S E I S

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[Jake]

No veía el sol durante tres días, no comía, ni siquiera podía dormir. ¿Por qué? Simplemente estoy castigado, responderle a la mandona de Alice no es nada bonito. Pero había algo en ella que me tiene… no sé ¿enamorado?

¡¡No no no Jake!!

Repite esa voz en mi mente.

¡¡Es tu secuestradora, no puedes enamorarte de ella.!!

Muevo mi cabeza de un lado al otro, pensando cada vez más en ella, su cabello lacio y rubio. Suspire como idiota. Y luego un fuerte ruido me estremece, y me saca de inmediato de mis pensamientos.

“No voy a dejarlo ir”

Grita una voz muy familiar. Alice.

Subo los escalones que suben hacia el piso de arriba y me pego más a la puerta cerrada con esos cinco candados de oro.

“Es muy inocente Alice, no había visto un chico tan... tan... amable y listo. Tienes que dejarlo ir.”

De acuerdo esa otra aquella voz es de Dobrie.

“No, tu padre me ha hablado bien claro a mí, y no pienso dejarlo ir. Es mi última palabra”

Las voces se acercaban más y más al sótano.

Maldición. Salí corriendo a mi lugar y me senté en el suelo con mis brazos rodeando mis piernas. Y en tan solo 3 segundos abren aquella puerta en la que antes estaba espiando.

Alice llevaba unos jeans negros muy ajustados y una camiseta blanca, sus botas negras eran de cuero fino y sus brazaletes hechos por sus hermanos ya no estaban.

–Afuera, tienes entrenamiento con Dobrie. –me levanto y la miro desafiante. Luego miro a Dobrie quien tiene el cuello completamente morado y el borde de la ceja izquierda le sangra. Salgo del sótano con Dobrie dejando atrás a Alice.

Los entrenamientos con Dobrie son los mejores, subir árboles, natación o simplemente arqueo. Con Alice es diferente, con ella eran los de sufrimiento, gimnasio, talar los árboles, entre otras cosas.

–De acuerdo Jake, hoy solo será arqueo. Te doy 10 minutos y listo te puedes ir.

– ¿Qué te paso?

–No te importa, ahora solo lanza las flechas al perro. –usábamos pequeños perros enfermos para el arqueo. Dobrie estaba rara hoy.

–De acuerdo.

Empecé a lanzar cada una de las flechas hasta dar con el pequeño perro. Y así fue toda la noche, hasta llegar al sótano y encontrarme con Alice afilando una navaja. 

Stockholm SyndromeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora