5. Guardaespaldas, papelitos y confesiones

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Lo primero que quise hacer en cuanto entré al colegio al día siguiente era hablar con Oliver. Tenía que contarle lo que descubrí. Después de todo, era la pista más grande que habíamos encontrado. Esperen, ¿dije grande? Pff. Esto era enorme, colosal. Ni siquiera se lo había contado a Lula; ella no lo entendería. No, debía hablar primero con Oliver.

Pero yo no tenía tanta suerte. Al primero que me encontré en el patio fue Augusto, Julián, o quien quiera que sea; con su linda sonrisa y doble cara.

—¡Hola, Penny! —me saludó como si fuéramos amigos de toda la vida.

«Maldito desgraciado» pensé con odio puro.

—Hola —le dije con la sonrisa más falsa que tenía.

—Oye, sé que no somos muy amigos y que esto va a sonar raro —dijo, aparentando timidez—. Pero conociendo a Facu, sé que va a intentar vengarse de vos. Si, lo sé, es un idiota. Pero me preocupa que te haga algo así que... pensé que quizás... te iría bien un guardaespaldas personal.

—¿Cómo? —dije confundida. Él habló tan deprisa que no le entendí del todo. ¿Y ahora qué? ¿Pretendía hacerse el de la película de Whitney Houston?— No sé si te diste cuenta, pero yo puedo defenderme muy bien solita.

—Sí, me di cuenta —sonrió, luciendo algo incómodo y apenado. O era muy buen actor, o en verdad estaba arrepentido por lo de ayer. Prefería creer en la primera opción—. Pero al menos dejame que te acompañe a clases, ¿sí?

Hace un día atrás, hubiera desfallecido al ver su cara de cachorrito adorable. ¡Dios, ¿por qué tenía que ser tan lindo?! Pero, ahora, sabiendo todo lo que sabía -que era un mentiroso, un impostor, alguien que me ilusionó al pedo, etcétera, etcétera- sólo quería estar alejada de él.

Pero una partecita de mí -fría, calculadora y malvada-, esa mini yo vestida de diabla sobre mi hombro derecho, me hizo ver que esta podía ser la oportunidad de planear mi venganza.

«O hablar con él y hacer las paces» dijo la otra mini yo vestida de angelito. Pero ni bien habló, la callé de un manotazo, echándola de mi hombro izquierdo.

—Bueno, dale —le dije con mi sonrisa más coqueta y un disimulado batir de pestañas. Nah. Definitivamente prefería la venganza.

La clase de Física fue un infierno eterno. Por un lado, tenía a Lourdes que me enviaba -desde su banco delante de mí- papelitos con frases como:

¿Qué está pasando acá? O.O

¿Por qué no me contaste que andas con Mr. Sexy? ¬¬

¿Acaso ya no soy tu mejor amiga? TTnTT

¿Lo besaste? :O

¿Hasta donde llegaron? e.e

¿Ya le viste su cosa? *O*

¿Te va hacer un guacho? X3

¿Puedo ser la madrina? Obvio que voy a ser la madrina. ^.^

Y muchas preguntas sin sentidos y emoticones más...

Por otro lado, lo tenía a Julián, sentado a mi lado, haciendo chistes sobre el enorme culo de la profesora, comparándola con Nicki Minaj, una comparación justa, debía admitir. Y a eso agreguémosle que podía sentir la mirada asesina de Facundo clavada en mi nuca durante toda la clase.

En resumen: no pude prestar atención a nada de lo que explicaba la Sta. Insaurralde. Sólo esperaba que no tomara ningún examen sobre las teorías de Newton la clase siguiente.

¿Quién es Augusto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora