ஜ 4. Un trato con huecos ஜ

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Alguien inexperto sobre el mundo exterior, o quizás simplemente alguien muy ignorante, no sabría lo que estaba ocurriendo en tal escena en medio del bosque.

Aquellos movimientos que la pequeña hada había hecho sobre el papel que después quemó, eran una especie de encanto para quitar el sello que seguramente ella habría puesto con anterioridad. Aquél sello era un encanto muy sencillo y común entre los demás de su especie; no era más que un truquillo para contener algo, y en este caso, el putrefacto olor a necrófago que el supuesto mapa desprendía.

En ese instante Len había terminado de deducir todo eso, pero además, pudo comprender que no estaba frente a un embuste cualquiera. Era al menos un poco lista; probablemente habría sellado el olor de su mapa para no atraer a ningún otro necrófago, o a algún cazador. Si uno de estos últimos la encontraba y percibía el peculiar olor, no creería que provenía de la hoja, sino de ella, y seguramente la matarían sin pensárselo dos veces.

Ahora el Príncipe se preguntaba qué tenían en común entre ambos.

- ¿Y quién se supone ha sido el que te dio ese supuesto mapa?

- No lo sé. No reconozco la letra de la carta que me enviaron en un principio.

Las cosas no se habían atenuado, simplemente todo se estaba volviendo más tenso. Ambos adversarios se notaban más calculadores y pareciera que cada uno traía un cuchillo detrás para esperar el mejor momento y atacar. Era como un duelo de miradas de odio donde podían llegar a un trato, o a una muerte segura.

El Príncipe pareció desistir un poco de sus intenciones de hacerle daño al hada - ¿Cuál fue el motivo de tu cita?

- En realidad yo fui quién decidió emprender el camino hasta ese palacio. Hasta ese momento todo parecía indicar que era una simple leyenda, pero por alguna razón algo dentro de mí, me decía que podría ser real.

Tal sermón le dio risa a Len. La ingenuidad de su contrincante le hacía sentir enaltecido y con mucha ventaja ante la situación. De cualquier manera había que ser meticuloso; las hadas eran mentirosas. Justo como lo había pensado antes, esto podría ser no más que un embuste sucio para intentar despojarle de alguna cosa de valor para luego salir corriendo.

- ¿Qué decía tu carta? -disimuló una pequeña risa entre dientes.

- Si quieres riquezas, ve a donde las haya -. Puso uno de sus pies sobre el otro para frotarlos entre sí, haciendo notar lo sucios y descuidados que estaban al no haber llevado un par de zapatos puestos. Y a juzgar por su apariencia probablemente había estado en esas condiciones durante días -. Solo decía eso, y dentro del sobre estaba el mapa. Lo estudié una y otra vez hasta memorizarlo, pero no traerlo conmigo habría sido demasiado modesto, o en otras palabras -miró con desprecio al elfo frente a ella -, demasiado estúpido.

Esta vez el Príncipe no pudo aguantarse la risa - Hablas de cosas estúpidas, cuando acabas de quemarlo sin siquiera pensarlo o intentar hacer un negocio ¿En verdad crees que unos cuantos garabatos me harían creer que eso es un mapa?

- Eres un Príncipe, seguro pudiste percibir el hedor.

Si un hada se fijaba en algo al conocer a otra persona, definitivamente eso sería su vestimenta, las joyas que tuviera encima e incluso la clase de arreglos en el cabello. Desde que resultaron derrotados en su guerra con el reino Shori hace años, se habían vuelto una comunidad rastrera y pobre, que solo buscan qué comer y cómo robar. O al menos esos son los rumores que corrían entre pueblos.

A Len no le sorprendió en absoluto que hubiese notado ya a estas alturas que él era un príncipe.

- Lo noté -dejó de reír, pero no de sonreír con astucia -. Yo también creí que el palacio era una simple Utopía en la cabeza de los más esperanzados ante la gloria de un ente todo poderoso -. Hablaba con tranquilidad y una voz juvenil mientras le restaba importancia al hada, para ir con su yegua Epona -. Pero ahora me encuentro con que hay un mapa. Eres tú.

nunca confíes en un Hada ۞RinxLen۞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora