Lejos.

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No tenía mucho dinero. Pero sí el suficiente.

Agarró una mochila, metiendo en su interior una manta y su poemario preferido. Nada más. Era lo único que guardaría de su antigua vida.

Después salió y compró un billete de tren. El billete que su dinero más lejos le permitía viajar.

Una vez en marcha, rompió a llorar. No porque estuviera haciendo algo que no le agradara, sino porque necesitaba dejar a su antiguo yo atrás. Necesitaba sacar fuerzas para su nueva vida.

Al vuelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora