El Diario

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El silencio y tranquilidad de la habitación vacía se vieron interrumpidos por el sonido de la puerta abriéndose para dejar pasar una figura femenina vestida de azul. Después de entrar, Marian se quedó en silencio mientras recargaba su espalda en la puerta, solo la respiración entrecortada de la chica era lo que rompía la calma del cuarto. La princesa se llevó las manos a la cabeza en señal de desesperación, había sido un día largo, con lecciones de etiqueta exhaustivas y después de que su institutriz criticara la forma tan rápida en la que se había comido el pastel de Matilda en serio no tenía ganas de tener una conversación con su primo sobre Robin y cómo podían atraparlo. Robin... También estaba eso. Tener un secreto de esa magnitud y a completas espaldas de su familia y amigos no era fácil, pero al menos sabía que tenía alguien incondicional con quién contar.

"Unos buscando amor, otros encontrándolo y otros evitándolo" Ese pensamiento cruzó por su mente. Inevitablemente sonrió. Pero la voz del príncipe se hizo presente obligándola a regresar a la realidad y a salir de sus pensamientos. Tan inconcientemente como había sonreído, ahora mostrada una mueca de desagrado. Se mantuvo en silencio tratando de que el príncipe pensara que no estaba allí.

- ¡Te escuché entrar Marian! - dijo el príncipe desde afuera.

- Disculpe su alteza - expresó Scarlett también desde afuera - Pero la princesa salió al jardín con la orden de no molestarla - habló la chica con toda la educación que podía reunir en un momento así, ya que a ella no le agradaba cuando el príncipe regañaba y gritaba tanto a la ojiazul.

- ¿Molestarla? Me va a escuchar. A mí nadie me puede decir dónde puedo o no estar, así que dile a tu madre que comeré el pastel de moras de las cuatro en el jardín, después de todo ¡Es mi castillo! - dijo mientras se alejaba.

- De su hermano - canturreó bajo la chica y rió - Marian sé que estás ahí dentro, ¿puedo pasar?

Desde adentro se escuchó un suspiro seguido del conocido ruido de visagras de la puerta, la pelinegra entró a la habitación y encontró a la joven princesa sentada viendo un punto fijo en el suelo con una expresión de angustia. Scarlett rompió el silencio.

- ¿Qué sucede? - habló con el tono más dulce que pudo.

-  Scarlett estoy cansada de todo esto.

- Si quieres podemos cambiar papeles, tú te disfrazas de mí y yo de ti - bromeó, pero al instante se arrepintió de haber dicho algo como eso - Perdona - dijo a modo de disculpa.

- No es tu culpa - dijo la chica de azul - Es solo que... - hizo una pausa y soltó un gran suspiro - Quisiera que ellos me entendieran, no puedo hacer todo de forma perfecta - dijo haciendo énfasis en la última palabra.

- Trata de animarte un poco - habló Scarlett recargada en uno de los barrotes de la cama de Marian, quién la miró y trató de esbozar una sonrisa que se desvaneció casi al instante.

- Dices eso porque no tienes una corte real detrás de ti esperando que hagas todo bien - rió por lo bajo - Tal vez acepte tu propuesta de fingir ser tú.

Ambas rieron ante esa ocurrencia, si alguien supiera de lo que estaban pensando de seguro recibirían un castigo.

- ¿Quieres mi consejo? - pronunció Scarlett mientras se sentaba en la cama junto a su amiga. Marian solo asintió - Trata de buscar algo en lo que desahogarte.

-¿Desahogarme? ¿De qué forma? - dijo con una clara expresión de desconcierto en su rostro.

- No sé, tal vez deberías dibujar, cantar, escribir o bailar. Me voy, tengo que decirle a mi madre sobre las órdenes del príncipe.

- Entiendo... Gracias por hablar conmigo Scarlett, eres una gran amiga - Scarlett le dedicó una sonrisa y se marchó dejando a Marian sola con sus pensamientos.

Escribir... Escribir... Escribir... ¿Por qué esa palabra resonaba tanto en su mente? Tal vez esa era la solución a sus problemas, desahogarse en un diario.

Entonces lo recordó, Ricardo le había traído un diario de una de sus cruzadas, este era el momento perfecto para usarlo. Comenzó a rebuscar en los estantes de sus libros en encima de la chimenea, cuando por fin lo encontró tomo una pluma y un tintero y se dispuso a comenzar.

Apenas comenzaba y no sabía que decir, apenas la pluma tocó el pergamino que formaba el diario su mente de quedó en una especie de cierre hermético. Quizá no era el día para escribir. Cerró el diario con frustración. Tenía que distraer su mente así que escogió algunos libros de la biblioteca, se sentó en la cama y con calma leyó página por página. Sin darse cuenta pasó un largo tiempo. Dejó los libros de lado y se dirigió a la cocina con cuidado de que el trayecto no se viera afectado por la presencia de su primo el principe o lady Rohesia.

Llegó a la cocina sumida en sus pensamientos. Fue Matilda quien la devolvió a la realidad.

- ¿Quieres cenar ya, mi niña? - habló en tono dulce. ¿Cenar? ¿Tan tarde era? Sin duda el tiempo había pasado rápido.

- Si, gracias.

- Estás un poco distraída Marian, ¿qué es lo que te sucede? - ¿Cómo lo había notado?

- No es nada - mintió pero al momento se arrepintió - He tenido un largo día es todo.

- Le sugerí que escribiera un poco para poder desahogarse - habló Scarlett apareciendo de pronto.

- ¡Y lo hice! - trató de justificarse.

- ¿Entonces? - preguntó Matilda sirviendo un plato de sopa - ¿No funcionó?

- No es eso - dijo Marian comenzando a comer - Es solo que... - hizo una pausa para masticar - las ideas para escribir se fueron en el preciso instante en el que empecé - se quejó con la boca llena.

- Tal vez solo debes esperar a que algo más suceda - Marian la miró fijamente esperando a que siguiera - Escribir lo que te sucede no es solo contar el completo desastre que fue tu día, también debes plasmar las cosas buenas que te pasan.

- Gracias, eso haré - terminó su comida y luego se levantó de la mesa.

La princesa corrió a su habitación y se encerró ahí. Miró al diario que continuaba en su escritorio junto a la pluma.

- Solo espera - dijo como si el cuaderno pudiera escucharla - Estoy segura de que pasarán cosas muy interesantes - habló con una sonrisa para después acostarse - Mañana será un día mejor - se dió la vuelta, miró por última vez la ventana abierta y cerró los ojos.

1106 palabras 💚💙

Marian - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora