Al vuelo.

Silencio.

Corría descalza y perdida por las oscuras calles de una desértica ciudad. La lluvia caía con fuerza e intensidad sobre ella, y las ramas desnudas de los árboles que se cernían sobre ella, eran azotadas con fuerza contra los cristales de las ventanas más cercanas.

Escuchaba gritos. Gritos ensordecedores que le hacían cerrar los ojos con fuerza. Ni al clavarse esos verdosos cristales de la rota botella de vino, dejó de correr, porque necesitaba escapar. Escapar de aquellos gritos.

Sus pulmones pedían descanso, mas eran ignorados. Todo lo que existía para la chica eran sus piernas, moviéndose tan rápido como le eran posible, en dirección a una salida que ni siquiera sabía si existía.

Le dolían los oídos. Los gritos iban a hacerle rebentar los tímpanos si no acallaban.

Y entonces, lo vio claro. Bajo la lluvia y sin apenas sentir los pies, continúo corriendo hacia la salida. Corrió, y corrió, y corrió, y se dijo que todavía tenía que correr un poco más rápido.

En cuanto llegó al borde del acantilado, saltó.

Los gritos desaparecieron de pronto. Esos gritos que habían manado de su garganta desde un principio.

N/A: Llevo AÑOS escuchando esta canción e imaginando a esta chica corriendo entre los lúgubres edificios que de pronto dan paso a un acantilado, mientras grita desgarradoradamente. Necesitaba hacéroslo saber.