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Capítulo 1

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Calladita

Lily

Empujé la puerta con mi brazo y salí apresurada de la cafetería hacia la calle, chocando el hombro con un desconocido que me miró mal, mas no le tomé importancia, llevaba prisa, ya iba tarde a la clase de mi primer día de universidad, no paraba de maldecir mi estúpido horario malacostumbrado. Toda la semana me mentalicé con levantarme temprano, hasta sopesé la idea de no dormir para evitar precisamente esto. Mi celular no cargó porque lo conecté mal y, por ende, murió y con él la alarma y mi objetivo de llegar temprano el día de hoy.

Mierda.

Avancé deprisa entre las personas, tragándome un par de piropos y chiflidos de los hombres, ¿acaso me veían como un perro? Pero justo hoy no estaba de ánimos de recordarles a sus antepasados, así que lo omití y seguí en lo mío, caminé mientras daba un par de sorbos al café caliente para que no se derramara; era imposible para una chica de dieciocho años como yo, sobrevivir sin su taza de café, culparía a mi abuela materna por esta inclinación maldita hacia el líquido oscuro amargo.

Creí ver a Dios cuando alcancé a vislumbrar el edificio que era mi universidad. Había alumnos a mi alrededor moviéndose con la misma velocidad que yo, eran muchos, de todos los colores y sabores, pero más tarde me encargaría de echarles un vistazo, así como a mi nuevo hogar, porque en eso se convertía la universidad: en tu casa de estudios. A veces se vivía más tiempo dentro de ella que fuera.

—¡Lily! —Era su voz, su jodida voz— ¡Espérame! —Maldije y no me detuve, ella me alcanzó— ¿No me has oído?

—Claramente, lo he hecho, Gis, por eso aceleré mis pasos —respondí. Acomodó sus gafas y un par de mechones rizados de su cabello y me miró mal, avanzando a la misma velocidad que yo.

—Eres malvada, las vacaciones no cambiaron tu forma de ser.

—Ni que fuera gripa.

—¿Qué clase tienes? —Preguntó, ignorando mi comentario, andábamos por un pasillo atiborrado de gente y voces.

—Letras, literatura, como quieras llamarle —contesté borde.

—¡Mierda! Yo tengo cita con los números. Te veo más tarde.

—Espero que no.

—¡Idiota! —Espetó alejándose, apenas sonreí.

Gis era mi mejor amiga, una nerd, pesada y lesbiana amiga. La amaba, de eso no había duda, pero joder, a veces quería asesinarla.

Con mi último aliento llegué al aula 5C, donde impartirían mi clase. En el interior ya había muchos estudiantes, los asientos ascendían hasta casi el techo, en la parte inferior se situaba el escritorio del profesor que justo entró detrás de mí. Me moví con rapidez hacia la parte alta, pasé de largo de los cuchicheos, porque vaya, para ser el primer día había mucho ruido aquí dentro.

Arrojé la mochila al suelo, puse mi café en la mesita frente a mí y finalmente me relajé, quité unos mechones oscuros del rostro y alisé la tela de la falda de mi vestido.

—Buenos días, estudiantes —saludó. Todos respondimos al unísono.

Se dirigió a la puerta para cerrarla, pero se detuvo cuando tres figuras la atravesaron. Me incliné hacia un costado para ver bien a los chicos que acababan de ingresar y así cerciorarme de que no era la única que los estaba viendo.

—Gabbana, Greco y King —mencionó el profesor. Obviamente, los conocía—, un placer volver a tenerlos en clase —agregó. Todos notamos el sarcasmo en su voz.

Lily tiene un secreto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora