III

496 76 14
                                    

Abbacchio se encontraba aun aturdido por lo que acababa de suceder y Mista no era que respondiera mucho sus dudas, es más, se atrevía a decir que lo estaba evadiendo completamente desde que salieron de la sede central.

— ¿Seguirás así? —

— Lo lamento, hay cosas de las que no se debe hablar, nunca.-

- Solo… ¿Tiene algo que ver con Il tesoro della passione?-

Mista se quedó en silencio y desvió la mirada nuevamente al camino. Leone supo entonces que era así, que Giorno se había quedado por ello, sonrió victorioso mientras encendía un cigarrillo.

-El que calla otorga…-

El auto dio un frenazo y Mista dirigió la mirada a Leone. Se le veía serio, enojado si lo observabas más detenidamente, Abbacchio, fuera de sí, trataba de reincorporarse luego del golpe que se dio contra la parte delantera del auto.

-Mira… si tu maldita curiosidad llega a poner en problemas a Giorno, te juro, que seré yo mismo el que vacié el arma en tu sien ¿Entendido?-

Leone asintió soltando un pequeño gruñido.

Por otro lado, Bruno se encontraba de maravilla con la compañía de Giorno, ambos disfrutaban de estar sentados en el jardín.

— Gio. ¿Puedes hacer uno de tus trucos? —

— Ah ¿Uno de mis trucos BruBru? —

Una sonrisa se colocó en los labios de Giorno, mientras llevaba su mano hasta su oreja.

— No, ese no. —

Giorno, ya tenía una moneda en sus dedos y con ayuda de Golden Experience convirtió la moneda en una flor para entregársela a Bruno.

La risa cálida de Bruno inundó el corazón de Giorno, de una u otra manera, adoraba verle reír, por eso, consciente de que no podía ver a su stand, le hacía pequeños regalos con él, a los que el pelinegro llamaba "trucos".

Ver a Bruno reír, era uno de los momentos que Giorno mas atesoraba en su vida, porque, a pesar que era menor que el pelinegro, solo podía verlo como un niño que estaba creciendo aun y sabiendo lo único que el jefe hacía con él, le hacía querer encerrarlo en una pequeña burbuja y llevárselo lejos, cambiarle el nombre y dejarlo tener una vida normal, lejos de su pasado.

Pero, era imposible.

—Siempre, he querido saber… ¿Cómo es que lo haces? —

—Bueno, son cosas que no puedo revelar. —

Bruno soltó un pequeño bufido y abulto sus labios en un intento de que el secreto le fuera revelado, pero, Gio, nunca había sido tan fácil de convencer. Luego recordó un momento lo que había sucedido hace unas horas y el hecho de que Giorno estuviera ahí, le confirmo que nadie se había enterado del pequeño contacto que hizo con aquel hombre albino.

—No sabes, lo feliz que me hace verte... Hoy tuve el susto de mi vida. —

— ¿De qué hablas…? —

unità oceanica [BruAbba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora