El Cambio

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Por fin, en octubre de ese mismo año, al volver del gimnasio en su moto, Mike fue secuestrado. Alguien había cambiado su rutina.

Cuando esperaba un semáforo en una calle vacía aparentemente, alguien de quien él solo recuerda una mancha borrosa le agarró por detrás, le quitó el casco y Mike sin poder reaccionar quedó inconsciente tras un golpe con una barra de metal en la cabeza.

Pasaron varias horas hasta que despertó. Había poca luz, pero se podía distinguir que era un almacén en ruinas. Tres hombres eran visibles al otro lado del edificio. Intentó moverse pero estaba atado de manos y pies. Uno de los hombres no tardó en darse cuenta de que su presa había despertado, y se dirigió a él para darle una patada.
-¿Qué queréis de mi?- preguntó Mike en un tono tan calmado y casi hasta sin emoción que dejó sorprendidos a los secuestradores.
-Cuando queramos algo de ti te lo haremos saber- respondió el que parecía el jefe de los tres mientras se agachaba y apretaba la cara a Mike - pero por ahora mantente calladita puta.
Sin embargo Mike no tenía miedo. Todos esos meses en Los Ángeles le habían provocado el no tener casi sentimientos. Pero eso estaba comenzando a cambiar. Mike no tenía miedo, pero algo durante esa noche había despertado otra vez en él un sentimiento que tenía dormido desde hace años: la rebeldía.

Mientras el "jefe" le sujetaba la cara, Mike le escupió. El silencio en el almacén fue inmediato, solo se oía la respiración del jefe que no había cambiado. Le soltó la cara y estando de pié le dio una patada con todas sus fuerzas a la cara de Mike. Bueno, lo intentó.

Durante todo este tiempo, Mike había estado intentando aflojarse sus cuerdas de las manos, y justo antes de escupirle lo había conseguido. Con un rápido movimiento no solo esquivó la patada sino que consiguió derribar al jefe en un pestañeo. Los otros enseguida le intentaron ayudar, lo que fue un error. Mike tuvo tiempo de desatarse las cuerdas de los pies y en menos de dos minutos liberó toda la rabia que había guardado desde su última pelea.

Dispuesto a salir de allí, se dirigió fuera del almacén, donde se encontró a otros dos hombres. Sintió hasta emoción, tenía ganas de otra pelea. No duró todo lo que le hubiera gustado, pero disfrutó como nunca. Cuando terminó, escuchó pasos.
-No te muevas o disparo maricón de mierda- gritó una sombra a cinco metros de él.- Levanta las manos donde yo las vea. ¿Llevas armas?
-No-contestó con una sonrisa Mike-no llevo.
-¿Qué te hace tanta gracia putita? ¿Y vosotros qué hacéis ahí parados? Entrad a registrar a ver si hay alguien mas pedazo de imbéciles.
En ese momento Mike se dio cuenta de que se trataba de la policía, y queriendo evitar problemas intentó explicar la situación al agente.
-Agente, estos hombres me han secuestrado. No tiene que...
-¿Alguien te ha dicho que hables? Ya diré yo lo que ha pasado y si esperas que me crea eso eres más gilipollas de lo que pensaba.
-Madre mía, esta ciudad debe estar mal si se tratan así a las víctimas.
El agente, conocido en toda la ciudad como Superintendente, se acercó a Mike, le dio con la culata en la cabeza con la fuerza suficiente como para que se desmayase y lo cargó a su coche.
-A dormir muñeca. La próxima vez aprende a respetar al Superintendente.

Código 10-29Donde viven las historias. Descúbrelo ahora