Capítulo 26

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Cuando llegué a mi destino, la niebla y la oscuridad del anochecer ya se habían unido al incesante ruido de las olas chocando contra todos y cada uno de los barcos estacionados alrededor del puerto en el que me encontraba. Aquel inmenso lugar estaba repleto de cajas gigantescas, seguramente llenas de comida, que más adelante serían metidas en esos mismos barcos para que viajaran rumbo a su fin.

A pesar de que tanto los caminos como el suelo estaban despejados, limpios y alumbrados, no pude evitar sentirme tremendamente inseguro. Tal vez era el echo de verme solo en un lugar desconocido, la falta de valentía o el saber que unos desconocidos posiblemente peligrosos estaban ahí esperando a alguien que yo sabía que no iba llegar nunca, pero todo lo que me pedía el cuerpo en esos momentos era darme la vuelta, morderme la lengua, e irme por donde había venido aunque eso significara tener que quedarme sin destapar el secreto de Harry para siempre.

Si te vas ahora, todos los riesgos que has corrido no habrán servido para nada, y seguramente no volverás a ver a tus hermanas Me susurró la voz de mi conciencia

Visto lo visto, tendría que tragarme el miedo y continuar hasta el final, así que, dejando de darle vueltas al asunto, empecé otra vez a caminar hacia la parte norte del puerto; lugar en el que estaba convencido de que se encontraban aquellos extraños, ya que nunca nadie pasaba por ahí y era el único lugar conectado a una carretera general sin cámaras de vigilancia cerca.

Pasaron un par de minutos cuando empecé a acordarme de las veces en las que había visto por televisión noticias sobre asaltos a mano armada o atracos que habían ocurrido en el mismo sitio al que yo ahora me estaba dirigiendo. Sin duda, esos recuerdos no me llenaron de ánimo precisamente, de echo, estuve a punto de desistir. Me pareció que estaba cruzando una línea que lo cambiaría todo sin remedio, pero, una vez más, la dosis de adrenalina y fuerza que todos los adictos al saber guardamos, en algún lugar de nuestra desordenada cabeza, me hizo empezar a correr con más ganas que nunca hacia el norte.

Ya no importaba el frío, el viento o la cobardía; solo contaba con mi ansia de descubrir, y ella fue más que suficiente para no hacer que me detuviera hasta encontrarme donde quería.

Nada más llegar a mi destino, mi mirada instantáneamente reparó en el enorme barco blanco aparcado a unos pocos metros de la salida a mar abierto, cerca de otro del mismo color y casi del mismo tamaño. No pude evitar separar levemente los labios y formar una "o" con la boca.

Ni siquiera está autorizado que los barcos con mercancía especial estacionen en esta parte tan deshabitada del puerto, y menos cuando ya es de noche ¿qué está pasando aquí? ¿A quién pertenece todo esto?

Cualquier clase de pregunta o palabra desapareció de mi mente al ver a unas personas sacando baúles de gran tamaño de los dos barcos para empezar a meterlos en un camión que tampoco sabía cómo o cuando había llegado ahí.

Inmediatamente después de salir del desconcierto en el que me había quedado metido, saqué mi móvil y, desde detrás una de las tantas cajas gigantes que había allí, tomé varias fotos del panorama. Incluso hice zoom para que se pudiera ver la cara de algunas personas que trasportaban los baúles.

Pero sabía que con eso no era suficiente. Si ahora me iba, entraba en la comisaría y le enseñaba aquellas fotos a la policía, tal vez les pondrían una multa o algo parecido, sin embargo, lo que yo quería, a lo que yo había venido, era a descubrir el secreto de Harry, y desde mi punto de vista, eso solo lo destaparía si conseguía abrir, al menos, una de esas cajas aquella misma noche.

✘ ✘ ✘ ✘

La una y media de la madrugada... Más de dos malditas horas esperando a que los desconocidos esos se dignaran a hacer algo, cualquier cosa, para que yo pudiera continuar con mi cometido e idear algún plan con el que ver lo que habían traído.

Alma Oscura ⇝ (GAY +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora