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Kenneth había comenzado a hacer una lista de cosas que le gustaban a Tweek.
Había llegado a la conclusión de que una de sus cosas favoritas en el mundo entero —además del café—, era robarle sudaderas a Craig y a él. Siempre que Kenneth no podía encontrar una de sus sudaderas, estaba seguro de que la tenía Tweek. Y nunca se había equivocado con ese pensamiento.
Estaba en casa de Craig. Muchas veces quedaban a solas —de la misma forma que Craig quedaba a solas con Tweek, y Kenny quedaba a solas con Tweek—.
Esa vez habían quedado en verse los tres, pero Tweek había llamado en último momento para decirles que se encontraba mal y que no podría ir.
— Oye, ¿Y si vamos a verle a su casa?
Tweek siempre era el creativo entre los tres. El más entregado, el que más se preocupaba de que cada día fuera mejor que el anterior.
En la lista de Kenneth, aquella donde apuntaba las cosas que le gustaban a Tweek, tenía apuntado que adoraba cualquier postre con sabor a café, o que tuviera café directamente.
Y casualmente, a Kenneth le encantaba la repostería.
Con ayuda de Craig, hizo unos cupcakes de chocolate negro —era el único chocolate al que Tweek accedía a comer, y eso le dió la idea de apuntar en su lista que le gusta el sabor amargo— con crema de café. Y también comenzó a escribir una lista de cosas que le gustaban a Craig, la primera: cocinar, aunque no sea su punto fuerte.
Tenían suerte de que la casa de los Tweak no estuviera demasiado lejos. Cuando tocaron al timbre, la Sra. Tweak abrió al instante.
— ¡Hola! Tweek está en su habitación, tiene fiebre. Podéis pasar a verle, pero intentad no despertarle.
Kenny y Craig se miraron. Se les iba a hacer raro ver a Tweek dormido y calmado, siendo que normalmente era un manojo de nervios incontrolables.
Subieron las escaleras que tanto conocían y llegaron a la habitación del más bajo de la relación. Y efectivamente, estaba tumbado en la cama, durmiendo. El único movimiento presente era el de su pecho, bajando y subiendo lentamente a cada respiración que daba. Verle así les daba una sensación extraña de paz.
Pero cuando se acercaron a él, con cuidado de no despertarle, no pudieron evitar sonreír: Tweek llevaba puesta una sudadera de Craig —que le iba absolutamente enorme, tanto que parecía que podría perderse entre la azulada tela— y se encontraba abrazando una de las sudaderas favoritas de Kenneth, que el mismo McCormick había estado buscando unas horas antes.
— ¿Le devolvemos la jugada?
Y Kenneth ya sabía a qué se refería Craig con eso.
Abrieron el armario con cuidado. Tweek vestía con camisas, camisas y más camisas. De cuadros, de lunares, con dibujitos de objetos varios y completamente aleatorios. Todo tipo de camisas, de manga corta, de manga larga, anchas, cropped; literalmente cualquier tipo de camisa.
Agarraron dos. Craig escogió una que tenía dibujos de cobayas y Kenny una rosa de manga corta. Se quitaron las camisetas que llevaban puestas y las dejaron en la silla que había cerca de la cama, para después ponerse las camisas que habían "tomado prestadas". Dejaron una nota encima de la ropa: "espero que te gusten los regalos, pequeño ladrón".
Y sí, cuando Tweek se despertó —ya con menos fiebre— y vió todo lo que habían dejado en su habitación, sonrió con tanto ímpetu que sus mejillas comenzaron a doler. Sí, sí le gustaron.
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Muchas gracias por el 1.14K de lecturas <3 Y ya que estoy voy a decir que tengo muchas más obras y mientras voy actualizando esta os podéis pasar por alguna, just saying 👀