Día 1 de octubre de 1937

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Estimado diario, todo es una masacre, mucha gente que conocía desde pequeña ha muerto, nada es lo que era, todo es un caos, hay hambre, la comida escasea y temo que seguirá yendo a peor. En cuanto a mi, hoy, he tenido mi primera hija, es una niña, pero no se me permite ser feliz ahora mismo. Llevo sin salir de mi casa cinco meses, en cuanto se notó la barriga mi padre me encerró, mi rostro ahora, es irreconocible, tengo marcas, cortes, cicatrices. Mi padre no quiere a la niña, la gente me da por muerta, y temo acabar estándolo, no por mi, por mi hija, por miedo a que se quede sola, nunca dejaré que le ocurra nada. Ahora todo por aquí está mucho más controlado, solo veo a Marco una vez al mes, porque se hace pasar por una vecina, una amiga de mi madre, lo que mi padre no sabe es que también falleció, pero está tan borracho que no se da cuenta. Pero viene tan solo una vez, no puede abusar. Me da cartas, yo sé las devuelvo. Hemos ideado un plan, vamos a fugarnos, no podemos seguir así, no si quiero con vida a mi pequeña Emília. Al menos, aunque fuera disfrazado, fue su padre quien ha asistido su parto. Su abuelo, gracias a dios aún no ha vuelto, ha sido rápido, ha durado tres horas, aún así Marco se ha ido, es mejor no tentar demasiado a la suerte, hoy la pesadilla de esta pequeña familia, podría aparecer sobria.

Memorias del olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora