Mis primeras nalgadas

15.2K 409 108
                                    

-Recapitulando, ¿Cuál es tu palabra segura?

-Verde.

-Bien, ¿En qué posición estarás?

-Sobre tú rodillas -esto es algo que Eli me pidió que hiciéramos para asegurarnos de recordar todo, o al menos la gran mayoría.

-¿Con qué voy a azotarte?

-Con la mano, a menos que yo te pida que utilices la paleta.

-Está bien ¿Se nos olvida algo?

-No lo creo pero, me gustaría añadir algo al juego -Eli alzó una ceja.

-¿A qué te refieres? -si ella puede tener sus fetiches no veo por qué yo no.

-Quiero añadir un juego de rol al juego previo -me acerco a ella con una sonrisa.

-¿Qué tipo de juego de rol? -pregunta con la misma sonrisa pícara que traigo.

-¿Qué te parece jefa/asistente? -al estar sentados en el suelo, ella con las piernas extendidas, se me hace fácil gatear hasta quedar sentado sobre sus muslos quedando cara a cara con mi rostro más elevado. Beso sus clavículas y acaricio su cintura, sus besos caen por mi cuello subiendo hasta mi oído y susurrando en tono seductor.

-¿Qué hizo mi lindo asistente para merecer unas palmadas? - su mano se posa sobre mi culo y un escalofrío recorre mi cuerpo.

-No traje el café como te gusta.

-¿Ah sí? -nos besamos, con su mano derecha sostiene mi cuello, y luego de unos segundos hago ese gemido afirmativo, lamo su cuello y succiono un par de veces - eso es malo, muy malo, querido -siento un azote en el centro de mi trasero haciendo que me sobresalte dando un pequeño respingo sobre ella, pero decido continuar.

-Fui un inútil y por eso necesito que me castigues -mi respiración acelerada es casi tan notoria como la suya.

-Has sido un pésimo asistente, si eres capaz de traerme el café equivocado -otro azote, son firmes pero no está utilizando toda su fuerza -también eres capaz de recibir tu castigo.

Nos empuja a ambos a un lado quedando yo debajo con las piernas flexionadas y ella entre estas. Sus mano sujetan sin mucha presión mis muñecas sosteniéndolas por encima de mi cabeza. Besos, lamidas y mordiscos carnales caen sobre mi cuello y la parte descubierta de mi pecho, llevamos de esta forma un rato y no solo yo estoy caliente, mis muslos también lo están, ella se ha encargado de repartir constantes azotes en ellos adaptando mi piel al impacto. En definitiva, es una sensación nueva que me encanta.

-Vamos a mi oficina para poder reprenderte mejor -sus palabras salen con esa voz seductora que me llena de placer, se baja de encima de mí, con caricias y besos por todo el cuerpo nos levantamos, mis manos recorren toda su anatomía, espalda, cintura, cadera, culo, muslos y cuando pienso en cargarla hasta la habitación, ella lo hace primero, mis piernas quedan rodeando su cintura y es en momentos como este que me pregunto qué es lo que hace para estar así de fuerte.

Siento que nos movemos, mas no le doy mente, estoy más ocupado en otra cosa, como por ejemplo; sus senos. Repentinamente caigo en la cama y ella gatea hasta quedar sentada en mi abdomen, su mano izquierda pasa por debajo de su cuerpo hasta alcanzar mi pene y masajearlo por sobre la tela del pantalón de pijama, sus ojos están fijos en los míos y deja un dulce beso en mis labios.

-Levántate -baja de mí abdomen y yo me paro de la cama, al hacerlo le di la espalda aprovechando ella para soltarme un azote más fuerte que los anteriores, mi respiración se acelera y estoy fascinado -ahora, quítate la camiseta -hago lo pedido ¿O es una orden? me quito la prenda de la forma más sensual que encuentro, imitando uno de sus pasos favoritos a la hora de hacer un baile erótico, eso es algo que a ambos nos gusta hacer y ver. Eliza comienza a levantarse de manera lenta a la par que termino de desnudar mi pecho, al pararse se deshace de su blusa tranquilamente dejando sus senos al aire, me acerca a la cama mientras nos besamos, y lo siguiente que ocurre pasa demasiado rápido como para procesarlo.

Mi novia y sus fetiches Donde viven las historias. Descúbrelo ahora