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—Entra aquí y no trates de salir como la última vez.
Dijo el director empujando a YeonJun dentro del salón. —Cuando encontremos a tu víctima del día te irá muy mal—. Exclamó azotando la puerta y poniendo seguro.
El pobre chico estaba golpeado y sucio con comida en la ropa y cabello, estaba enojado y distraído por el enojo, tanto que no se dio cuenta de que dos chicos estaban ahí junto a él en las orillas del salón.
Ambos lo miraron serios, luego se miraron entre ellos y siguieron hablando como, tal vez, hacían antes de su llegada.
—¿Ustedes que hacen aquí?— habló en tono molesto YeonJun.
Los chicos solo lo miraban, parecía que no querían hablarle, hasta que uno de ellos de cabello gris le respondió.
—Nos castigaron por desobedecer, ¿y a ti?
—Estaba peleándome en el comedor y todos lanzaron comida haciendo un desastre y aquí me tienen.
Dijo suspirando resignado de su castigo y se sentó donde yacía su mochila, sacó un cuaderno y comenzó a escribir cosas en el, los otros dos se acercaron para verlo de cerca y siguieron hablando, o tratando de hablar, con él.
—¿Y cómo te llamas pelo de mora?— volvió a hablar el grisáceo.
YeonJun sólo lo miró de reojo y respondió después de meditarlo un poco: —YeonJun... Choi YeonJun
—Mira hyung él también es 'Choi'
Dijo él de pelo grisáceo sacudiendo a su hyung de manera emocionada, cosa que hizo que su hyung sonriera.
—Mucho gusto YeonJun... Yo soy Soobin—. Sonrió mostrando unos lindos hoyuelos que YeonJun no notó.
—Yo soy Beomgyu... Y los dos somos Choi al igual que tú, pelito de mora.
Agregó de una forma linda haciendo que a YeonJun le llamara la atención su cara. Trató de disimular su curiosidad con comportamiento hostil hacia el de cabello gris.
—No me hables tan concienzudamente niño, que a plena vista se ve que soy tu hyung.
Sacó una navaja de su mochila y le hizo una linea al cuaderno, evitando la mirada del menor, que no tardó en responder grosero.
—Oh guau
—Beomgyu calmate, él si quiere puede golpearte hasta que quedes inconsciente.
Calmó la situación Soobin, que aparentemente se dio cuenta de que, efectivamente, YeonJun era mayor a ellos dos.
—¿Vez? ¿por que no eres listo como tu amigo?— dijo retando a que le respondieron. Y así fue.
—Silencio pelo de mora¿Y si hacemos que nos castiguen por otra pelea?— dijo mirándolo retador.
—Ya estuvo bueno de tus palabras niño —. Se levantó abruptamente haciendo que su silla cayera—. Estoy demasiado molesto como para soportar palabras tontas de un niñato como tú.
Dijo apretando la mandíbula mientras pateaba el pupitre delante suyo que le impedía estar justo en frente al creador de su dolor de cabeza de ese momento. 
Enojado, golpeó todos los pupitres a su alrededor dejándolos caer, rompiendo algunos por el impacto.
—¡Deja de retarme mocoso!— le dijo con la mandíbula apretada.
—L-lo siento YeonJun hyung—. Respondió Beomgyu bajando la mirada.
—Así debe ser, todos viéndome desde abajo—. Sonrió de una manera que aterrorizaría a cualquiera y se echó a reír a carcajadas.

—Ese estúpido, ¿cree que puede dañar nuestro inmueble solo por un castigo?— gruñó Min, quien lo encerró ahí.
—Calmate Min—. Habló su compañero palmeandole el hombro—. Recuerda que con el pago de su familia podremos comprar más, ese perro tiene dinero, lástima que no lo sepa a conciencia.
—Tienes razón Lu— respondió con una cara soberbia.

-

YeonJun seguía de pie, parado de manera amenazante frente a los Dongsaengs temerosos. Finalmente se tranquilizó al ver sus miradas de terror, tomó una silla que estaba detrás suyo y se sentó frente a ellos, mirándolos detenidamente, y se perdió un momento en el cabello gris-ceniza de Beomgyu, parecía hipnotizado en esos cabellos rizados en rulitos, y eso puso nervioso a Beomgyu cuando se dio cuenta.

—Hyung— le habló sacándolo de su mente.
—Mmmmh?
—¿Qué tanto me ves?
—Me fijaba en tu cabello... Yo jamás me eh hecho rulitos...
—Ah...
—¿Soobin?— habló viendo al mencionado y este asintió—. Tú... ¿Cuantos años tienes?
—Dieciséis— respondió casi en automático.
—¿Beomgyu?— ahora lo miraba a él.
—¿Yo...? Ah... También tengo dieciséis. ¿Y tú hyung?
—Yo tengo dieciocho... Casi los diecinueve.

Una menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora