Día 2 de diciembre de 1936

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Llevo meses sin escribir, meses muy duros, mi madre cayó enferma, ha fallecido, estoy sola con mi padre, siento que no soy joven, debo encargarme de todo lo que pasa en la casa. Además se ha proclamado jefe del estado y comandante supremo del bando nacional al general Franco. Todo es una masacre. El país ha muerto, nada es igual, nada es lo que era, nunca ha habido mucha estabilidad pero lo que estamos viviendo estos días es un absoluto caos. Pero no me faltan ganas para luchar, la esperanza no la puedo perder, es lo único que me queda a mi favor. Marco y yo seguimos viéndonos, hemos adoptado algo ya más formal, pero como no, secreto. Con mi madre aquí todo era mejor, más equilibrado, no sé de qué sería capaz mi padre si se enterara, ahora bebe más que nunca desde que mi madre murió hace apenas un mes. Mamá desde donde sea que estés , echo de menos tus ataques preguntándome toda clase de cuestiones de mi vida privada, echo de menos tus buenos días y buenas noches. Y aunque siempre fuiste muy cotilla, eras muy dulce, sé que me querías, pero yo te correspondía y me arrepiento de no habértelo demostrado más veces.

-  Estela, fuguémonos.
-  ¿Qué? ¿Estás loco Marco?
-  No puedo seguir viviendo así, te quiero, quiero pasar mi vida junto a ti, vamos a hacer todo más sencillo.
-  Marco...
-  Estela se que mi casa no es gran cosa, puede que estuvieras más cómoda detrás de la parroquia pero aquí podemos ser nosotros, nosotros mismos.
-  Ya lo sé, te quiero, te quiero mucho.
-  Estela yo...
-  No, no digas más.
En ese momento no pensé en un mañana, ni siquiera en un después, pensé en él, pensé en mí y fue suficiente. Por primera vez nuestros cuerpos se juntaron formando uno sólo, por primera vez me sentí libre, me sentí feliz, con fuerzas, todo sería más sencillo.

Memorias del olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora