Desde el conformismo

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No recuerdo cuando ha empezado pero unos días después de que Oliver comenzara a aislarse, yo he decidido salir al parque a tomar aire, a ver el paisaje que me ofrecía Sheffield en plena primavera, aunque Sheffield es lluviosa en cualquier época del año, no le restaba encanto de hecho la hacía ver reluciente.

Siempre me compraba un café con una dona y ocupaba el mismo lugar, el banco frente a un pequeño parque infantil el cual estaba completamente desierto a las horas que yo iba a relajarme. Ver los juegos coloridos me provocaba un sentimiento de nostalgia, como si observara de cerca algo que ya no podía disfrutar como mi infancia, como contemplar el amor que se me escapó en cuanto perdí a Oliver.

—Kellin... —una voz se oyó a mi lado. Yo volteé a ver y era Mitch.
Mitch Lucker es un amigo de Oliver el cual conocí el día de nuestra boda. Antes estaba distante y serio conmigo pero desde que Oliver comenzó a comportarse extraño, veo a Mitch aparecerse en el parque para hablarme. Creo que ellos dos se encuentran para tomar cervezas y hablar cuando Oliver está deprimido— ¿Cómo estás? —dijo sentándose a mi lado.

Sonrío un poco.
—Hola, Mitch. Estoy bien, ¿y tú?

Él llevaba un vaso café y una bolsa de papel, de la misma cafetería de la que yo hacía mis compras. Dejó las cosas a un lado y me miró serio.
—Estoy bien. ¿Y Oliver cómo está?

Mi sonrisa se desvaneció.
—Oliver... Él me preocupa aún.

—No ha cambiado.

—No. Además he descubierto que se ha apartado de todos. —mordí mi labio inferior por unos momentos y bajé la mirada a mis piernas, jugué con la rotura de mis jeans negros sobre mi rodilla izquierda.

—Es normal —dijo en voz baja y yo lo miré con una expresión interrogativa—. Quiero decir que solía hacerlo. Pero no lo presiones para hablar.

Sonreí cínico.
—Pero si parece que intenta volverme loco —hablé un poco acelerado, me ponía nervioso—. Mitch, si vieras como actúa conmigo, entenderías lo frutrante que es. No llega a comer a casa, no me responde cuando le hablo e incluso ha dejado de pagar la boleta de los teléfonos así que nos ha incomunicado a ambos.

—Puedes usar un teléfono de un locutorio. —respondió Mitch.

—¡Ése no es el caso! —dije exaltado.

—Lo sé, lo sé —habló en tono apacible y se acomodó su cabello negro hacia atrás—. Sólo digo que si ves que está en un estado muy delicado, acercate de una forma suave.

—¿Suave? —fruncí el ceño extrañado— Él se ha empeñado en ignorarme y yo tengo que ser suave.

—Hablale de cerca, cuando duerme, al oído y te prestará atención.

Me resultaba totalmente extraño así que solté un suspiro enojado.

—No lo sé. Estoy pensando en internarlo si sigue así. Porque además no puedo ni controlarlo, no sé si come o no, no sé con quién habla fuera. Y no es un niño, aunque se comporte como uno.

—Si no eres suave con él, seguirá ignorándote. Quizás debas aceptar que él a veces puede ser así.

Yo estaba molesto, no quería hablar demás pero no me podía contener.
—Si sigue comportándose así conmigo, tendré que echarlo de casa.

El bebió un poco de su café y se quedó mirando al parque infantil.
Entonces yo miré al frente también, detrás del parque, justo en frente, se veía el jardín de niños al que asisitía su hija. Él había tenido problemas con su ex esposa así que sólo podía ver a su niña los fines de semana, pero a esta hora todos los días se sentaba aquí a verla aunque sea de lejos.

La pequeña niña rubia salió de entre varios niños, y abrazó a una mujer de cabello negro, y aunque de lejos las caras no podían distinguirse, yo sabía quienes eran porque observando la mirada de Mitch podía ver el reflejo de ella.

Él tiene sus propios problemas y acepta que no siempre puede resolverlos, pero si puede pasar la forma de sobrellevarlos.

Quizás deba seguir esperando a Oliver aunque si él no vuelve a hablarme, terminará todo entre nosotros.
Tan sólo quiero que deje de jugar y realmente me mire como lo hacía antes.

amantes de días nubladosWhere stories live. Discover now