—Tengo algo que ofrecerles —practicaba Pip, ante el espejo—. He descubierto que soy muy bueno imitando letras, por lo que puedo falsificar documentos, y —el chico se confundió, por lo que rodea los ojos, para volver a empezar—. Soy Pip Pirrup, aunque eso, ya lo deben saber —frunció el ceño, mirándose.
Por supuesto que lo sabían, tantos años de burlas ante su persona...lo mínimo que merecía era ser conocido.
Escucho la voz de su apoderada, quien le avisaba que debía ir al colegio. Acomodo su ropa, para luego salir por la puerta de su cuarto, listo para enfrentar un nuevo día.
Como siempre, llegó temprano. Aquello le fastidió un poco, ¿Por qué no podía llegar a último momento, como las personas normales? No, siempre temprano. Quizás, era una de las razones por las que lo molestaban. Al menos, podía escribir en su diario tranquilo. El papel era su confidente, a quien le contó su plan, y donde lo perfeccionó.
Era el primero de septiembre, y el rubio se preguntaba si era una buena persona, por lo que estaba por hacer. Estaba a punto de tomar una decisión muy importante, y que no sabía los estragos que podría causar. Sin embargo, no quiso preocuparse. Aún así, no pudo evitar pensar en el pasado, en cuando todos eran amigos, en donde sus diferencias, eran menores a sus similitudes. Donde a nadie le importaba quien era rico, o quien tenía un acento diferente, o incluso quien tenía gustos distintos. Anhelaba un futuro así, aunque se deprimia al pensar que eso no podría ser.
—¡Buenos días, Pip! —saludo Butters, su mejor amigo.
El inglés dio un saltito, para luego sonreír.
—Me asustaste, Butters —tocó su pecho, calmando su palpitar agitado—. ¿Qué tal estas?
—¡Bien! Super bien —el de gorro notó que su amigo miraba hacia otro lado, y al correr la mirada, se encontró con Ken McCormick.
"Ese idiota..." —pensó.
De alguna forma, bastante masoquista, Butters estaba enamorado de aquel muchacho. Todo debido a que, cuando eran niños, jugaban un juego, donde el otro era una princesa. Y claro, Butters era algo así como su protector. Eran cosas que Pip no entendía, ya que a él comenzaron a degradarlo mucho antes que a su mejor amigo, por lo tanto, sus pocos recuerdos amenos, eran de kinder, y como mucho, hasta segundo grado.
El timbre lo aturdio.
Se despidió de su amigo, y se fue acercando al baño.
Recordó su plan.
Todos los martes, los muchachos iban al baño, donde se pasaban un buen rato, hasta que alguien fuese a decirles que se vayan. Lo sabía porque algunas veces espiaba sus movimientos, tenía que asegurar el terreno. Vio que el consejero escolar, se acercaba, seguramente a buscar a los muchachos. El hombre se detuvo unos segundos para atar sus cordones. En aquel instante, entró a los sanitarios, viendo fumar a Cartman, a Kyle vomitando y a Stan con su celular.
"Que puto asco me dan."
Se acercó al espejo, para fingir lavar su rostro. Escuchó la puerta abrirse.
—Chicos, ¿Cuántas veces tengo que decirles que entren a clase? —vio de reojo al señor Mackey.
—Kenny no se sentía bien, lo estamos ayudando —respondió Cartman de manera altanera, quien poco antes de que la puerta se abra, había tirado el cigarrillo.
Ah, si. Esa era una particularidad del grupo. Hace unos años, el grupo estaba conformado por cuatro personas, en vez de tres. Kenny McCormick, era el cuarto miembro. Pero el chico murió en un trágico accidente, por lo que, para honrar su memoria, Cartman tuvo la idea de que se llamen a sí mismos, Kenny. Kenny Cartman, lo cual sonaba horrible, luego Kenny Marsh, y por último Kenny Broflovski.
Pip pensaba que había que tener un muy mal gusto, para llamarse a sí mismos como su amigo muerto, y más aún, le parecía que sus nombres reales eran mejores. Sin embargo, su opinión poco importaba.
Algo extraño, era que él era el único que recordaba porque se llamaban de esa forma. Y algo más extraño todavía, era que Kenny McCormick volvió a la vida, literalmente. Era el mejor amigo de Craig Tucker, o eso decían ser. Muchas veces eran las que se los veía discutiendo. Y ni ellos sabían el por qué.
—¿Y tú pase de pasillo? Sepan que sin uno, tienen una semana de castigo.
—¡Yo lo tengo, señor! —respondió el rubio, entregando el papel al mayor.
Este lo miró con cierta duda.
—Luego, se van a clases —dijo, para darse la media vuelta, e irse.
Los tres chicos festejaron.
—¿Quién mierda eres? —preguntó Cartman, entre risas.
Aquella pregunta, estaba cargada de ironía. Y a pesar de que, Pip deseaba romperle la cara, solo sonrió, ofreciendo su mano.
—Pip, Pirrup —los tres, lo miraban de arriba para abajo—. Tengo algo que ofrecerles.
—¿Qué cosa? —preguntó Kyle, mirando al chico despectivamente.
—He descubierto que soy muy bueno falsificando letras, de hecho, el papel que le di a Mackey era falso —vio como Stan se mostraba interesado—. Puedo hacer boletas de calificación, permisos y notas de ausencia.
—¿Y prescripciones? —preguntó el pelirrojo, interesado.
—Callate, Kenny —lo silenció Cartman.
—Lo siento, Kenny —dijo con pena. Sin embargo, en su mirada, podía verse el odio. Algo que sólo Pip notó.
—¿Y que quieres a cambio? —consultó el gordo.
—Me gustaría que me incluyan en su grupo, por favor —suplicó—. Si estoy con ustedes, la gente dejará de molestarme. Y no hay nada que desee más en el mundo —se sintió patético, teniendo que suplicarles a esos odiosos.
Los tres lo rodearon, viendo su pequeño cuerpo, desde distintos ángulos.
—Un error, y estas fuera.
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South Park AU Heathers
FanfictionPip Pirrup se cansa de los maltratos, por lo que planea una coartada para unirse al grupo de los populares. Sin saber, que eso provocaría un efecto mariposa que afectaría a toda la escuela.