Parte 11

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Escucho lo que parece ser una gotera, siento hormigueo en las palmas de mis manos y pies, mi rostro se siente demasiado caliente y me palpita la cien. Entonces, decido abrir los ojos para encontrarme con la vista hacia la reja metálica, a través de la cual veo mis piernas colgando. Trato de erguirme, pero siento un dolor visceral en mi abdomen que me hace sentir un corrientazo de pies a cabeza - ¡Maldición! - Suspiro ante el dolor. Lo cual me hace escupir sangre. Está bien, sé que va a doler, solo tengo que liberarme de esto.

Pongo mis manos en las rejas horizontales para apoyarme y trato de levantar mi abdomen, pero me tiemblan los brazos y desisto. Veo que la sangre que bajó por la baranda formó un charco en el césped debajo de mí. 

Una vez más, tomo impulso con mis brazos y cuando me he elevado lo suficiente recojo mis pies y me empujo hacia atrás. Parte de mi piel y carne del abdomen se rasga al hacer esto, pero consigo caer a los pies del pequeño barranco a mi espalda.

Miro al cielo con alivio, mientras me desangro tratando de respirar. Entonces, escucho varios pasos caninos. Un par de perros son atraídos por el olor de la sangre hacia la reja y al verme comienzan a ladrar - ¡Puta vida! - Reclamo al cielo tratando de conseguir las fuerzas para ponerme en pie. Escucho varias voces preguntándose por el quejido de los perros, así que decido ponerme en pie y caminar. 

No sé cuanto tiempo estuve desmayado en el medio del bosque, pero logro regresar a casa y me doy un baño. Desecho la ropa que usaba y me envuelvo entre las sábanas tratando de dormir.

- ¡Marco, Marco! - Me agita mi tía para que abra los ojos - Has estado dormido todo el día ¿Quieres comer algo?

- Ya sabes que odio comer - Digo y le doy la espalda. Ella me hala del hombro haciendo que le de la espalda - Estás bastante pálido, tienes que comer algo.

Suspiro y asiento para que me deje en paz. Yolanda no deja de mirarme con preocupación mientras estamos a la mesa, pero no hace ninguna pregunta. La comida me ayuda a sentirme con un poco de energía, así que decido comer tanto como puedo a pesar del dolor en mis entrañas. Hice bien en vendar todo mi torso para evitar que la sangre sobrepasara la ropa y evitar preguntas sobre mi paradero anoche.

Apenas si me puedo mover, así que los siguientes días me dedico a consumir tanta comida común como me es posible. Mi tía no me dejó en paz hasta que le conté la verdad y se ofreció a suplirme en la carnicería hasta que me recuperara, lo cuál hizo muy feliz a mi jefe. Mirian constantemente me llama para comentarme sobre cosas que ha descubierto en los libros de mitología y leyendas en la biblioteca, pero hasta este punto no hay nada que sea concluyente. 

Un día en los que estoy acostado en casa, Mirian de repente aparece en mi habitación. Estaba tan concentrado en tratar de dormirme, que no percibí su aroma hasta que la tenía de frente - Pensé que dormías - Dice con una sonrisa. Está sentada junto a mí en la cama.

- ¿Ahora invades propiedades? - Digo irónicamente.

- La puerta estaba abierta - Dice - Además tú entras a mi casa cuando se te antoja - Dice con una sonrisa divina. Ella comienza a darme muchos besos cortos alrededor de la cara hasta llegar a mis labios, pero la detengo empujando un poco sus hombros. No puede ocultar su decepción.

- ¿Viniste para decirme algo? - Pregunto al escuchar sus pensamientos.

- Traje un libro que habla de una sociedad vampira - Dice ella sacando el material de su bolsa - Dice que hay varias celebraciones donde los vampiros invitan humanos o van acompañados para darse un festín. De acuerdo a lo que dice, la próxima será en un par de semanas. 

- Patrañas - Digo. Me encojo un poco ante el dolor. Mis entrañas siguen inquietas y mi sed de sangre me hace sentir completamente vacío. Aunque la comida común me ha dado energía, me siento demasiado débil.

LA BESTIA DE MARCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora