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«Odio las matemáticas» tres simples palabras definían su tranquilidad mental y su ánimo recaía conforme contestaba cada problema interminable y luego borraba consecutivamente los cálculos mal contestados. ¿Qué había pasado por la cabeza del profesor para dejarles tantos ejercicios? Odiaba a sus alumnos, de eso estaba seguro.

Suspiró frustrado y pegó un salto luego de percatarse que no estaba solo dentro del aula de clases, como él lo creía y es que estaba tan absorto en la materia que ni si quiera notó el delgado cuerpo a su costado quien fisgoneaba las hojas desde hace un largo rato sin entender ni un pepino.

—Vamos, Kyunie. No puedes estar todo el día aquí, llevas más de diez minutos ensimismado en tu propia burbuja y ni si quiera me has prestado atención, he estado charlando sin parar como un loco pues ni si quiera me has escuchado. ¿Podemos ir a almorzar? Tengo muchísima hambre y anhelo unas bolas de arroz.

—Lo siento, Wonie hyung. No puedo, ya casi termina el descanso ve tú y come saludable — Se disculpó, pues ni si quiera tenía apetito pero por obvias razones no lo mencionaría frente a su amigo.

—¿Pero que dices? Debes comer algo, anda vamos y después te ayudo ¿si?— Comenzó a hacer aegyo avergonzado con tal de persuadir a su amigo, pero por supuesto no funcionó y se marchó al no optener el triunfo esperado prometiendo volver más tarde con comida para él.

───(🐝)───

Al fin, después de un millón de intentos, literalmente, había logrado resolver aquellos ejercicios matemáticos y es que, no era un fanático de aquella materia por lo le llevaba un poco más de tiempo que los demás lograr terminarlos, la cabeza le dolía de tanto estar pegado a los números pero tenía una sonrisa satisfecha en el rostro y por supuesto iría directamente a entregarle su cuaderno a él profesor. Ya había comprobado varias veces los resultados y estaba totalmente convencido que no tendría ni un solo error. ¡Alabado sea el señor!

Salió del aula con el cuaderno contra su pecho y apenas puso un pie fuera del salón cuando los dos tarados que le habían lanzado bolas de papel con saliva aquella vez aparecieron frente a él con los brazos cruzados impidiéndole seguir caminando.
Uno de ellos tomó su cuaderno analizando su contenido.

—Pero que tenemos aquí—Sonrió con malicia echando una hojeada sin mucho interés por los apuntes, todo aquello que estaba ahí escrito le pareció muy aburrido y sin borrar su sonrisa alzó el cuaderno sacándole provecho a la situación y por supuesto a su estatura, el ser más alto que Changkyun le daría ventaja para molestarlo —¡Alcanzalo si puedes! —Se mofó, mientras jugaba divertido con el menor alzando y bajando el cuaderno como si fuese una piñata a sabiendas que el menor no podría tomarlo.

—¡Esto no es divertido! ¡Devuélvemelo! —Batallaba por alcanzarlo sin mucho éxito—¡Ten cuidado con el trabajo reciente, debo entregarlo en buen estado! ¡Maldita sea! ¡Lo estás maltratando! —Un sin fin de exclamaciones frustradas abandonaron su boca cansado de brincar y no poder arrebatárselo. Eso provocó que los imbéciles se miraran entre sí y ensancharan la sonrisa, pronto cayó en cuenta que fue lo menos que debió haberles dicho, pues lo hicieron más adrede.

—Oh, si que lo es ¿Acaso dijiste que se está maltratando? ¿Y qué tal ahora? —Soltó con una sonrisa ladina mientras arrugaba unas cuantas hojas sin remordimiento, luego, se lo lanzó a su compañero y el otro no tardo en cacharlo como si fuese una pelota de béisbol y el tuviese la manopla, sin perder tiempo se lo devolvió a su amigo lanzando el útil desde lo alto por los aires sin importarle que este se abriese y se dañara, total, el objeto no era suyo y no tenía de que preocuparse, así lo hicieron continuamente, divirtiéndose a costa del más bajo que movía sus piernas de un sujeto a otro intentando atrapar su cuaderno.

Homofobia | JookyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora