate mi cabello en una cola de caballo con una idea en mente.— ¿Tan triste es mi vida?

—Nena, si te respondo te vas a sentir mal, así que mejor siéntate que tu cena ya está lista.

Hice un puchero que fue ignorado por mi madre y me senté a cenar. Mamá se quedó conmigo hasta que terminé entre comentarios innecesarios sobre mis relaciones; y juntas recogimos todo y fuimos a nuestras respectivas habitaciones.

Estaba por entrar a darme un buen baño cuando recordé que no había escrito la cuarta razón.

Busqué lo necesario y me senté en el suelo de mi habitación a escribir.

Suspiré, esta sería una larga lista.

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Este capítulo me gusta mucho, bai.

Espero que les este gustando tanto como a mí escribirla.

¡Nos leemos en el próximo!

Con mucho lof, K. ❤️🤞🏻

Lista de razones para NO salir con él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora