- Ok. ¿Tú lo estás diciendo de broma?
- No ánimo, al principio no lo entendía, pero al pasar los días ese crecimiento fue inexplicable hasta que supe que era real lo que sentía, bueno lo que estoy sintiendo por ti.
La mire de frente y mi reacción fue besarla y acostarla en la cama de una, le baje el cierre del vestido blanco que tenía puesto aquella noche y su ropa interior de igual forma era del mismo color, sentí su sudo, sus gemidos, mientras besaba su cuerpo completamente y sus senos le agarraba con agresividad. La abrace y la monte entre mis piernas quedando frente a frente; seguía besándola apasionadamente, haciéndole uno que otros mordiscos y quitándole aquel sostén blanco con encaje que llevaba puesto, mientras que su mano izquierda se sujetaba en mi cuello y su derecha se masajeaba su clítoris. Llegó el turno de sus senos, aquellos picos parados, lo chupaba y lo mordía como si fuera vez si probará su piel, sus manos ahora sujetaba mi cabeza y seguía gimiendo. Seguí bajando hasta su ombligo, mi mano mientras quitaba su braga que llevaba puesta hasta dejarla desnuda, le abrí un poco las piernas y mi lengua tocaba su clítoris, ella me trataba de separarme de su clítoris, pero con fuerza agarré sus manos para que me dejara trabajar y hacer que su fluido transcurriera en mi boca y me mojarra todo. Esa mujer aquella noche no tenía si no que gritaba de placer y eso que mi duró pene aún no lo había metido. Ella se pudo relajar y las manos se la deje de agarrar, mi lengua seguía moviendo su clítoris y mis dedos anular y medio de mi mano izquierda se le introducía en su vagina, ella se tocaba sus senos y me chupaba el dedo índice de la mano derecha. Después de quince minutos de hacerle el oral esa señorita se vino por segunda vez y con una cara de satisfacción y excitación subió mi cabeza y me besó, me amarrado con sus brazos y piernas y me dio la vuelta hasta quedar encima mía, me miró por un momento y con una mirada placentera combinada con malicia me dijo: - es mi turno - mientras sonreía.
Me siguió besando, y sus manos tocaban mi pene, el placer era compartido. De igual forma me besó mi cuerpo y mi pene lo chupaba como una paleta que no tenía fin, mis pelotas me la acariciaba y en su boca me vine dos veces. Solo veía como saboreaba mi semen pasando si lengua por sus labios y por la punta de mi pene, mientras me masturbaba para que saliera más y más semen dentro de mí, por su parte, ella aún se masturbaba, metiéndose sus dedos y acariciando su clítoris haciendo sentir satisfacción por su cuenta y a mi sin dejarme hacer nada, ya que como me había dicho anteriormente, era su turno.
Llegaría el punto final, mientras que mi pene aún seguía humedecido por mi semen, desde su boca hasta su vagina hizo un pequeño recorrido pasándolo por todo su cuerpo, tocando sus senos, su ombligo, sus piernas hasta llegar a su vagina. Al inicio solo rozaba su vagina húmeda, pero después fue metiendo mi pene lentamente hasta que entró por completo. Fue aumentando la velocidad y la intensidad al llegar la excitación nuestro cuerpo, sentía como su vagina se humedecía y sus gemidos eran música para mis oídos, un sesenta y nueve fue uno de las grande posiciones que hicimos esa hasta venirnos en nuestras bocas; la posición de perrito permitió hacerle sexo anal mientras ella se masturbaba su vagina y con mis manos tocaba sus senos, me acostó, estuvo encima de mí, mientras que mi pene estaba en su hinchada vagina se iba moviendo sexual y eróticamente haciendo una que otro movimiento de baile, ella dominaba en aquel momento el sexo, la penetración que estaba sintiendo; la agarraba por la cintura, ella a veces tocaba sus senos, se los apretaba, cuando se cansaba le daba vuelta y me ponía al encima de ella penetrándola en todos los sentidos, formas posibles y ocurridas por nosotros en aquel entonces.
Cuando ya nuestras almas y perversión no aguanto más, nos quedamos rendidos en mi cama mientras que la cabeza de Elena posicionaba en mi pecho y mis manos agarraba su seno derecho hasta el día siguiente.
ESTÁS LEYENDO
TURNO DE LAS MUJERES
Ficção Adolescente¿Quien dijo que una mujer no puede ser pervertida? en este libro encontrara la respuesta. esta es la historia de Elena y anónimo, un par de pervertidos que la vida los une y donde ella le cuenta toda su vida sexual a anónimo desde su niñez hasta...