Pasé al comedor donde estaba y le extendí mi mano. Cuando tomé la suya, sentí su suave textura, cálida y un poco sudada
- Hola qué tal. Hola qué tal, buenas noches. – le di la mano.
- Hola – apenas y se levantó para saludarme.
En ese primer instante, no me pareció del todo atractivo y creo que fue debido a que lo veía muy joven. Y todo venía de que, en el pasado, he hablado con chicos de mi edad, y me han resultado un poco inmaduros, no saben lo que quieren o me hacen pensar muy alto cuando ellos vuelan tan bajo. Esas, eran razones muy fuertes para mí. Me tomé un tiempo viéndolo reír, hablar, mover sus manos para pensar que si era atractivo sin importar su edad. Tenía una sonrisa enorme, dientes grandes – a diferencia de mi boca que es pequeña y mis dientes apenas y se notan, porque aparte no sonrío mucho – vestía bien y yo con mi ropa de andar en casa. Todo esto pasaba en mi mente mientras lo veía utilizar su celular. Parecía una colegiala, admirando al sexy maestro de literatura – eso será para otra historia.
Tomé asiento y mi amigo acercó un grupo de botellas de alcohol – no sé qué tipo, no sé mucho sobre los tipos de botellas y bebidas que se puedan preparar – y una de refresco. Eso y una bolsa de papas para que empezáramos a comer algo
- Abre ya la botella, para que empieces a preparar algo – Le dijo mi amigo a C...
Digamos que se llama C... por respeto a él y porque en realidad no le gusta mucho su nombre en la vida real
- ¿Ya vamos a empezar? – comenté como broma. Hacían unos meses que no tomaba. Honestamente, no bebo, pasan por lo menos algunos mese en los que vuelvo a tomar siquiera una cerveza.
- Sí, vamos a empezar temprano para terminar temprano. – mi amigo, tiene cierto humor que a veces resulta incómodo. Es como ese tío que quiere parecer genial y terminan pareciendo el personaje de Arturo de Vecinos.
- Aunque igual mañana no hay que trabajar, es feriado. – agregó C...
- Yo si voy a trabajar todavía – agregué – a mí no me descansaron.
- ¿En qué trabajas? – preguntó C...
- Ayudo en la tienda de una amiga. Soy quien la abre.
Mi primer trabajo después de haber terminado, no era glamoroso. Pero era honesto, y me gustaba serle útil a mi amiga en lo que podía volver a atender la tienda por su cuenta. Y por mucho o poco que fuera el trabajo, me gustaba y no quería quedarle mal.
Minutos más tarde, comenzamos a beber unos tragos preparados por C. Si me preguntaran sobre los tragos, diría que los preparaba algo cargados para mí. No me emborracho tan fácilmente, pero no me gusta abusar del alcohol. Recuerdo que una vez, hice un pequeño número durante mi licenciatura. En pocas palabras, vomité el pasillo camino al baño cuando iba a vomitar por haber consumido alcohol, botana preparada y claro, la carga emocional. Porque aquella vez, había hablado de un chico que me dejó de gustar. A lo largo de mis historias personales, se podrá ver que tengo un corazón de condominio.
Por favor, no hay que confundir la promiscuidad con mi corazón de condominio. Quizás sea ambas cosas, puede ser, pero es que me pueden gustar tantas personas, o mejor dicho, siento cosas fuertes por varias personas. Siento cosas fuertes por mis amigos, y no es que quiera intimar con todos, sino que presto atención a los detalles, creo vínculos resistentes con las personas por las que en verdad hago clic. Así que en muchas ocasiones confundo una amistad latente, con un enamoramiento efímero. Pero esa noche, no fue ninguna de las dos si puedo ser sincero. No estaba enamorado, o bien, no me estaba vinculando emocionalmente. Podría haber sido físicamente, pero no todavía. Me hacía falta alcohol para perder la vergüenza y caer en un poco de descaro.
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Relato - Chispas
Teen FictionDías antes de que la cuarentena comenzara en México, un amigo me invitó a su casa, a conocer a un amigo suyo que venía de la capital. El relato, narra lo ocurrido aquella noche, y las emociones y sensaciones que tuve al vivir por última vez el conta...